Desde agosto a septiembre, científicos, investigadores, personal militar y otros gestores, comienzan a preparar la temporada de investigación antártica. La adecuada ejecución de la actividad en el medio ambiente es de importante significativa para la soberanía del país en ese territorio.
El secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Guillermo Carmona, en conjunto con la Directora Nacional del Antártico (DNA), Patricia Ortúzar; el consejero, Patricio Violini; la delegación de científicos del Instituto Antártico Argentino (IAA) de Cancillería; y personal militar de logística, realizaron un viaje hacia la Base Marambio, para dar inicio a la pre-campaña científica que se realiza habitualmente entre los meses de agosto y noviembre.
La base Marambio es una de las 6 bases permanentes mediante las cuales Argentina ejerce soberanía en el continente blanco. En esta ocasión, los profesionales de la ciencia, junto con los gestores encargados, comenzaron los preparativos de la Campaña Antártica de Verano, que consiste en actividades científicas, y técnicas, que se despliegan tanto en Marambio como en las bases Esperanza y Carlini.
En diálogo con Revista Trinchera, desde la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur (dependiente de la Cancillería Argentina) indicaron que “la pre campaña se inicia dos meses antes que la Campaña Antártica de verano para allanar el terreno y preparar las cuestiones logísticas y técnicas que requiere el inicio de la campaña en noviembre, y también porque comienzan asimismo algunos proyectos de investigación previstos, que inician antes que la campaña de verano”.
En la misma línea, destacaron que “viajan a la Antártida algunos grupos de científicos que comienzan con esos preparativos, y otros que ya inician sus proyectos de investigación previstos. Estas actividades científicas y técnicas se realizan en las Bases Marambio, Esperanza y Carlini”.
Las expediciones se realizan durante los meses que comprenden de noviembre a mayo, debido a la polarización de las olas de luz, ya que -valga la redundancia- en los polos, el invierno comprende días que casi no muestran la luz del sol, mientras que el verano sucede lo contrario.
En este sentido, existen dos días al año donde se da el fenómeno llamado “solsticio”, en el cual en uno no se ve la luz del sol en 24 horas (invierno), mientras que en el otro la luz solar está presente durante todo el día (verano).
Debido a esta particularidad, los meses óptimos para habitar el continente antártico van desde noviembre hasta mayo, ya que es cuando más ilumina el sol, por ende, protege a los habitantes y visitantes ante las bajas temperaturas del invierno, que suelen tener un promedio de -55°.
En este viaje pre-campana y al faltar algunos meses para el inicio de la campaña formal, el secretario Carmona, recorrió partes de la infraestructura de la base Marambio, así como el depósito Omega y el laboratorio Lambi.
Algunos de los estudios que allí se realizan -y que aportan a la ciencia y tecnología del país- son sobre fisiología antártica, micropaleontología, geomorfología y geología glaciar, paleogeografía, cambio climático, masa y dinámica de glaciares en la Península Antártica, toma de muestras científicas, monitoreo de datos medioambientales. Desde las ciencias sociales también se realizan aportes como los estudios sobre el patrimonio histórico en Cerro Nevado.
Muchos de estos proyectos se llevan a cabo en cooperación con diversos países que también poseen potestad sobre el territorio antártico tales como Alemania, Brasil, Colombia, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Italia, Japón, Suecia y Suiza.
La Antártida es el único continente no habitado en la tierra, y por ello preserva un ecosistema puro, con muy bajos niveles de contaminación y con grandes riquezas, por lo que es de gran importancia para la soberanía del país, ejercer una correcta actividad en los territorios controlados por el país.
Desde la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur sostuvieron: “Existen recursos naturales vivos y no vivos que es necesario proteger y que -a su vez- son ricos a la hora de llevar adelante investigaciones científicas. Los ecosistemas antárticos tienen condiciones climáticas y geográficas singulares y presentan muy bajos niveles de contaminación o impacto causado por la actividad humana. Por eso, la Antártida tiene un gran valor como laboratorio natural para la investigación científica en problemas de relevancia global como el cambio climático, la contaminación o la preservación de los recursos naturales. Por eso se pone mayor esfuerzo en preservar sus ecosistemas. De hecho, con ese fin se adoptó el Protocolo del Tratado Antártico sobre la Protección del Medio Ambiente en 1991, que entró en vigor en 1998”.
“Argentina es un Estado parte del Tratado Antártico y reclama soberanía en parte de su territorio. Por eso, contar con presencia es dar muestra de soberanía en lo que es parte de nuestro territorio, y la mejor manera de fortalecer y enriquecer nuestra presencia allí es investigando y protegiendo el medio ambiente”, enfatizaron desde secretaría.