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Distintas fueron las reacciones de los países del continente ante la negativa de Washington de convocar a Cuba, Venezuela y Nicaragua a la próxima Cumbre de las Américas. EEUU y una encerrona compleja de resolver.

En un artículo recientemente publicado por el analista Jorge Majfud, el autor utiliza el concepto “síndrome de Hiroshima” para referirse a la condescendencia que tienen muchos gobiernos de la región con el victimario histórico del barrio: EEUU.

Al menos para quien suscribe, un concepto tragicómico pero que de alguna manera explica la actitud lacaya de sectores de cada uno de nuestros países que rinden pleitesías al imperio del norte cada vez que pueden, pese a que éste es el mayor saqueador, represor y violador de derechos humanos del mundo.

Majfud define a este síndrome señalando que producto de la impunidad norteamericana, la cual afirma es la madre de todas las corrupciones, ha reforzado este flagelo por el cual “todos los años los japoneses le piden perdón a Washington por las bombas atómicas que le arrojaron sobre ciudades llenas de inocentes”.

Si bien el autor hace referencia a la falta de voluntad política de los gobiernos nuestroamericanos para exigir reparaciones históricas por los daños acaecidos por el imperio del norte, vale también para explicar (en parte) la actitud vasalla de algunos gobiernos.

Algo está cambiando

Lo cierto es que desde hace al menos dos décadas, la influencia de EEUU sobre nuestro continente ha ido cambiando. Ese poder omnipresente y universal del que se vanagloriaba el gigante del norte, ya no es lo que era. Países como Rusia y China lo han puesto en crisis, ayudados por errores grotescos oficiados por quienes se creyeron y se siguen creyendo, los guardianes de la libertad y la democracia.

Sin ir más lejos, y es algo que ya hemos analizado en estas líneas editoriales, la guerra que se vive en Ucrania es parte de una multiplicidad de iniciativas lanzadas por los norteamericanos para intentar revertir su debacle. Si lo lograrán o no, dependerá de múltiples factores que no se analizarán en estas líneas.

El pasado reciente

En este marco, lo concreto es que Nuestra América fue históricamente la reserva estratégica del imperio norteamericano (hecho que también se ha analizado en oportunidades anteriores), pero ese control sobre nuestro continente se vio interrumpido a inicios de siglo con la llegada de gobiernos populares que pusieron en tensión el dominio norteamericano. Lula y Dilma, Chávez, Fidel, Néstor y Cristina, Correa, Evo, Ortega, Mujica, Lugo, Zelaya y tantes otres, trabajaron en pos de la unidad continental y de mayores grados de independencia y soberanía.

Con sus más y sus menos estos compañeros y compañeras hicieron un camino común para dejar de depender de los dictados del norte, más allá de que en cada uno de nuestros países continuaron las operaciones y desestabilizaciones de parte de sectores de la oposición política, de los medios hegemónicos de (in)comunicación y de aparatos judiciales totalmente cooptados por el adoctrinamiento gringo.

La Cumbre de las Américas y sus repercusiones

Está claro que la situación actual, avanzada neoliberal y pandemia mediante, no es la misma que en aquel gran primer momento de tiempo nuestroamericano. Pero lo cierto es que paulatinamente empiezan a aparecer señales de que esa senda puede retomarse para dar continuidad al proyecto que comenzaran Bolívar, San Martín, Artigas y tantes otres.

Recientemente el gobierno de los EEUU amagó con no invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua a la próxima Cumbre de las Américas. Este evento paradójicamente lleva un nombre que tranquilamente podría haber sido utilizado por Bolívar para organizar un cónclave en pos de librarnos del yugo español (hoy norteamericano y de sus corporaciones multinacionales).

La cuestión es que ante la exclusión de estos tres países del ALBA-TCP, las reacciones no se hicieron esperar: AMLO, durante su reciente gira por Centroamérica, salió al cruce y dijo que no asistiría si había exclusiones. A posteriori se sumaron Bolivia, Antigua y Barbuda, Honduras y Argentina, que si bien no negó su participación sí manifestó su descontento ante tamaña desvergüenza.

Ante la posición diplomática de varios gobiernos del continente, desde la Casa Blanca salieron a intentar bajarle la espuma al asunto argumentando que aún no estaban definidas las incitaciones finales ¡Patrañas! Ante la reacción a las exclusiones se vieron ante la siguiente encerrona:

EEUU tiene elecciones de medio término en noviembre de este año. Los republicanos (según las encuestas) tienen muchas chances de sacarle el control de ambas cámaras a los “demócratas” y Biden no acierta una sola de todas las políticas lanzadas para recuperar su imagen dentro del país.

Si invita a Cuba, Venezuela y Nicaragua mostraría una suerte de debilidad ante países que eligieron defender su soberanía ante cualquier presión, y los republicanos, sobre todo en Florida (estado electoral clave) podrían hacerse un festín. De excluir a estos países, México, Bolivia, el Caricom en pleno y vaya une a saber qué otro país más, podrían no asistir al evento, lo cual daría muestras de la clara pérdida de influencia de los EEUU en el continente.

Cuestiones paralelas

A este escenario hay que agregarle la cada vez más importante inversión no occidental, sobre todo china y rusa, en muchos países de la región. Inversiones que, si bien no son tan importantes como en otras partes del mapa, tienen la particularidad de no tener contraprestaciones leoninas como las norteamericanas, lo cual las hacen más atractivas para los gobiernos del continente.

Como si fuera poco, este año hay elecciones en dos países claves del sur del continente: Brasil y Colombia. En ambos hay muchas posibilidades de que ganen proyectos populares que, con sus limitaciones y las complejas situaciones internas, serían un revés importante en la influencia norteamericana.

Como si fuese poco, recientemente mandataries de alto vuelo nuestroamericano como Cristina Fernández de Kirchner y Luis Ignacio Lula Da Silva realizaron discursos que marcan un camino y orientan los esfuerzos para retomar la senda de la unidad continental y el trabajo para retomar márgenes mayores de autonomía respecto de las directrices del norte.

CFK planteando la necesidad de readecuar las estructuras institucionales de los estados nacionales ante la falta de herramientas para controlar a los sectores de poder reales (los privados de varias índoles), y Lula hablando no sólo de recuperar las experiencias integracionistas como el Mercosur, UNASUR, la CELAC y los BRICS; sino proponiendo la creación de una nueva moneda (el SUR) para dejar de depender del patrón dólar (impuesto a punta de fusil y bombardeos por Washington).

Qué hará EEUU ¿priorizará el escenario doméstico para intentar no perder por paliza en las elecciones de medio término o su imagen a nivel internacional como mandamás de las Américas?

Qué harán los gobiernos de la región ¿Seguirán manifestando su síndrome de Hiroshima o tomarán el camino iniciado por Bolívar y San Martín, luego retomado por Chávez, Fidel y otres mandataries?

Por lo pronto, más allá de lo que hagan nuestros gobiernos, nuestra tarea como puebles es hacer caso a la canción: ¡A desalambrar!… ¡y A organizar!

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

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