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POR JUAN MARTÍN PALERMO*

Seis meses después del 19 y 20 de diciembre en el que murieron 39 personas a manos de las fuerzas represivas, la policía bonaerense asesinó a Darío Santillán (25) y a Maximiliano Kosteki (21), luego de una movilización en la que reclamaban, entre otras cosas, aumento general del salario y del monto de los subsidios para les trabajadores desocupades.

Las políticas neoliberales implementadas en la década del 90 y la continuidad por parte del gobierno de Fernando De La Rúa, tenían como resultado a más de la mitad del país en situación de pobreza (51,4%), cierre constante de fábricas y aumento de la desocupación, que en el año 2002 ya alcanzaba el 22,5%.

En este contexto, el 26 de junio de 2002, los Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD) organizaron una jornada de lucha que cortaría todos los accesos a la Cuidad de Buenos Aires como medida de protesta. El MTD Aníbal Verón, junto a otras organizaciones, se dirigían a protestar en el Puente Pueyrredón y se encontraron con un fuerte operativo policial. Días atrás, el Gobierno había mencionado que no iban a permitir los cortes de los ingresos a la Capital Federal e hicieron referencia a que “tenemos que ir poniendo orden”, por lo que la tensión entre piqueteros y la policía estuvo presente desde el primer momento.

Ante cualquier suceso, la policía iba a empezar con la represión. Y así fue. Una mujer discutió con un efectivo de la policía y la reprimieron. Ante esto, la columna piquetera avanzó hacia los efectivos y empezó la violenta persecución. En un principio, disparaban balas de goma y bombas de gas lacrimógeno para dispersar a los manifestantes. Luego de varias horas, el conflicto se situó en Avellaneda a metros de la estación de tren y allí seguieron los disparos. Ya no eran balas de goma, sino que disparaban con balas de plomo, desatando una cacería contra los manifestantes.

La represión por parte de la policía se extendió en todos los puntos de la protesta, pero en el Puente Pueyrredón del partido de Avellaneda, fue donde estuvo el foco de la violencia. En este operativo estuvieron involucrados, además de la Policía Bonaerense, la Policía Federal, Prefectura Naval y Gendarmería Nacional.

En la estación de tren, Maxi había sido baleado en el pecho y se encontraba en el piso. Darío lo vio y decidió volver para socorrerlo porque sabía que la policía estaba por entrar. La estación estaba casi vacía cuando llegaron el comisario Alfredo Fanchiotti y el cabo Alejandro Acosta, y Santillán les decía que no dispararan. Le ordenaron que se vaya, y cuando corrió, le dispararon por la espalda. Cayó sobre una columna y los efectivos policiales no le brindaron ningún tipo de ayuda. Minutos después, lo arrastraron hasta la camioneta que lo llevaría al hospital. Al cuerpo de Kosteki, que yacía en el medio del hall de la estación, lo acomodaron y movieron con total liviandad, como si nada ocurriera, hasta que lo subieron a otra camioneta y lo llevaron al hospital. Ya era demasiado tarde.

En la brutal represión, fueron heridas alrededor de 90 personas -33 de ellas por disparos con balas de plomo-, y hubo además 160 detenidos. La cantidad de muertos pudo haber ascendido a 15, si se tiene en cuenta los manifestantes que recibieron impactos en zonas vitales como el pecho o la cabeza. La conmoción social que generó el hecho, obligó al entonces presidente de la Nación, Eduardo Duhalde, a adelantar las elecciones generales.

“Él también podría haber salido corriendo como hicieron los amigos, porque era una situación límite y uno preserva la vida, pero llegó hasta la última instancia en lo que creía que era no dejar a un compañero herido, caído. Él se quedó. Levantó la mano diciendo ‘paren que el pibe se está muriendo’”.

Alberto Santillán, padre de Darío
Ilustración de Santillán pidiéndole a la policía que no dispare, mientras asiste a Kosteki – Revista Sudestada

El 9 de enero de 2006, el Tribunal Oral 7 condenó por los crímenes a prisión perpetua al excomisario inspector Alfredo Fanchiotti y al ex cabo primero Alejandro Acosta. También dictó penas de cuatro años de prisión efectiva a otros tres efectivos de la Policía Bonaerense, Félix Vega, Carlos Quevedo y Héctor De la Fuente, por el delito de encubrimiento agravado.

Tapa del diario Clarín del día siguiente

Darío y Maxi no fueron ni los primeros ni los últimos muertos a manos del Estado, pero el hecho marcó un paradigma en términos de tratamiento mediático. La masacre de ese 26 de junio fue precedida por la violencia simbólica de gran parte de los medios hegemónicos. La criminalización de la protesta social y de la figura del militante, la descontextualización de los reclamos, la carga de culpa sobre los actores violentados y asesinados fueron algunos de los mecanismos que se utilizaron para tratar la noticia.

El diario Clarín, que tituló “La crisis causó 2 nuevas muertes”, desligaba a los responsables de la masacre y encubría el accionar de las fuerzas en las manifestaciones. El material fotográfico que realizó Pepe Mateos (ex fotógrafo del diario Clarín que capturó la secuencia del hecho) también fue manipulado: se decidió utilizar una imagen poco clara y en movimiento, desestimando las capturas donde se ve con certeza a los que dispararon contra Darío y Maximiliano. La falta a la verdad del diario Clarín se convirtió en el hito para hablar de las relaciones entre el poder y los medios.

La volanta aseguraba que “no se sabe aún quienes dispararon contra los piqueteros”, cuando el mismo día el propio fotógrafo llevó toda la secuencia que evidenciaba el momento en el que los policías disparaban con balas de plomo. Hubo una decisión del diario de no publicar esas fotos. Esto queda demostrado al día siguiente, cuando no cabía otra versión que a Darío y Maxi los había matado la policía y el diario decide publicar todas las imágenes.

Tráiler del documental “La crisis causó dos nuevas muertes”

En un primer momento, intentaron instalar la versión de que se trató de un enfrentamiento entre piqueteros, y luego un enfrentamiento con la policía.

“No existe el enfrentamiento entre las columnas de los movimientos sociales y la policía, es mentira. La guardia de infantería tiene chaleco antibalas, casco antibalas, un bastón, pistola 9mm y munición de plomo y están entrenados durante años para utilizarlo. Del otro lado tenes un desocupado con un palo, por lo que el enfrentamiento es imposible”.

Claudio Pandolfi – Abogado de Movimientos Sociales

A 18 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, la lucha sigue en pie. En conmemoración al hecho y pese a la pandemia, algunas organizaciones decidieron movilizar hasta el puente Pueyrredón como todos los años, aunque también preparan distintas actividades a través de plataformas virtuales para pedir que se juzgue a los responsables políticos de la masacre.

¡Darío y Maxi, presentes!


* Nació en Mendoza hace algunos años y ahora reside en la ciudad de las diagonales. Piensa que 
las  tareas fundamentales del periodismo son denunciar las injusticias, ir en contra de
la
opresión y
luchar por la justicia social y la liberación de los pueblos. Le gusta viajar, ama
tomar vino en la montaña y es hincha de Boca. Defiende con el cuerpo la universidad pública.

Fuentes:
https://www.youtube.com/watch?v=Nfm-f2yJa0g&t=3422s
https://www.lavoz.com.ar/politica/masacre-de-avellaneda-se-cumplen-17-anos-de-crimenes-de-dario-santillan-y-maximiliano-koste
http://www.laizquierdadiario.com/A-17-anos-de-la-Masacre-de-Avellaneda-Maxi-y-Dario-siempre-presentes

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