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El día de mañana, lunes 15 de mayo, será el último del año en el que los visitantes podrán acercarse al predio de La Rural a recorrer y conocer la Feria del Libro. Aquellos que no lo hagan, deberán esperar hasta el próximo año para visitar la feria de libros más concurrida del mundo en habla hispana, y una de las cinco más grandes del mundo.
En sus casi tres semanas de exposición, son más de un millón de lectores quienes la visitan, y entre sus principales atractivos, además de la variedad de libros y textos que es posible encontrar, se encuentra la posibilidad de asistir a distintas charlas, conferencias y presentaciones de libros de varios autores. Figuras de la talla de Paul Auster, Ray Bradbury, Italo Calvino y José Saramago han participado de anteriores ediciones de la feria. En el caso de autores argentinos, autores como Borges, Fontanarrosa, Osvaldo Soriano y Maria Elena Walsh han sido parte en más de una ocasión. La feria es organizada por la Fundación El Libro, una entidad sin fines de lucro “cuya misión es la promoción del libro y los hábitos de la lectura.”
La feria, que llega a su 47° edición, tuvo su primera edición en el año 1975 y desde ahí se convirtió en tradición que se convoque a alguna personalidad literaria, cultural o política a dar el discurso de inauguración. Desde el año 2000, cuando se convocó a Juan José Saer a venir desde Francia, esta apertura está a cargo de escritorxs.
Este año dicho discurso le correspondió a Martín Kohan, novelista, cuentista, ensayista y docente. La expectativa por sus palabras era grande, al menos por dos motivos. Uno de ellos tenía que ver con el peso creciente que su opinión y sus intervenciones han tenido durante el último tiempo en la agenda literaria y cultural. Provocador, Kohan tiene una evidente tendencia a la discusión y el debate de ideas, y son conocidos algunos de sus cruces, por ejemplo con el ex secretario de cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Darío Lopérfido. El otro motivo por el que había mucha atención puesta en las palabras de Kohan, tenía que ver con el discurso de apertura que lo antecedió el año pasado, Guillermo Saccomano tuvo una intervención profunda, polémica y sumamente comentada, donde atacó con mucha altura el monopolio de la industria Editorial, y el rol histórico que la Rural, el espacio en el que la feria se desarrolla, y sus frecuentes habitantes, han tenido en la historia argentina.
Kohan, consciente de esta atención, tomó una primera decisión importante de cara a su intervención: evitar un discurso con frases “asertivas tuiteables”, tal como él mismo las describió. No fue un discurso de grandes títulos, sí quizás de grandes ideas. Este formato tuvo que ver con una de las tesis mismas de su intervención: el autor describe los tiempos que vivimos como tiempos de vociferación, donde todos gritan pero pocos leen, donde se leen títulos y no cuerpos, resúmenes y no obras. Citas, o hilos de twitter, y no textos o libros. No hay tiempo, ni lugar, en el capitalismo que vivimos, que nos permita la detención necesaria para el disfrute de un buen texto. Por eso, pensó una intervención que no se dejara resumir en algunas frases, que nadie nos pueda comentar en un pasillo qué dijo Kohan sino que nos obligue, si de verdad queremos saber, a leer definitivamente su discurso. Las formas nos hablan del contenido.
Sin embargo, más allá de saludar su apuesta, nos animaremos a discutirle una de sus tesis. Kohan plantea que “la feria del libro ocurre en un lugar impropio.” Su justificación parte de dos cuestiones: una de ellas, la antítesis que podemos reconocer entre el mundo de “bostas y silbidos”, tal como él dice, con el de “los libros y las mesas redondas”. Inobjetable hasta aquí. Sin embargo, hay otra forma de pensar la frase, y es que lo impropio de la feria en la Rural sería la instalación del mundo de la literatura, la lectura y, si se quiere, la “cultura”, en el terreno histórico de la oligarquía argentina. Ahora bien, ¿realmente la Feria del libro propone una oferta disidente y disruptiva para la tradición oligárquica de la Rural? Repasemos, para poder responder, un poco de su historia.
La primera edición de la Feria se realizó en el año 1975, en medio de un clima político y social delicado en nuestro país. Comenzada la última dictadura cívico militar en Argentina y la Feria no solo no se interrumpió, como si ocurrió con gran parte de la actividad cultural, si no que fue masificándose cada vez más. Si en 1975 fueron 140 mil personas a recorrerla, en el año 1979 contó ya con más de 700 mil visitantes. Si la feria no fue intervenida, justamente fue porque proponía una línea y un mensaje cercano al que planteaba el proceso. Si no, miremos el título que la feria tuvo en el año ‘80: “Al encuentro de dos mundos: la gesta española en América.”
Con la vuelta de la democracia, la Feria supo amoldarse a los nuevos tiempos: el discurso de apertura del año 1984 estuvo a cargo de Raul Alfonsín, y un año siguiente ya el título de convocatoria refiere “Al escritor y la libertad de expresión.” La misma feria que censuraba a quienes denunciaban las violaciones a los derechos humanos, se daba el lujo de hablar sobre la libertad de expresión.
Siguiendo con el recorrido histórico, la feria continuó sin grandes tensiones ni controversias. Por recordar una en particular, podemos mencionar la edición del año 1987, dedicada a Jorge Luis Borges, fallecido pocos meses antes. A partir del año 2000, se tomó la definición de mudar la feria al predio de La Rural, y, como señalamos antes, de que sean escritorxs quienes se encarguen del discurso de apertura. Entre los más destacados, podemos recordar los de Ricardo Piglia, Luis Gusmán, Rita Segato, Claudia Piñero, y los ya mencionados últimos dos, a cargo de Guillermo Saccomanno y Martín Kohan.
Recordada es también la polémica que se dio en el año 2011, cuando en pleno gobierno kirchnerista, se convocó al siempre polémico Mario Vargas Llosa para inaugurar la feria. Fue allí cuando un grupo de intelectuales, entre los que estaba Horacio González- por entonces director de la Biblioteca Nacional- solicitaron que no sea el escritor peruano quien inaugure la feria. Más allá de la polémica, Vargas Llosa dio su discurso, simplemente que lo hizo un día después de lo pautado. Este recorrido, solamente interrumpido en los años 2020 y 2021, cuando a raíz de la pandemia del Covid-19 la Feria debió suspenderse, nos permite evidenciar como dificilmente podemos considerar a la F.D.L. un evento cultural que incomode y perturbe a los grandes poderes de nuestro país, sino que, en general, ha sido todo lo contrario.
Entonces, volviendo al punto y al discurso de Kohan, ¿realmente podemos creer que un evento así, impulsado por los principales monopolios editoriales y por los grandes empresarios de la Argentina, es un evento impropio para el lugar en el que se realiza? ¿Realmente podemos creer que la Rural, lugar donde históricamente hizo base la oligarquía argentina, es un lugar impropio para un evento como el descripto? Tal vez, simplemente, debamos ver que también la derecha y los sectores conservadores ven en la cultural una disputa importante, tanto en términos simbólicos como materiales, y es de esta forma que construyen sus armas, que no por ajenas debemos dejar de habitar, sino tan solo, seguir tratando de encontrar las formas desde donde se las arrebatemos.
No somos ingenuos, y tampoco pretendemos tomar de ingenuo a Kohan: sabemos que, como todo evento cultural, la Feria del Libro siempre será un espacio de disputas. Disputas simbólicas y conceptuales, pero también disputas materiales: que se haga lugar a los pequeños grupos editoriales, que se haga lugar a discursos transgresores, a palabras renovadas, a voces disidentes. Ahí seguirá nuestra pelea, y por supuesto, la palabra de Martín Kohan nos acompaña en esa disputa. Acuerdos, tensiones y debates; de eso se trata la vida, de eso se trata la Feria.
Pedro Jalid
Profesor de Letras. Leo más de lo que escribo, trato de hacer más de lo que digo.