El 4 de agosto del año en curso quedará marcado en la historia viva de los pueblos del mundo, o bien como un acto de impericia similar al de Chernóbil, o bien como un acto criminal (de guerra) que copó las pantallas de gran parte de la prensa mundial por lo atroz del hecho.
Lo que se pudo observar desde el momento “cero”, fundamentalmente en la prensa occidental y de países como Arabia Saudí, es que hubo apremio por sindicar que lo ocurrido o había sido un trágico accidente o se trataba de un atentado del Movimiento de Resistencia Islámico Hezbollah.
Pero para quienes medianamente manejan los temas vinculados con Medio Oriente, sabiendo las rivalidades y conflictos que aquejan a la región, un hecho como el sucedido en Beirut, lejos está de poder desvincularse con un atentado a manos de alguno de los enemigos confesos del Líbano, de la organización Hezbollah y de lo que implican para el considerado Eje de la Resistencia que integran junto con la República Islámica de Irán, Siria y la resistencia palestina.
Algunas consideraciones
Respecto del tema, hay varios elementos a considerar: el principal son las palabras del presidente libanés, Michel Aoun, quien manifestó que no se descarta la posibilidad de que el incidente haya sido producto de una agresión externa.
En segundo lugar, que el propio Donald Trump sostuvo en una rueda de prensa: “Me he reunido con algunos de nuestros mejores generales, y ellos creen que esto no se trata de una simple explosión de una fábrica. Esto fue, parece ser que fue, según ellos, que saben más que yo, un ataque. Que se trata de algún tipo de bomba”.
En tercer lugar, porque es por demás sabido el enfrentamiento y las posiciones encontradas que existen entre el gobierno israelí y la organización Hezbollah y el gobierno del Líbano. De hecho hace algunas semanas el líder de Hezbollah, Sayed Hasan Nasralá, había manifestado que no quedaría impune el asesinato de un militante de la organización a manos del ejército israelí en los territorios ocupados del Golán. A esto hay que sumarle la escalada de tensiones que habían sucedido durante las semanas anteriores entre el Líbano e Israel. Hechos que recopila y resalta el colega Sebastián Salgado.
En cuarto lugar también cabe tomar en consideración algunas características de la explosión como el famoso hongo blanco y la onda expansiva que genera (propio del armamento nuclear), la forma en que quedaron los autos donde la presión estaba ejercida desde arriba y no desde los laterales.
El coloniaje recalcitrante de Macrón y la injerencia externa
Párrafo aparte se merece la visita colonialista con aires de superioridad del presidente francés Emmanuel Macrón, un claro aliado del ente sionista. La visita del galo no sólo despertó el enfado entre la población y autoridades libanesas: hasta el Partido Comunista Francés difundió un comunicado donde critica la petulancia de Macrón.
Esta discusión vino atada a la de los pedidos internos y externos de un peritaje internacional “independiente”, como si no se supiera que muchas veces este tipo de pedidos responde, precisamente, a lo opuesto a lo que se proclama: garantizar que no se sepa qué pasó.
Hechos para nada distintos a la hipocresía imperial. No solo la de EEUU que se propuso a ayudar cuando al mismo tiempo redobla las sanciones, sino también la de los mandatarios israelíes expresando su consternación ante lo sucedido. Actos que no solo dan vergüenza ajena, sino que causan repugnancia.
Cosas que hacen dudar
Durante estos días muchos videos han circulado por las redes sociales, alertando de la incursión de un misil o dron como causante de la explosión. Más allá de que es sabido que muchas veces estos videos pueden estar adulterados, lo que llama la atención es que muy rápidamente plataformas como Facebook, YouTube o Twitter se apresuraron a bloquearlos y sacarlos de circulación. Incluso la agencia AP (que responde a intereses de EEUU) salió casi de inmediato a decir que estos videos eran falsos. La pregunta que cabe entonces es ¿por qué tanto apuro en marcarlo cuando a diario hay cientos o miles de videos falsos circulando en las redes?
Más allá de todo esto, si efectivamente fue una negligencia como afirmarían las primeras investigaciones del gobierno libanés, caben otro tipo de preguntas. ¿Por qué estaba ese material altamente peligroso sin los cuidados necesarios? ¿Por qué los servicios de inteligencia no advirtieron de esa irregularidad, y si lo hicieron por qué no hubo respuestas? ¿Quién se beneficiaba con que esté ese cargamento allí?
No es menor el hecho de que El Líbano sea uno de los países que conforman el denominado Eje de la Resistencia. De igual modo, lo que significa el país en la disputa en Siria, donde Hezbollah tiene un papel protagónico en la lucha contra el Daesh. Esto sin olvidar la importante alianza con Rusia. Otra nota merecería el hecho de que el puerto de Beirut era parte de una de las rutas de la propuesta China de la Franja y la Nueva Ruta, proyecto que no sólo podría haber ayudado a solucionar la crisis económica del país, sino que convertiría al Líbano en un actor clave en la región.
De igual modo hay que poner el ojo en las protestas de los días posteriores al incidente que dejó más de un centenar de víctimas fatales y más de 6 mil personas heridas. En varios análisis se viene exponiendo la intromisión de potencias extranjeras en los asuntos de El Líbano, fogoneando las protestas y las divisiones históricas que persisten entre cristianos manonitas, musulmanes sunnitas y musulmanes chiitas.
Algunas reflexiones finales
Lo cierto es que si la investigación concluye que la explosión fue por negligencia de funcionarios públicos y de quienes administraban el puerto, seguramente habrá consecuencias graves para les responsables. Si por el contrario se llega a la conclusión de que fue un ataque externo, la situación se vuelve mucho más compleja porque sería un acto de guerra al cual El Líbano, por su crisis económica y política, difícilmente podría responder en unidad. Las operaciones mediáticas estarán a la orden del día y las verdaderas causas del hecho posiblemente sea difíciles de conocer.
El dicho popular afirma que “a río revuelto, ganancia de pescadores”. El surgimiento de las desconfianzas entre los diferentes grupos libaneses, la crisis económica previa al COVID-19 que ya padecía El Líbano, y la explosión del puerto de Beirut (por donde ingresaba el 70% de los insumos necesarios del país) llevan a la siguiente conclusión: sea cual fuere el motivo de la explosión, el único que pierde en este escenario es el pueblo libanés.