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La rebelión fue encabezada por fuerzas de la guerrilla de izquierdas, el Frente Sandinista de Liberación Nacional, que contó con un amplio respaldo popular, depuso al corrupto dictador Anastasio Somoza Debayle, hijo de Anastasio Somoza, y tomó el poder en medio de una fiesta de masas a lo largo y ancho de la patria de Sandino.

Los nuevos gobernantes trataron de introducir cambios políticos, sociales y económicos. El gobierno revolucionario consiguió llevar a cabo parcialmente la reforma agraria y estableció programas de alfabetización y un plan sanitario; sin embargo, su gestión se vio obstaculizada por los graves problemas económicos y la fuerte oposición de Estados Unidos.

A partir de 1981, el gobierno de Ronald Reagan incrementó progresivamente su apoyo a la contra. Se enviaron más de 300 millones de dólares en ayuda y equipamiento, y los contrarrevolucionarios recibieron formación militar desde 1982 hasta 1990. Estados Unidos también impuso un embargo comercial sobre Nicaragua y bloqueó los préstamos de muchas instituciones financieras internacionales.

El gobierno sandinista logró ganar las elecciones democráticas en 1986, eligiendo presidente a Daniel Ortega Saavedra. Cuba y la Unión Soviética ayudaron a Nicaragua sandinista frente a las agresiones yanquis, pero la guerra imperialista socavó los esfuerzos del gobierno de Ortega.

La Revolución provocó cambios profundos y duraderos en Nicaragua. La dinastía somocista, que había gobernado el país como una hacienda privada durante 40 años, fue derrocada, y la poderosa Guardia Nacional formada en Estados Unidos fue desarticulada. El nivel de analfabetismo se redujo significativamente y los grupos marginados, como las mujeres, los jóvenes y la población rural participaron más activamente en la vida del país.

En 1990, cuando el país se hallaba al borde del colapso económico, los sandinistas perdieron las elecciones generales; esto supuso el fin de un experimento revolucionario que, sin embargo, dejó una profunda huella en el país.

Luego de años de crudo neoliberalismo desde 1990, los sandinistas regresaron al gobierno en enero de 2007 de la mano del histórico comandante Ortega, que sigue al frente de Nicaragua. Hoy, los enemigos de ayer siguen atacando a la Patria de Sandino, que resiste. Y este 19 de julio de 2021 el pueblo sandinista de Nicaragua celebrará un nuevo aniversario de la Revolución reafirmando su soberanía frente al imperialismo bajo la presidencia de Ortega.

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