Personas en situación de calle lanzaron una línea de alfajores

Personas en situación de calle lanzaron una línea de alfajores

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

La organización social Proyecto 7, integrada por personas en situación de calle, trabaja para ayudar a la gente que está en su misma condición y, con ese fin, primero creó una panificadora, que lleva diez años de actividad, y recientemente para, darle mayor masividad a su producción, lanzó su propia línea de alfajores.

Su coordinador Horacio Ávila, relató el proceso que llevó a desarrollar esta iniciativa, primero con la panificadora y ahora con la fábrica de alfajores Boca Calle, en el barrio porteño de Barracas, con el objetivo de darle a la gente en situación de calle “una oportunidad real” de trabajo.

Según el último relevamiento anual realizado por organizaciones de la sociedad civil, la Defensoría de la Ciudad y la Auditoría General porteña, son 7.251 personas las que viven en situación de calle en la ciudad de Buenos Aires.

“Yo a lo nuestro lo defino como algo que nadie se animó a hacer. Nosotros trabajamos con ese objetivo que es darle una oportunidad a la gente para que deje de estar en la calle”, dijo Ávila.

12 personas trabajan en la elaboración del alfajor

¿Cómo nació la idea para la fabricación de alfajores, teniendo en cuenta que ustedes son una organización social que ayuda a las personas sin vivienda en la Ciudad de Buenos Aires?

La fabricación de alfajores tiene que ver con una continuidad del trabajo. Nosotros ya tenemos funcionando una cooperativa de panificación que se llama “Siete Espigas” y nos pusimos a pensar en fabricar un producto más masivo aún, como los alfajores, con un bajo costo.

¿Cómo se llama el alfajor y cuántas personas trabajan para su producción?

El alfajor se llama Boca Calle. El nombre fue elegido por los compañeros y es muy simbólico. Por ahora son 12 trabajadores en la elaboración del alfajor. Estamos pensando en cinco puntos de la Ciudad de Buenos Aires para que el alfajor se pueda vender y estamos viendo otras formas de comercialización más eficientes.

¿Cuántos años llevan ya de trabajo comunitario en Proyecto 7?

Proyecto 7 tiene 18 años de trabajo y estamos próximo a cumplir los 10 años del (Albergue) Monteagudo, que es el primer centro de integración para personas en situación de calle del mundo y manejado por las mismas personas sin vivienda. El 4 de abril el Monteagudo cumplirá sus 10 años y para nosotros es un momento importante en nuestra historia. Pasamos crisis como los cuatro años del gobierno anterior y la pandemia y seguimos trabajando duro para encontrar soluciones para la gente que vive en la calle.

¿A cuántas personas asiste el Centro Monteagudo todos los días?

Son 120 varones adultos que residen, más aquellas personas que vienen por ayuda todos los días.

¿También tienen un centro de contención para mujeres sin vivienda?

El Centro de Rehabilitación Frida, en homenaje a la artista mexicana Frida Kahlo, cumplió cinco años y está a pleno, con toda la casa llena de mujeres, mujeres trans, niñas y niños también. Ya hemos tenido siete nacimientos en el Frida, es un lugar organizado, que funciona bien y estamos muy contentos con los logros obtenidos.

¿Cómo define el trabajo social que vienen realizando Proyecto 7 y sus emprendimientos?

Lo defino como algo que nadie se animó a hacer y que nosotros tomamos la posta, nos pusimos objetivos, comenzamos a trabajar con la problemáticas de las personas en situación de calle con una visión muy diferente y darle una oportunidad a la gente para que deje de estar en la calle. Eso son nuestros objetivos y eso es lo que hacemos.

El Proyecto 7 y sus albergues para las personas sin viviendas, ¿funciona solamente en Capital Federal?.

Por el momento sí, pero ya hemos hablado con la gente del Ministerio de Desarrollo con la Comunidad de la provincia, que conduce Andrés Larroque, y estamos viendo de llevar adelante un proyecto similar en la provincia.

¿Cómo es la relación de Proyecto 7 con los gobiernos?

Con el Gobierno de la Ciudad tenemos una relación política, sabiendo que cada uno está en una vereda diferente, pero dentro de esa articulación, hace años que venimos trabajando. Con el Gobierno bonaerense es una relación nueva, porque es una gestión nueva, pero con muchas expectativas de poder trabajar juntos y armar Centros de Integración en la provincia de Buenos Aires para poder hacer en la provincia lo que hacemos en la ciudad de Buenos aires. En tanto, con el Gobierno nacional venimos con algunos trabajos conjuntos para poder organizar la ayuda para el invierno que se nos viene y además que estamos muy próximos para que se apruebe la ley para las personas en situación de calle, una iniciativa que también es nuestra, y que permitirá alcanzar trabajo para muchísimos compañeros y compañeras.

¿Cómo le gusta que definan a Proyecto 7, ua organización social, política, o comunitaria?

Nosotros somos una organización política y social, tenemos las dos patas. Nuestro eje principal es lo social, pero también estamos en una lucha política reivindicativa por los derechos de los compañeros en situación de calle y también apoyamos otras causas políticas en el país. Socialmente, podemos mostrar nuestros centros de contención social y todo lo que hacemos, y también tenemos nuestra definición política y actuamos políticamente.

Artículo publicado originalmente en Telam

Marcelo Cena
Marcelo Cena

Trabajador de Prensa en diversos medios. Militante de la vida Peronista. No soy neutral.

Repensar la Defensa: El futuro de Nuestra América depende de la integración regional

Repensar la Defensa: El futuro de Nuestra América depende de la integración regional

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El No al ALCA de 2005 fue el puntapié para construir instancias de integración regional sin la participación de Estados Unidos, que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se las había rebuscado para mantener cierto control sobre los países de América Latina. Una de ellas fue la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), creada en 2008 para integrar a los países de América del Sur en una comunidad política, social, cultural y económica, basada en su historia común y el sueño de los próceres que querían ver una América unida.

Ese mismo año, la UNASUR creó el Consejo de Defensa Suramericano, que reunía a todos los ministros del área y buscaba preservar a la región como zona de paz y generar medidas de creciente cooperación militar entre los Estados. A su vez, el CDS creó el Centro de Estudios Estratégicos de Defensa, con el objetivo de generar un pensamiento estratégico a nivel regional, que coadyuve la coordinación y la armonización en materia de políticas de Defensa en Suramérica; y en 2015 se inauguró la Escuela Suramericana de Defensa, que permitiría avanzar en la definición de una base conceptual común a través del estudio de las diferentes percepciones y visiones de cada uno de los países.

Sin embargo, los cambios que se dieron en las administraciones de los Estados miembros a partir del 2015, generaron un giro de 180° en relación a la construcción del bloque suramericano. Con Mauricio Macri, Michelle Temer, Iván Duque, Mario Abdo Benítez, Sebastián Piñera y Lenín Moreno, Argentina, Brasil, Colombia, Paraguay, Chile y Ecuador cesaron su participación en la UNASUR para construir espacios de integración con las condiciones que imponía Estados Unidos: que presionaran a Venezuela y siguieran las directrices del Comando Sur. Así nacieron el Grupo de Lima y PROSUR.

A comienzos de este año, con la Argentina de vuelta bajo un gobierno progresista, el ministro de Defensa, Agustín Rossi, mantuvo conversaciones con el subsecretario de Defensa de Chile, Cristián de la Maza, y con el Secretario de Asuntos Estratégicos de Brasil, Flavio Augusto Viana Rocha; y la semana pasada, Cancillería anunció que el país se retiraba formalmente del Grupo de Lima. ¿Cuál es la importancia de volver a generar espacios de diálogo con los países vecinos?

Un imperio que se repliega sobre nuestro territorio

Las instancias de cooperación regional sin su participación nunca fueron del agrado de Estados Unidos, que además enfrenta una disputa que año a año lo encuentra más debilitado frente a un actor que no para de crecer, como lo es China. En ese marco, “vemos a un imperio que se repliega sobre la que siempre ha sido su zona de influencia, América Latina”, advierte el secretario de Estrategia y Asuntos Militares de la Nación, Sergio Rossi.  

Por eso, en el ultimo tiempo, Estados Unidos ha avanzado, como analiza la periodista Telma Luzzani, con una creciente militarización; el desconocimiento explícito de las leyes internacionales; apoyando el avance de derechas antidemocráticas; y promoviendo el caos, principalmente, a través de nuevas técnicas: ataques informáticos, pulsos electromagnéticos dirigidos, terrorismo mediático, lawfare.

En este sentido, la desarticulación UNASUR tiene su correlato geopolítico en la estrategia que Estados Unidos configuró al apoyar las dictaduras militares que hubo en la región durante las décadas del 60 y 70: sostener su hegemonía en lo que considera su “patio trasero” y poseer determinado control sobre las Fuerzas Armadas del continente. Y es que en materia de Defensa, la destrucción del CDS supuso un completo cambio de paradigma para la región. 

Sin ir más lejos, en Argentina, la Directiva de Política de Defensa Nacional de 2018, se alejaba de la noción de que la región era una zona de paz, para referirse a una “baja probabilidad de ocurrencia de conflictos militares interestatales”. A su vez, privilegiaba a la OEA en la resolución de controversias; y en línea con las directrices estadounidenses, identificaba a Venezuela como una amenaza a la consolidación de la paz sudamericana y buscaba forzar una relación entre la región y el terrorismo islámico, a partir de una caracterización de la Triple Frontera.

Defensa en Sudamérica: un debate que aún debe darse

La cooperación regional en materia de defensa tuvo su punto álgido con la creación del Consejo de Defensa Suramericano, el Centro de Estudios Estratégicos de Defensa y la Escuela Suramericana de Defensa, una iniciativa argentina en el marco del CDS. 

Estas instancias contribuyeron a la consolidación de una zona libre de armas nucleares, químicas y biológicas; a la concertación política entre los países de la región en materia de defensa y, por lo tanto, a la construcción de medidas de confianza recíprocas. Esto se vio materializado en diversas iniciativas políticas de carácter multilateral con implicancias visibles: el producto más notable es quizás el bajísimo grado de conflictos armados entre los países de la región, y el fuerte apego a las normas de resolución pacífica de disputas.

El desafío, en este escenario de disputa global, no puede ser otro que el de renovar instancias de integración regional que recuperen los intentos de construcción de una identidad suramericana en materia de defensa. Como decía Juan Domingo Perón, “somos depositarios de riquezas que algún día el mundo va a demandar” y es por eso que llegó la hora de aunar fuerzas que permitan defender del saqueo a nuestros bienes comunes, baluartes para el bienestar de nuestros pueblos.

En diálogo con este medio, el General retirado del Ejército, Fabián Brown, sostuvo que “si nosotros no reflotamos una instancia de cooperación regional como lo fue UNASUR y su CDS, lo harán nuestros hijos, porque se trata de poder tener peso en el plano internacional, de tener capacidad de autodeterminación sobre nuestro destino. Es un objetivo irrenunciable si queremos tallar en el mundo”.

Esto no supone la renuncia de los países a estructurar y organizar los dispositivos que le aseguren una capacidad de defensa autónoma. Al contrario: el desarrollo y el fortalecimiento de esas capacidades, en el marco de esquemas cooperativos como los que la región supo construir, permitirá la necesaria consolidación del bloque en este escenario de disputa global.

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