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Desde la escasez en la oferta de gasoil, hasta el acuerdo con Bolivia por el gas. Scioli trayendo energía eléctrica de Brasil y el Estado chino como inversor de Atucha III. Haremos un repaso de la situación de los recursos energéticos en nuestro país para analizar lo que está pasando con el gas, el petróleo y la energía eléctrica en la Argentina de hoy.

Con la llegada del invierno y la inminente aparición de los primeros fríos, nuevamente se pone sobre el tapete la discusión acerca de la matriz energética del país, ¿Qué estamos produciendo, qué y cuánto importamos, y cómo se llega a la soberanía energética? Acá vamos…

Cuando hablamos de la matriz energética, nos referimos al conjunto de recursos que se encuentran disponibles en un territorio determinado, en este sentido hablar de energía implica referirse por ejemplo a los recursos derivados de combustibles fósiles, como lo son el gas y el petróleo, o a la producción de energía eléctrica.

El peso del gas en la matriz energética nacional

En Argentina esta matriz energética se distingue por el uso central que se le da al gas no solo por el consumo domiciliario, sino que también es utilizado en la producción, de modo tal que del total del gas que nuestro país consume solo 23% es para uso residencial, mientras que el 31% está destinado a la industria y el comercio el 37% restante de utiliza para abastecer centrales térmicas que producen energía eléctrica. El problema es que desde 2008 el país consume una mayor cantidad de gas que la que produce y por eso debió comenzar a importar primero gas natural licuado (GNL), que es el que se importa mediante buques tanqueros, y luego gas de red, importado principalmente desde Bolivia a través del  “Gasoducto de Integración” Juana Azurduy que une Campo Grande (Bolivia) con Campo Durán (Argentina), y  tiene unos 48 km de largo.

El peso que tiene la producción de gas en el esquema argentino de energía se debe también a que somos luego de Venezuela y Bolivia los terceros productores de gas a nivel sudamericano, más allá de esto en Argentina la demanda ha superado lo que se puede producir.

El cálculo nos dice entonces que la Argentina se autoabastece de gas en un 73%, gas que proviene principalmente de las Cuencas del Golfo San Jorge, la Cuenca Neuquina (que incluye a Vaca Muerta) y la Cuenca Austral, el resto se importa, en un 18% mediante GNL, y el 9% restante es el suministro que se le adquiere a Bolivia. Sobre este punto es donde se está poniendo el ojo, en ver cómo reducir la cantidad de gas que se importa y acá cobra un papel fundamental Vaca Muerta. Con las reservas de gas de este yacimiento se podrían evitar las importaciones e incluso comenzar a exportar gas, cómo ya acordaron los secretarios de energía Claudio Huape Minoletti de Chile y Darío Martinez de Argentina. Esto es posible dado a la proximidad geográfica y la existencia de más de 7 gasoductos que unen Argentina con el país trasandino.

Pero volviendo a Vaca Muerta, el problema de fondo es cómo transportar ese gas al resto del país, y a los principales centros urbanos e industriales. Para esto en febrero de este año Alberto Fernandez a través de un decreto de necesidad y urgencia dió por comenzadas las obras y los llamados a licitación correspondiente para la construcción del gasoducto Néstor Kirchner que unirá las provincias de Neuquén con Santa Fé, pasando por Río Negro La Pampa y Buenos Aires. La primera etapa de este plan prevé unir Tratayén en Neuquén con Saliqueló en la provincia de Buenos Aires, a través de 656 km de tuberías y se espera que pueda estar terminada de acá a un año. Esta obra, que se anunció como la más importante dentro de su rubro en los últimos 40 años, le permitiría ahorrar al país unos 2.500 millones de dólares al año en importaciones.

Mientras tanto entre el gas importado por Bolivia y compras que aún quedan por concretar de GNL (se estiman unos 60 buques tanqueros en el período abril-septiembre), la demanda nacional estaría cubierta y no habría escasez ni desabastecimiento. Este punto también trae a debate, la necesidad de contar con una planta nacional de procesamiento de gas, para que una vez que Vaca Muerta esté completamente operativa se pueda también exportar GNL. Se estima que para crear una planta de las características requeridas se necesitan alrededor de 5.000 millones de dólares en inversiones, pero que podrían generar un retorno inmediato de unos 2.000 millones al año.

De esta forma la Secretaría de Energía que depende del Ministerio de Economía de la Nación debe negociar también con el FMI, cuánto gas prevé importar de Bolivia, y cuántos dólares invertirá en la importación de GNL. Recordemos que en uno de los puntos del acuerdo con el fondo, se establecía la quita parcial de subsidios a la energía, precisamente por esto se habló de desabastecimiento, ya que fue el propio Secretario de Energía Darío Martinez quien se había manifestado preocupado días atrás acerca de qué pasaría si Argentina no contaba con los dólares necesarios para pagarle a Bolivia por el gas importado.

Energía Eléctrica

Cómo mencionamos anteriormente la producción de energía eléctrica en nuestro país está fuertemente marcada por la dependencia del gas, de modo que un 63% de la energía producida proviene de centrales que funcionan a gas o combustibles fósiles, un 27% proviene de centrales hidroeléctricas y un 10% de centrales atómicas y energías sustentables. Hablando de energía eléctrica, el autoabastecimiento de la Argentina llega casi a un 97%, aunque el consumo suele ser variado dependiendo del período.

Frente a esto en los últimos días fue noticia el embajador Argentino en Brasil, Daniel Scioli quien ofició de nexo entre el Ministro de Economía Martín Guzman y el Ministro de Energía brasileño Bento Albuquerque, para la concreción de un acuerdo que le permitirá al país importar ese remanente necesario de energía desde Brasil. Frente a esto Guzman despejó algunos temores y afirmó que gracias al acuerdo la Argentina aseguraba su seguridad energética.

Por otra parte el horizonte estratégico está puesto en comenzar a diversificar la producción de energía eléctrica, para esto desde el gobierno buscan comenzar la construcción de la central nuclear Atucha 3, lo que sería la cuarta central de este tipo en el país. Esta obra demandaría unos 8 años, y una inversión de 8.300 millones de dólares, y podría producir el doble de energía que la central de Embalse en la provincia de Córdoba, lo que la convertiría en la central nuclear nacional más importante. Para esto en febrero se llegó a un acuerdo con la China National Nuclear Corporation (CNNC), mediante el cual la empresa oriental financiaría el 85% del costo y que Argentina asumiría el resto. Sin embargo, luego del acuerdo con el fondo, y de las presiones ejercidas por este organismo para controlar los gastos, se está intentando que el total de la obra sea asumida por la corporación china.

El caso de los hidrocarburos   

En los últimos días también fue noticia el gasoil, se habla de escasez, hubo un paro de transportistas de granos lo que produjo un parate en las operaciones de los puertos, y la propia YPF salió a llevarles calma a los productores agropecuarios. ¿Qué pasó? Lo que sucede es que entre los recursos que el país importa para cubrir la demanda interna, también se encuentra el crudo de petróleo, que sirve luego del proceso de destilado para obtener nafta, y gasoil entre otros derivados.  Luego de un aumento internacional en el precio del crudo, las petroleras nacionales señalan que el precio del gasoil en la argentina no acompañó ese aumento por lo que cayó la importación y la producción local.

Por otra parte estamos en tiempo de cosecha en los campos argentinos por lo que la demanda de gasoil para maquinaria agrícola como cosechadoras, tractores, camiones aumenta, este combo hizo que haya problemas en el abastecimiento. Frente a esto YPF tomó medidas y anunció que aumentará un 10% la producción de gasoil con respecto al mismo periodo del año pasado, y el Secretario de Energía Darío Martinez aseguró que está garantizado el abastecimiento de gasoil, y que “existen operaciones especulativas que tienden a complicar la situación”.

Detrás de todo esto subyace el debate de las energías renovables, y el cambio en la matriz energética de nuestro país. Está también la necesidad de generar un vínculo más saludable y menos dañino para con el medio ambiente que habitamos, y cómo lograr una soberanía energética que nos permita autoabastecernos, nos permita ser más independientes.

El compromiso asumido en la Agenda de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas de cara a 2030 fue generar energía segura, sostenible y moderna. Pero para generar energía de estas características se necesita tiempo, investigación, e inversión. Implica además ir en contra de intereses pesados, como los de las petroleras, las empresas energéticas, no solo productoras sino también las transportadoras, es ir en contra también de lo que pretende el FMI para la Argentina, y así, al menos por ahora, todo parece muy lejano.

Nacho Albanesi
Nacho Albanesi

Colaborador de Revista Trinchera y columnista de la sección Economía en el programa 526 al Fondo.
Instagram: @nacho.albanesi | Twitter: @nch_albanesi

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