En una de sus obras célebres el cantautor argentino Víctor Heredia dice: “Tengo un poema escrito más de mil veces, y en él repito siempre que mientras alguien proponga muerte sobre esta tierra y se fabriquen armas para la guerra, yo pisaré estos campos sobreviviendo”.
Y eso es lo que parece estar haciendo desde hace mucho tiempo la gran mayoría de la humanidad. El sistema capitalista ha demostrado hasta el hartazgo que es un sistema de muerte: de muerte de la naturaleza, de muertes evitables de especies animales y vegetales, y de seres humanes.
La pandemia, vino a demostrar que la lógica de producción y reproducción capitalista nos está llevando a un callejón sin salida donde todo tipo de vida corre riesgo de no sobrevivir. Los virus, las epidemias, las pandemias, parecen reflejos de la madre tierra, advirtiendo a la humanidad sobre el peligro de seguir por este camino.
Desglobalización
Son varies les analistas que afirman que la globalización como expresión global del sistema de producción y reproducción capitalista está llegando a su fin, y resaltan como la máxima expresión de ello la fuerza que cobran los regionalismos, o la llegada de Trump (un aislacionista) o el Brexit como puntos de quiebre.
Pero ellos no parecen ser más que la consecuencia de un sistema neoliberal, racista, clasista, patriarcal y xenófobo que incluso dejó de basarse en la producción para vivir de la especulación financiera y las burbujas ficticias. Una tras otra, esas burbujas fueron explotando y no puede descartarse que la vacuna contra el Covid-19 no termine por convertirse en otra de ellas. Aunque esta vez dos de los grandes jugadores (Rusia y China) están diciendo que la cura a la pandemia debe ser de dominio público.
Este hecho puede leerse de varias maneras: como una preocupación real por salvar vidas sin importar el costo y mostrarse como ejemplos para el mundo; como una forma de atraer confianzas y posteriores inversiones hacia esa región del mundo; como forma de visualizar la codicia occidental; como demostración de que el poder ya no está sólo en los EEUU y sus aliados. Sea cual fuere, la batalla por las vacunas está marcando el desarrollo geopolítico.
De desastre en desastre
Pero el desastre (o los desastres) que generó el sistema capitalista no es nuevo. El economista y director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, Alfredo Serrano Mansilla sostiene que lo que ha demostrado Nuestra América en este comienzo de siglo es que los gobierno neoliberales, en múltiples dimensiones, han dado cuenta de su incapacidad de gobernar.
Durante las últimas dos décadas los pueblos de la región han demostrado que están hastiados del saqueo de sus bienes, la pérdida de derechos y la represión sistemática no la quieren más. “Si uno mapea las dos décadas que llevamos en América Latina ha habido más años de gestión antineoliberal precisamente porque la ciudadanía lo quiere“, analizó el economista en diálogo con el portal ruso Sputnik.

Quizás ese hecho haya sido lo que comprendieron tanto Rusia como China. Dos potencias que si bien no dejan de ser capitalistas y que devoran bienes, tiene una lógica de negociación distinta (al menos con nuestra región). El “ganar-ganar” les sirve y deja en off-side a los EEUU, que lejos de comprenderlo, están enceguecidos, pretendiendo continuar con su sojuzgamiento sobre la región.
Muestra de ello son las políticas de endeudamiento que están llevando adelante los países nuestroamericanos gobernados por la derecha pro-imperial. Ya no sólo Argentina cuenta con un bono de deuda a 100 años, ahora se sumó Perú. Los niveles de endeudamiento en el continente más desigual del mundo siguen incrementándose, al mismo tiempo que organismos internacionales como el FMI señalan que esta región será la más castigada post pandemia.
Unidos seremos más fuertes
Ante el escenario que se presenta no son pocas las voces que comienzan a advertir sobre la necesidad histórica de reflotar instituciones regionales como la CELAC y la UNASUR. Es por demás sabido que en solitario cada país es más débil a la hora de negociar, sea con EEUU, con la Unión Europea, con China, la India o Rusia. Un bloque regional fuerte será de gran importancia para generar condiciones más beneficiosas para nuestros pueblos.
María Luisa Ramos Urzagaste, quien fuera vicecanciller de Bolivia en 2017, sostuvo recientemente que “el FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, OMC, de manera sucinta, pueden ser caracterizadas como las instituciones globales destinadas a sostener y fortalecer el actual sistema de poder de un puñado de transnacionales y de unos pocos países y sus élites, lo que ha resultado en una mayor desigualdad y la actual crisis climática”.

En tal sentido, la ex funcionaria resalta que ni estos organismos ni el G20 han demostrado humanidad. La lógica es siempre la misma y busca generar mayor rentabilidad para los ganadores de siempre, aunque la narrativa intente aparecer como humanista.
La posible llegada de Biden al Despacho Oval no hará que cambien las políticas, sino que quienes tienen el poder real avancen con la mesa prácticamente servida para esta vez ir “con todo a usar el Estado para sus propios fines, endeudándolo aún más. Ese es el peligro que se cierne sobre nuestros países y los más vulnerables”.
La crisis política, económica, sanitaria, diplomática y sobre todo moral de los EEUU (que ya estaba en pésimas condiciones antes de la pandemia y donde puede haber surgido el COVID) abre una puerta de posibilidades, lo que no quiere decir que el gigante del norte se quedará inmóvil mientras el continente -nuevamente- se le rebela.
De Sobrevivir al Buen Vivir
Las experiencias políticas vividas en las últimas décadas en Nuestra América son una base de conocimientos invalorables para la reconstrucción del camino hacia nuestra segunda y definitiva independencia.
Los desafíos inmediatos serán saber sortear las presiones de EEUU; regenerar los procesos de unidad comprendiendo que pueden convivir expresiones políticas diferentes en un mismo proyecto, potenciando las similitudes; o saber aprovechar las posibilidades que brindan potencias como Rusia y China.

Pero el gran desafío será la construcción de un modelo diferente, un sistema más solidario de relacionamiento entre humanes y mucho más consciente de los vínculos con les demás seres vives y el medio ambiente. Lo decía el presidente Alberto Fernández recientemente: “Quiero una normalidad más justa que seamos capaces de construir, donde todos crezcamos, no donde crezcan algunos y millones padezcan. Esa normalidad no la quiero volver a construir. Para que no lo hagamos, hacemos falta todos […] Tengamos presente la oportunidad que tenemos de hacer las cosas bien de una vez y para siempre. No dejemos pasar la posibilidad”.
Que clarito Nico