POR CONSTANZA KOHLER*
El complejo científico-tecnológico nacional fue tomando relevancia en el debate público en los últimos años, siendo un eje central en la crítica al macrismo ante el desfinanciamiento efectuado en el último ciclo de gobierno, y punta de lanza en la plataforma política del Frente de Todos durante la campaña electoral 2019.
La pandemia del COVID-19 acarrea la emergencia de una evidente necesidad de sostener como política de Estado la producción de conocimientos científicos. El presidente Alberto Fernández declaró en su discurso inaugural que éste es “un gobierno de científicos”, diferenciándose del gobierno de CEOs de la Alianza Cambiemos. Celebramos el protagonismo que se fue desarrollando en el último tiempo, sin embargo es momento de pensar hacia dónde queremos encaminar las políticas científicas.
Nos hemos apropiado de la lucha por la defensa del sector científico-tecnológico, y en ese camino dejamos pendientes discusiones que nos permitan implementar y profundizar estrategias que garanticen la soberanía científica, la soberanía tecnológica, y su consiguiente aporte a la soberanía territorial, espacial, energética, alimentaria, simbólica, económica.
Durante los dos gobiernos de Cristina Fernández, la lógica aplicada situó la elección de temas y estructuración en manos de les propies integrantes del sector. A primera vista, parece acertada la decisión, pero desde la perspectiva situada latinoamericanista hace décadas se plantean problemáticas epistemológicas de fondo a esta concepción. Afloran aquí empolvadas críticas que tienen total vigencia, siendo centrales la necesidad de establecer criterios de importancia/relevancia y la falacia de la libertad de investigación, conceptos acuñados por Oscar Varsavsky.
Dejar librado al propio sector la elección de las temáticas, métodos de evaluación, criterios de selección, implica sostener una dependencia científica, que es también dependencia cultural, que se ha extendido ya en demasía. Referirse a libertad de investigación, ilusión histórica que supone la elección objetiva de los temas a estudiar, invisibiliza la subordinación de nuestro sector público de CyT a las reglas de juego del sistema científico internacional, con temas de investigación considerados importantes y/o necesarios por los países centrales.
Así, terminamos produciendo conocimientos que tienen poca utilidad real para los países periféricos, adoptando lógicas competitivas con temáticas desvinculadas de los territorios. Entra aquí también la necesidad de establecer como pueblo criterios para identificar las temáticas relevantes. ¿Para quién son relevantes? ¿Con qué objetivos? ¿En qué marco se llevan adelante las investigaciones? Son preguntas que debemos hacernos para independizarnos del sistema científico tecnológico globalizado homogeneizador.
Hace unas semanas, en el marco del Seminario Ciencia, Tecnología y Desarrollo en tiempos de Covid-19, realizado desde el Ministerio de Producción de la Provincia de Buenos Aires, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, Roberto Salvarezza, planteó con mucha claridad la proyección para el sector: trabajar en proyectos por misión. ¿Qué significa esto? Utilizar y producir conocimientos científicos en el cumplimiento de objetivos emergentes, es decir, abordar desde la tecnociencia problemáticas situadas. Según Salvarezza, esto no restaría importancia a la ciencia tradicional, sino que se sumaría a las líneas ya existentes.
Es así que surge la necesidad de pensar de qué manera se implementará esta política científica. Para que pueda desarrollarse se torna imperioso trazar redes de articulación entre Nación – Provincias – Municipios; resulta urgente la creación de canales de comunicación con las comunidades, para que las problemáticas sean formuladas desde los territorios, y los abordajes se realicen no sólo desde la perspectiva interdisciplinaria propuesta por Rolando García, sino que también sean construidos con los saberes-haceres populares. Habrá que evitar derrotismos anclados en argumentos presupuestarios, considerando que muchas de las herramientas ya están. El conocimiento necesario en muchos casos solamente requiere ser aplicado, orientado, entrando en el cuadro también la importancia de gestionarlo.
Encarar este proceso como pueblo requiere que les integrantes del sector científico-tecnológico nos permitamos desacralizar la ciencia, que abandonemos la pretensión mesiánica, para comprender que la ciencia por sí misma no va a salvar a nadie. “Nadie se salva sólo” se convirtió en máxima para afrontar la pandemia, con esa misma lógica debemos prepararnos para involucrar la práctica científica en un proceso colectivo de recuperación del país.
Solamente podremos saldar las grandes desigualdades estructurales si logramos conjugar correctamente el Estado, el complejo CyT, el sector productivo, y las organizaciones sociales (articulación sintetizada en la herramienta analítica Triángulo de Jorge Sábato, complejizada por Renato Dagnino al sumar al último sector mencionado). Solamente podremos hacerlo si abandonamos la pretensión de escindir la militancia política de la práctica científica. Entendernos como polítiques científiques-tecniques, implica ejercer nuestras profesiones de forma crítica, situada, federal, colectiva, territorializada, vinculada a las realidades del pueblo.
Para quienes aún no integramos el sector, sino que nos estamos preparando para ello, queda la responsabilidad de discutir esta temática, y principalmente, disputar en la Universidad Pública la perspectiva cientificista bajo la cual nos estamos formando. Para acercarnos a políticas científicas duraderas y efectivas con la lógica planteada previamente, debemos incorporar a la educación superior perspectivas críticas y diálogo con distintos actores territoriales, de manera que nos permita más adelante nutrir al sector científico-tecnológico con profesionales critiques que ejerzan desde lógicas politizadas.
Fuentes:
– Varsavsky, Oscar, 1969. Ciencia, Política y Cientifisimo. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires.
– García, Rolando, 2006. Sistemas complejos. Conceptos, método y fundamentación epistemológica de la investigación interdisciplinaria, Barcelona, Gedisa.
– Apertura del Seminario Ciencia, Tecnología y Desarrollo en tiempos de COVID-19. Ministerio de Producción de la Provincia de Buenos Aires https://www.unsam.edu.ar/tss/renato-dagnino-la-ciencia-que-se-impulsa-en-america-latina-inhibe-la-inclusion-social/
*Militante del campo nacional y popular. Feminista. Estudiante de Geología. Jardinera.
Integrante de la Cátedra Libre Ciencia, Política y Sociedad de la UNLP.