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Luego de las varias idas y vueltas entre el gobierno nacional y la CONMEBOL -a causa de los estrictos protocolos presentados por el Ministerio de Salud- el presidente Alberto Fernández decidió dar de baja a la Argentina como sede de la Copa América, algo totalmente acertado dada la situación sanitaria que atraviesa el país. De haberse jugado, seguramente se hubiesen incrementado los casos de Covid-19, ya sea por los festejos en las calles como por los tumultos de la gente en las cercanías de los estadios.

La Conmebol terminó por activar una opción bastante ilógica y lógica a la vez: ilógica porque Brasil continúa siendo uno de los grandes epicentros de la pandemia, pero lógica porque si algo ha quedado claro durante estos meses es que a Jair Bolsonaro le importa poco y nada el sufrimiento del pueblo brasileño. El jefe de Estado de Brasil aceptó albergar la Copa América en solo 24 horas y adelantó que Brasilia, Cuiabá, Rio de Janeiro y Goiânia serían las ciudades sede.

¿Qué pasa en Brasil?

Dos días después de confirmar su localía y de acuerdo a las cifras proporcionadas por el Ministerio de Salud de Brasil, el país registró 95.601 nuevos casos de Covid-19 y 2.507 muertes, cifra que se acerca al récord de los 100 mil contagios que se constataron el 25 de marzo pasado.

También es necesario recordar que es el segundo país -detrás de Estados Unidos- con mayor cantidad de muertes por COVID-19, y el tercero en cantidad de casos. El último 27 de mayo, por ejemplo, Bolsonaro pidió a la Corte Suprema que las medidas de gobernadores e intendentes para “lockdown” o restricciones sean declaradas inconstitucionales.

Parecen no pesar en el cínico círculo político de la ultraderecha brasileña los más de 460.000 fallecidos, pero tampoco sorprende: Bolsonaro siempre tuvo un discurso negacionista con respecto al peligro de la pandemia, declaró dudas sobre las vacunas y se burló de los muertos; exigió a los brasileños que “dejaran de lloriquear” y hasta hoy sigue recomendando el uso cloroquina -medicamento contra la malaria, ineficaz contra Covid-19- que puede producir severos efectos secundarios.

Asimismo, también es importante señalar que varios de los estados de Brasil están cerca del colapso sanitario. Sin embargo, a la ultraderecha neoliberal que gobierna con Bolsonaro a la cabeza, esos números no la conmueven. Sin ir más lejos, una de las sedes que ofreció Brasil fue el estadio Arena Amazonia, ubicado en Manaos -sede del Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos 2016-, pero por la cepa que lleva el nombre de la localidad, la iniciativa de Bolsonaro duró solo una hora. Por otro lado, desde el gobierno de Pernambuco, liderado por Paulo Câmara, se determinó no ser parte de la competencia.

Los expertos dieron alerta sobre la posible llegada de una tercera ola, como también por la propagación de otras variantes del SARS-CoV-2, que se suman al hambre y la pobreza que azotan a Brasil: cada vez son más las personas que viven en la indigencia y dependen de políticas estatales que no existen, porque Bolsonaro desgobierna.

No es casualidad que la propuesta de realizar la Copa América en Brasil haya llegado 48 horas después de la mayor movilización que hubo hasta entonces contra el Gobierno de Bolsonaro y su gestión de la pandemia. Fueron decenas de miles lxs brasileñxs que se movilizaron en varias ciudades del país para exigir “Fora Bolsonaro” y cabe mencionar que entre ellxs se encontraban hinchadas de clubes como Gremio, Palmeiras, Bahía y Corinthians.

Reacciones en contra ¿y a favor? del torneo:

El vicepresidente de Brasil, Hamilton Mourao, mencionó que el país presenta “menos riesgo” frente a la pandemia que la Argentina: «No es que sea más seguro, es menos riesgoso. Es menor el riesgo, pero el riesgo continúa» y señaló con total liviandad: «No habiendo público, no hay problema. Es apenas dividir las sedes y listo. Nuestra ventaja es la amplitud del país y de nuestros estadios», palabras que cayeron pésimo en el entorno dado a lo complejo que está siendo realizar la competición. 

Por otro lado, la críticas fueron muchas y una de las más fuerte fue de la presidenta del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hofmann, que se mostró en contra de la decisión de albergar el torneo y agregó: «¡Y nos enteramos que (el presidente, Jair) Bolsonaro autorizó la realización de la Copa América aquí en Brasil! ¿Esto es serio? ¿En medio de la pandemia, la llegada de la tercera ola, riesgo por falta de camas, suministros y con vacunación lenta? ¡Increíble!».

Asimismo, el lunes por la noche el Partido de los Trabajadores había presentado una solicitud para que se suspendan las negociaciones entabladas para la realización de la Copa América en Brasil, aludiendo que el traslado del evento a Brasil aumentaba los riesgos de proliferación del nuevo coronavirus en medio de la descontrolada crisis sanitaria en el país.

En esa misma solicitud, el PT también pedía la citación a los gobernadores y alcaldes de las ciudades donde se prevé la realización de los partidos. Esta última solicitud se fundamenta en que el Tribunal Supremo resolvió previamente que los gestores locales tienen competencia para decidir sobre hechos que impliquen riesgo de aglomeraciones, medidas de aislamiento, etc.

En el plano judicial el juez de la Corte Suprema de Justicia de Brasil, Ricardo Lewandowski, le pidió a Jair Bolsonaro que dé explicaciones por el acuerdo con la Conmebol para realizar la Copa América en medio de la segunda ola de coronavirus: «Considerando la importancia del tema y la emergencia de salud pública derivada del brote de coronavirus, así como la urgencia que requiere el caso, se solicitan informaciones previas al Presidente de la República dentro del plazo legal» manifestó el magistrado.

A las protestas también se sumó el sindicato internacional de jugadores profesionales -FIFPRO- que el martes emitió un comunicado expresando su preocupación con el proceso que se tomó para reasignar la Copa América, ya que incluyó decisiones tardías y el anuncio de una nueva sede apenas unos días antes del inicio del torneo y agregó: «Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, hemos manifestado claramente que la salud pública y la seguridad deben ser la prioridad máxima dentro de la industria del fútbol», .

Y completó el comunicado diciendo: “La decisión de trasladar con tan poco tiempo de antelación a cientos de futbolistas para competir en un torneo de semejante complejidad abre un escenario de incertidumbre para cada uno de ellos y sus familias”, dejando claro que “en este contexto, FIFPro apoyará naturalmente a cada futbolista que decida rechazar la convocatoria y no participar en el torneo en base a sus preocupaciones respecto a salud y seguridad”.

Por último, el jueves por la noche un grupo de jugadores de la Selección de Brasil se plantaron contra la realización de la Copa en su país y, según Rádio Gaúcha, los que juegan en Europa pidieron no jugar el certamen. En conferencia de prensa, Tite, entrenador de Brasil, mencionó el tema, pero no reveló detalles y dijo: «Ellos -los jugadores- tienen una opinión, se la expresaron al presidente, y la van a expresar al público. Con esto tiene que ver la ausencia de nuestro capitán, Casemiro».

Como si la preocupación no fuera poca, por la tarde del viernes el presidente de la Confederação Brasileira de Futebol, Rogério Caboclo, fue denunciado ante la Comisión de Ética de CBF y la Junta de Gobierno y Cumplimiento por acoso sexual y moral por un empleado de la entidad que saltó en defensa de una compañera de trabajo; el escrito detalla los episodios que habría SUFRIDO la víctima, quien además afirma tener pruebas contundentes de varias conductas abusivas en viajes y reuniones de Comisión Directiva. Su intención ante la Justicia es que Caboclo sea investigado y destituido de su cargo.

Aún con la incertidumbre de si se jugará o no en nuestro país vecino, lo que sí parece claro es que la Copa América está siendo utilizada en Brasil como cortina de humo para meter debajo de la alfombra -al menos por un rato- el genocidio al que Jair Bolsonaro somete al pueblo brasileño con su desgobierno. Bolsonaro no solo intenta desviar la atención sobre sus crímenes, sino que subestima a un pueblo digno que rechaza su gestión de la pandemia y en las calles seguirá gritando “Fora Bolsonaro” hasta liberar a Brasil.


Paz Eduard
Paz Eduard

Proveniente del sur, me instalé en la ciudad de las diagonales. Fiel pensante que la política el deporte van de la mano. Siempre me vas a tener al servicio de la comunicación del pueblo y su deporte.


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