Siempre se hace hincapié en la importancia y el rol del Estado para poder contener y ayudar al deporte de diferentes maneras. ¿Pero qué pasa cuando el Gobierno no se encuentra presente en un país de gran carga deportiva como Estados Unidos?
EE.UU. en lo que respecta a deporte es uno de los grandes escenarios a nivel mundial y es el lugar por excelencia que les deportistas eligen para poder ir a competir, ya sea en básquet, tenis, fútbol femenino, béisbol, nascar, golf y fútbol americano. Sin embargo en estos momentos, el flojo actuar de Donald Trump, da vía libre para que las empresas y organizaciones vulneren los derechos y la salud de les deportistas, creando cosas que solo pensabas sucederían dibujos.
Sumado al cuestionamiento del gobernante de ultraderecha por la compleja situación en materia sanitaria y crisis social que vive el país -liderando el número de contagios por Covid-19 a nivel mundial- se da el repudio de varios deportistas y gente allegada al deporte por dar el visto bueno al comienzo de las actividades pese a lo ya mencionado.

La Burbuja en Orlando
Así se hace llamar a las más de nueve hectáreas y tres canchas que alojarán a los equipos que ya empiezan a llegar. Allí se fijó la sede temporaria para la reanudación: la Major League Soccer ya hizo su debut mientras que la NBA se reactivará el 30 de julio. Algo preocupante del estado de Florida es que, junto con Texas, Arizona y California, son los focos con mayor cantidad de casos de coronavirus en los últimos días. El Covid-19 se cobró más de 130.000 muertos en Estados Unidos y los contagios ascienden a casi 3 millones de casos, aunque el presidente Trump minimiza los riesgos, y existe la posibilidad de un pronto colapso de los hospitales.
La MLS había disputado solo dos jornadas cuando debió frenar la pelota por casos positivos de Covid-19. El complejo deportivo Disney World es la burbuja donde se concentran las 26 franquicias para jugar a puertas cerradas durante cinco semanas, con un formato que simula la Copa del Mundo. Sin embargo todo se cayó a pedazos cuando el FC Dallas, donde milita el cordobés Franco Jara, se retiró después de que diez futbolistas se contagiaron del virus; el partido que debían disputar en la jornada inaugural Nashville y Chicago Fire fue postergado porque cinco futbolistas del primer equipo dieron positivo.
Tras la suspensión del 12 de marzo, el retorno de la NBA parecía asegurado desde que la semana pasada las franquicias y la Asociación de Jugadores (NBPA) aprobaron reanudar el certamen sin público en el complejo deportivo de Disney World. Ahora no está tan claro pese a ser lo más factible, y la liga no cree que la situación derive en un boicot de jugadores, algo que repercutirá económicamente en todas las partes.
Cuando se hace mención a que todo el conflicto gira en torno al interés económico, se calcula que una cancelación de la temporada 2019/2020 implicaría pérdidas de 645.000.000 de dólares en salarios, y que si hubiera definición en Disney, los basquetbolistas rescatarían 300.000.000. ESPN, empresa del grupo Disney, advirtió que si se diera por terminada la campaña, la NBA podría aplicar la cláusula de “fuerza mayor” para extinguir el actual convenio laboral con los jugadores y renegociar a la baja sus sueldos. Esto sin que genere grandes pérdidas a dicha empresa.
Sumada a las problemáticas, apenas se instalaron en los hoteles de concentración, hubo jugadores que reclamaron, a través de las redes sociales, por la alimentación que recibieron en su llegada al lugar, las cuales fueron comparadas con las bandejas que se dan en los aviones. Esta forma de alimentación es parte del plan diseñado por la Liga para sus jugadores, según dio a conocer Marc Stein, del New York Times, y que deberán acostumbrarse a esto por, al menos, 72 horas, que es el tiempo que deben pasar todos en cuarentena obligatoria, hasta dar negativo en dos pruebas PCR consecutivas, para de ahí acceder a los restaurantes y otras comidas.
Kyrie Irving, uno de los bases más talentosos de la NBA, está al frente de un grupo de jugadores que cuestiona el plan de la liga de terminar la temporada en Disney World, cerca de Orlando, con 22 planteles aislados a raíz de la pandemia de coronavirus. En una conferencia telefónica con más de 80 basquetbolistas, Irving se opuso firmemente al regreso de la actividad y exhortó a priorizar la lucha por el cambio social desencadenada en Estados Unidos tras el crimen de George Floyd, sucedido el pasado 25 de mayo.
Junto con su contundente postura, Irving se despachó ante sus colegas y la organización de la liga en la teleconferencia: “No apoyó ir a Orlando. No estoy con el racismo sistemático y la basura. Algo huele un poco mal”, habría dicho el también vicepresidente de la NBPA. El acto llevó a varios medios a opinar sobre su posicionamiento como “poco válido” ya que no iba a estar participando por su lesión.
Por otro lado Carmelo Anthony, se mostró dubitativo: “Volver a jugar y hacerlo en Orlando… Todavía lo tengo un poco en el aire, porque no conocemos todos los detalles”, advirtió el alero de Portland Trail Blazers. A su vez, Malcolm Brogdon, de Indiana Pacers y uno de los siete vicepresidentes de la NBPA, contó que había hablado con algunos jugadores que estaban “muy interesados en la posibilidad de quedarse fuera” del predio próximo a Orlando, algo que comprometería el poder jugar sin tener una previa cuarentena obligatoria y test.
A pesar de las palabras de Irving, el ambiente de la NBA ha apoyado masivamente las protestas contra la disparidad racial y la brutalidad policial. Giannis Antetokounmpo, de Milwaukee Bucks, se unió a las marchas y otra superestrella, LeBron James, de Los Angeles Lakers, lanzó una iniciativa para fomentar el voto de los negros en la elección presidencial de noviembre.
Por lo pronto, la NBA acordó con la NBPA que los jugadores que estén en mayor riesgo ante el virus podrán ausentarse de Orlando y aquellos que prefieran no jugar por otras razones no serán sancionados pero no recibirán los pagos correspondientes a esos partidos. Algo que complica y divide más la posición de les basquetbolistas poniéndoles en una situación compleja de arriesgarse al virus para percibir la ganancia o cuidarse y quedarse en su casa y no cobrar durante varios partidos.
Por otra parte, las principales entidades del tenis, encabezadas por la ATP, anunciaron un calendario provisional para la reanudación del circuito, cuyo tour profesional se suspendió hace cuatro meses. Se activará el viernes 14 de agosto con el ATP 500 de Washington; luego será el turno del Masters 1000 de Cincinnati, que se realizará desde el 22 de agosto en Flushing Meadows, en el período previo al US Open (del 31 de agosto al 13 de septiembre). A esto se le sumaron los dichos de Roger Federer: “Hablé con los organizadores del US Open y me dijeron que entre el 15 y el 30 de julio se tomará una decisión definitiva. Son tiempos de incertidumbre, viajar y hacer cuarentena son dos grandes problemas”. Dicho tenista no participará del único Grand Slam que no se suspendió ni en tiempos de las Guerras Mundiales.
A su vez Rafael Nadal y Serena Williams están pensando en no acudir al Abierto de Estados Unidos, habitualmente último torneo de Grand Slam, que en esta temporada será el penúltimo, ya que Roland Garros se corrió hacia el final del año. Ambos no están convencidos de presentarse en semejante compromiso sin estar al tope de su potencial ni de su comodidad; acto que implica cumplir las restrictivas condiciones que impone la organización para protagonizar el certamen de Flushing Meadows.
Patrick Mouratoglou, entrenador de Serena: ¨No sé como puede instalarse en Nueva York para competir acompañada por una sola persona”,continuó: “No imagino a Serena tres semanas en Nueva York sin su hija, que además cumplirá tres años el 1 de septiembre. Quieren que el torneo siga adelante a cualquier costo por razones económicas, lo cual entiendo, pero me pregunto cuántos estarán dispuestos a aceptar esas condiciones”, añadió el francés, quien también objetó que los tenistas no puedan ir a Manhattan, ya que deberán quedarse en un hotel cerca al aeropuerto para ser examinados hasta tres veces por semana.
Además, se les exigirá un promedio de un mes de cuarentena obligatoria, dividida en dos semanas apenas llegados a EE.UU. y luego otras dos en su salida en otro país. Por eso varies miran de reojo el acudir a los torneos.”Todo el mundo quiere jugar si es posible, pero con las condiciones actuales en vigor será muy difícil”, observó el alemán Alex Zverev. Richard Gasquet, puso en duda que haya Abierto de Estados Unidos este año: “Todo está difuso. Es difícil imaginar la realización del US Open. Pero quedan dos meses, mucho tiempo. Nadie puede saberlo. Las condiciones son difíciles, pero es posible. Todo es planteable”, opinó el francés.
Deportes activos y público
Pese a que el automovilismo y el golf son los dos deportes activos en los Estados Unidos. el PGA Tour acumula seis golfistas infectados -el último Chad Campbell-, dos caddies y la burbuja está a punto de estallar para el mundo del golf. El protocolo de salud se volvió más estricto, después de que se identificaran situaciones de dos contagiados que pudieron derivar en una grave crisis: el ingreso de Cameron Champ al Club House sin tener el resultado del test y la visita de Denny McCarthy a un bar. Los golfistas viajan de una sede a la otra en un avión sanitario, que aceptan el 64% de la capacidad; acto que también se toma como una posible variante ante el inicio de otros deportes en la cuestionada burbuja.
Por su parte, el NASCAR, retomó sus carreras el 17 de mayo en Darlington, Carolina del Sur, y la semana pasada tuvo el primer caso positivo de un piloto: Jimmie Johnson debió ausentarse de la carrera del reciente fin de semana en Indianápolis; anteriormente, dos mecánicos del equipo Stewart-Haas Racing no superaron los testeos. Pese a eso se habilitó la presencia de público en dos competencias -1.000 en Homestead y 5.000 en Talladega- y se prevé que en la próxima competencia tendrán acceso 30 mil espectadores en la Carrera de las Estrellas, en Charlotte. Esto demuestra cómo aquellos que manejan el deporte pueden incidir sobre las personas y fanáticos de manera negativa al punto de poner en riesgo la salud de los mismos como si se tratase de algo insignificante.

Las secuelas en deportistas recuperados de Covid-19
Esto se ha convertido en otra nueva preocupación médica para la NBA a días del reinicio de la temporada de básquet en la “burbuja” de Orlando. Especialistas que trabajan con la NBA analizan con mucha atención y cuidado los efectos desconocidos que puede provocar el coronavirus en el sistema cardíaco de un jugador que dé positivo o que se haya recuperado del virus. Está comprobado que el coronavirus tiene efectos sobre la capacidad pulmonar y la salud cardíaca.
Esto ha generado una serie de interrogantes en torno a las secuelas que podría dejar el Covid-19 en los jugadores, a pesar de que superen la cuarentena de 14 días y se recuperen. Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades han concordado en la importancia de que luego de su recuperación, los jugadores se realicen pruebas cardíacas. Pese que cada caso se maneja según sus propias necesidades, John DiFiori, director de medicina deportiva de la NBA, comentó: ¨El tiempo de recuperación es de mínimo dos semanas y puede ser un poco más largo, dependiendo de las circunstancias individuales, y luego necesita algo de tiempo para poder condicionar todo su organismo”.
Por su parte, Matthew Martínez, cardiólogo consultor de la Asociación Nacional de Jugadores de Baloncesto, dijo que el descanso es clave después de una prueba positiva confirmada, dado que los médicos creen que la cantidad de daño cardíaco puede aumentar si continúas haciendo ejercicio frente a una infección activa. Esa es la razón por la que nos preocupa que ese alto nivel de intensidad del ejercicio pueda aumentar el riesgo de tener un evento adverso cuando hay daño cardíaco relacionado con un virus.
Sumado a lo anteriormente mencionado, está la razón por la cual la liga y el Sindicato se han centrado en el corazón. Según un memorando enviado a los equipos el 15 de junio, la base para el examen cardíaco durante la pandemia está vinculada a las recomendaciones del Consejo de Cardiología del Deporte y el Ejercicio del Colegio Estadounidense de Cardiología. Parte de esos esfuerzos están vinculados a las evaluaciones de salud que el gremio de jugadores instituyó para los profesionales retirados a raíz de que varios jubilados notables de la NBA murieron repentinamente por problemas cardíacos. El NewYork-Presbyterian Hospital/Columbia University Medical Center definió que los jugadores de baloncesto tienen la mayor incidencia de muerte cardíaca súbita (SCD) relacionada con el deporte en Estados Unidos entre todes les deportistas,
Siendo esta última discusión la más importante, poco es lo que les preocupa a las grandes corporaciones que viven del deporte en el país liberal de Estados Unidos. También se visualiza la total ausencia del gobierno de ultraderecha de Trump, al mismo tiempo que queda domostrada la impunidad con la que se manejan, hacen y deshacen los entes privados del deporte en dicho país.
Esto deja en claro la importancia que debiera tener el Estado: cuidar y velar por el bien de aquelles que trabajan en el deporte, en este caso, para que no sean vulnerados sus derechos. A su vez, solo otro poder de igual magnitud puedo poner en su lugar y combatir al poder de las empresas y los entes deportivos. Básicamente, el Estado debería ser la herramienta capaz de mediar por el bien de les trabajadores.
Penosamente en Estados Unidos el neoliberalismo hace que el estado y el trabajador sean un alambre fácil de saltear controlando todo a su antojo; incluso no les interesa exponer al virus al público/ciudadano con tal de recaudar más dinero en entradas.
Un análisis que quedará pendiente es el de la situación de las casas de apuestas, que vuelven locas ante el ida y vuelta de jugadores y de los equipos que aumentan o pierden posibilidades de título. A estas alturas les sirve saber quiénes han perdido más en esta etapa de pandemia. Sin dudas pese al gran nivel de deportistas que hay en Estados Unidos, el actuar de las grandes corporaciones y el cínico papel de Trump van a terminar por empeorar y profundizar el mal momento que atraviesa el deporte en el país.