POR MAIA CUBRIC MAIZ*

Un buen punto de partida para analizar no solo la imagen de Emanuel Ginóbili, ex basquetbolista, sino la de diferentes personalidades implicadas en actos repudiables, pero con grandes destrezas, suele ser la pregunta ineludible acerca de la separación entre la persona y “el logro” o “la obra”. Y como para disipar ciertos problemas desde el comienzo de este escrito, es pertinente aclarar que no están en duda ni el talento ni las victorias de Emanuel Ginóbili, que por cierto tuvo un impecable trayecto deportivo.
Sin embargo, quedarse solo en la admiración por el talento sin observar qué discursos plantean ciertas personalidades, es un tanto vacío. Más aún, cuando esos discursos son acompañados con acciones concretas. Es decir, ¿se puede ignorar la otra cara de la moneda (de la que “mágicamente” poco se habla), que muestra a un Ginóbili que hace años mantiene conflictos con comunidades de pueblos preexistentes porque se dice dueño de sus tierras?
Y si les comento que el crack del básquet, además, encaró el proyecto caritativo Seamos Uno, que busca juntar fondos para ayudar a la gente “vulnerable”, ¿no pensarán que son dos caras opuestas de una misma moneda? Porque mientras promueve un discurso basado en la solidaridad (siempre caritativa, nunca colectiva), ignora que las comunidades de pueblos preexistentes también son seres humanos con derechos y las hostiga desde hace años con persecución y violencia.
A modo de síntesis, entonces, el repaso por esta historia no pretende desilusionar a nadie, pero sí hacer algunas preguntas que seguramente en muchos medios sean tapadas con medallas o noticias de fundaciones lindas y caritativas, que solo buscan ayudar por amor a la solidaridad. Lo que podría ser creíble sino existiesen los intereses que definitivamente están detrás del crack.
No se compra lo que no está en venta
Al costado del lago Correntoso y con vista al Nahuel Huapi y la cordillera de los Andes, están ubicadas las 22 parcelas en 87 hectáreas que se empeña en preservar Ginóbili. A pesar de que la mayoría de los medios de comunicación nombran a las tierras del lote 9 (que abarcan todo Villa La angostura) como un sector problemático, lo real es que ni las tierras ni las comunidades preexistentes tienen una connotación negativa. Como así tampoco sus exigencias, que no son descabelladas en lo que a la ley respecta.
Para contextualizar, en primer lugar vale aclarar que las tierras hoy en disputa, hace siglos que son habitadas por las comunidades a las que el crack del básquet denuncia. En segundo lugar, y por si no se quisiese reconocer la ancestralidad de estas comunidades, las tierras del lote 9 fueron otorgadas por Julio Argentino Roca, en 1902, a las familias Paichil y Antriao, a cambio de que marcaran los límites de la cordillera, según consta en la documentación de la causa judicial.
Más de cien años después Emanuel Ginóbili compró esa porción de suelo. La pregunta clave, entonces, es: ¿cómo Ginóbili compró tierras de dominio colectivo? Bueno, según las palabras textuales de su abogado, Jorge Mena, las comunidades “no existían con anterioridad”. Una respuesta bastante liviana y totalmente relacionada con la mirada civilizatoria, que en su momento describió a la Patagonia argentina como un “desierto”, cuando en realidad era tierra habitada por distintas comunidades.
Lo cierto es que desde 2004 en adelante, año en el que Ginóbili firmó la compra de esa porción de tierra, el clima en Villa La Angostura es de resistencia de las comunidades frente a la persecución constante. Sin ir más lejos, hace dos años el astro del básquet denunció a siete personas de la comunidad a quienes acusó de usurpación. Respecto a esto, Mena dijo: “Ellos manifestaron que la usurpaban porque Ginóbili estaba supuestamente violando la ley de Bosques con un emprendimiento; les aclaré que eran unos vecinos, no él. Solo autorizó el paso de las máquinas (…) Ellos argumentan que Ginóbili está llevando adelante un loteo con una empresa denominada Fideicomiso Lago Correntoso, pero Ginóbili no tiene nada que ver con ellos”.
Sin embargo, las declaraciones del equipo jurídico del crack faltaron a la verdad. Y para aclarar algunos puntos es importante traer la voz del abogado neuquino Virgilio Sánchez, que desmintió lo que el abogado del deportista había afirmado e indicó que “Ginóbili rompió el acuerdo al facilitar que el Fideicomiso Lago Correntoso ingresara con sus máquinas a hacer el estrago ambiental en el bosque nativo (…) porque además tiene un proyecto inmobiliario a través del fideicomiso Terrazas de Correntoso, que es de él”.
Otros de los datos interesantes que Sánchez pone en la mesa, y que no es menor a la hora de analizar la situación, es el precio de las tierras y lo ilícito del trámite en cuestión: “Ginóbili le compró por 150 mil dólares las tierras al intendente de la dictadura, José Salamida, que a su vez se las había adquirido a un mapuche analfabeto, en la escritura está su dígito pulgar. Eso se llama lesión subjetiva, cuando se abusa de la inexperiencia de personas. Salamida iba con un escribano a los crianceros mapuches, les hacían apoyar el dedo para quedarse con las tierras”.
Por último, es importante mencionar que dicho fideicomiso tiene un acuerdo con el arquitecto Alberto Rossi, cuñado de Mauricio Macri, que es uno de los inversores. Lo que vuelve aún más contradictoria la escena porque detrás de sus discursos respetuosos y sin intereses, Rossi planea una urbanización y Ginóbili una empresa hotelera. ¿De verdad van a respetar al medio ambiente y a las comunidades preexistentes? Como mínimo genera dudas.
En la actualidad, los mapuches reclaman la propiedad comunitaria de la tierra que les pertenece, mientras que el abogado del deportista afirma que si se le retribuye una indemnización devolverá las tierras en disputa. Es importante dejar el ojo en esta problemática, porque a su vez se sigue presionando a las comunidades para poder realizar el famoso emprendimiento hotelero, que requiere atentar contra la naturaleza y asimismo contra las comunidades y su cosmovisión.
Una mano no lava a la otra
Como anunciaba en el principio, todo tiene dos caras y aunque parezca irónico, el mismo que persigue comunidades originarias e ignora sus derechos, es el encargado del proyecto Seamos Uno, que busca reunir fondos para ayudar a personas en situación de vulnerabilidad debido al contexto de pandemia.
Respecto a esta iniciativa, Ginóbili explicó: “Si bien al principio fui reticente, hice la cuenta del dinero que llevaban recaudado y era mucho. Empecé a preguntar y vi la transparencia y la eficiencia con la que trabajaban. Cada caja de mil pesos alimenta a una familia tipo durante una semana”. Al margen de que sería interesante proponerle a “Manu” que viviese él con mil pesos siete días, es importante recordar que se trata de la misma persona que en abril de este año dijo temer por la rebelión del proletariado debido al contexto crítico mundial. Entonces, a Ginóbili parecen conmoverle las injusticias, el hambre, pero a su vez darle miedo la reacción que les pobres puedan tener a causa de eso.
Ginóbili, entonces, quedó como encargado para armar el equipo de trabajo que pondría en marcha y visibilizaría este proyecto. Y convocó a les deportistas Gabriela Sabatini, Diego Schwartzman, Adolfo Cambiaso y Javier Mascherano; al actor Ricardo Darín, a la médica Laura Catena y al cantante Diego Torres. El integrante de la Generación Dorada explicó que eligió a estas personalidades porque transmiten credibilidad. En sus propias palabras, que desbordan un poco de meritocracia y liberalismo, Manu dijo: “Son trabajadores y todo lo que lograron lo hicieron con esfuerzo; son honestos, personas de las que no se duda”.
Por último, porque podría extenderse mucho más este corto análisis sobre las contradicciones, intereses y desfases del gran ex basquetbolista, otras palabras interesantes que expresó cuando presentó Seamos Uno fueron las que hacían alusión a que “se trata de un proyecto antigrieta”. Es una afirmación que podría disparar varias discusiones, sin embargo lo interesante es pensar cómo todos estos discursos reafirman la histórica separación que se pretende hacer entre el deporte y la política que, de más está decir, está cargada de discursos liberales sobre construir solidaridad pero caritativa y sin partidismo.
Si existió, y existe una grieta en el deporte, es entre quienes pretenden adueñarse del mismo y construir su caminito personal desde el lugar de poder que puede significar, y entre quienes lo conciben como herramienta de transformación social de todes y para todes, que debe construir valores colectivos, que abracen y contengan a toda nuestra sociedad. Si esa es la grieta, sabemos de qué lado está don Manu.
* Hija del mar y la luna de la perla. Entiende que nada es porque sí y que por eso mismo todo
se puede cambiar. Sueña con un mundo igualitario y confía en que la práctica es la mejor
manera de militar. Es amiga de la palabra en sus múltiples variantes, amante del arte y del
intercambio cultural.