La batalla más dura

La batalla más dura

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

POR NICOLÁS DE LA IGLESIA*

En medio de un mundo literalmente en llamas, en Argentina, la oposición solo busca avivar esa llama y que todo arda. A todo esto ¿el Gobierno Nacional tiene un mata fuegos?

La realidad parece cada día más compleja y al mismo tiempo más absurda. ¿Debería hacerse un análisis de les mononeuronales que rompieron el aislamiento para defender a un empresa que defraudó al Estado? ¿Cuál es el peso específico que tienen un puñado de personas vociferando idioteces? ¿Por qué el Gobierno Nacional no siguió adelante con la expropiación de Vicentín? ¿Y el impuesto a la riqueza? ¿Cuáles son las campanas que susurran al oído de A. Fernández?

La vida política argentina se caracteriza por ser vertiginosa y por sobre todas las cosas un terreno fanganoso y oscuro. Dentro de ese terreno viscoso hay espías, operadores políticos, lobbys empresarios y demás alimañas que este hermoso sistema alimenta día a día. La realidad pasa a ser un terreno difuso, los análisis quedan cortos y muchas veces parecen pedalear en el aire.

A principios de la cuarentena, cuando todo era color de rosas y los diarios argentinos compartían una misma tapa, se osó poner en discusión si ese 1% de la población más rica debía pagar más impuestos. Es más, el Presidente expresó en una conferencia de prensa que en esta oportunidad debían perder ellos. Automáticamente se activaron las furibundas campañas mediáticas poniendo en cuestión estas palabras y acto seguido el cúmulo de mononeuronales salió a cacerolear.

Las similitudes con el caso Vicentín están a la vista: lo que parecía una excelente noticia para el país, termina siendo un tema que se está extendiendo demasiado y en dónde el Gobierno nacional quiere dar lugar a una imagen de dialoguista. Ahora bien, cuáles son las posibilidades de diálogo cuando del otro lado lo único que quieren es limar la imagen presidencial. A la oposición no le importa convocar a movilizaciones, a las cuales los principales dirigentes no asisten, y que pueden llegar a costar cientos de vidas. Vale la pena recordar que a este sector nunca le importó utilizar al pueblo argentino como carne de cañón para su beneficio personal.

La pregunta es ¿cuál es la verdadera correlación de fuerzas hoy en día? Ciertamente ocupar el despacho presidencial es una carta importante a la hora de querer imponer una cosmovisión. Sin embargo, nunca fue suficiente y hoy en día se hace necesario replantear la estrategia en esta “guerra mediática” que se está llevando adelante contra el gobierno de Todes. Hasta el momento nadie usó esa palabra para calificar a lo que está pasando, pero la realidad no admite otro calificativo.

Lo cierto es que no se puede querer llegar a consensos cuando de la otra vereda lo único que quieren es embarrar la cancha. Tampoco se puede aumentar la apuesta, de eso ya aprendimos en el último gobierno de CFK, en donde la retorica se basó en la confrontación, sin medir el impacto que tendría sobre una clase media barrilete, despolitizada y colonizada. La clave está en cómo poder interpelar a estos sectores de la población. Sin embargo, ¿es posible interpelar a un sector profundamente racista y clasista? ¿Cómo se cambia este círculo vicioso en donde parte del pueblo pone palos en la rueda a cada acto medianamente emancipatorio?

Algo a tener en consideración y que se sabía desde un principio, es que el Frente de Todes es un armado por demás heterogéneo. En el mismo podemos poner de un extremo a Sergio Massa (su silencio sobre las dos cuestiones abordadas más arriba muestra su posición) y en el otro extremo a Juan Grabois. Es tarea entonces de Alberto Fernández y su gabinete poder generar los consensos necesarios para avanzar con unidad.

Tal vez la alternativa para poder llevar adelante las reformas estructurales que son vitales para el futuro del país en los años que vienen, sea llevar estas discusiones de manera más escalonada. Por ejemplo, la cuestión impositiva puede ir siendo de manera gradual hasta llevar a la Argentina a niveles más respetables de incidencia de impuestos a grandes fortunas en el PBI.

La discusión subyacente a todas las problemáticas que atraviesan la coyuntura política es meramente simbólica. Algo no menor, es que las palabras moldean el mundo que nos rodea, le dan forma y condicionan nuestra existencia. Nada existe por fuera del discurso, por lo que es el principal andamiaje en dónde se construyen los imaginarios colectivos y dónde se dan las verdaderas batallas por el poder. Hasta el momento los gobiernos nacionales y populares no pudieron encontrarle la vuelta para hacerle frente a este factor tan importante. Hasta el momento la era de A. Fernández está signada por un camino tumultuoso en dónde no se impondrá quién mejores argumentos esgrima, sino quién utilice mejor las herramientas que tiene a su alcance para hacerse con el imaginario popular.


* Existencialista. La cuestión del "ser" le parece inabordable. El humor es su bálsamo, 
la tabla con la que surfea la ola de mierda que puede ser la realidad. Hace poco se
dio cuenta que siempre fue peronista.
Mella: “No puede ser que presenten un procedimiento de crisis, cuando hace un mes repartieron ganancias por 57 millones de dólares”

Mella: “No puede ser que presenten un procedimiento de crisis, cuando hace un mes repartieron ganancias por 57 millones de dólares”

TIEMPO DE LECTURA: 9 min.

Revista Trinchera dialogó con el Secretario General Adjunto de la Asociación del Personal Aeronáutico (APA), Rafael Mella, quien analizó la situación del sector en el marco de la pandemia, además de reflexionar sobre la problemática en la empresa LATAM.


¿Coincidís en que la existencia de aerolíneas y rutas aéreas nacionales es parte del ejercicio de soberanía?

Por supuesto. Hoy más que nunca, en el medio de esta pandemia, una vez más quedó demostrado lo que los trabajadores planteábamos respecto de la necesidad de tener una aerolínea de bandera, que no solo cumpla el rol de comunicar al país y comunicarnos con el mundo, sino que también sea importante en épocas de crisis o de pandemia como este. Aerolíneas fue la única línea aérea en la Argentina que ni bien empezó este problema, se puso a disposición de los vuelos de repatriación, los vuelos sanitarios o los vuelos para traer insumos al país. Quedó demostrado que otras compañías aéreas midieron eso por la cuestión económica y dejaron varados a miles y miles de compatriotas en el exterior.

Esto marca un antes y un después en el pensamiento de la necesidad de tener una línea aérea del Estado. Y también lo marca la crisis que estamos viviendo, porque de ésta no se sale sin heridas, sin lastimaduras y cuando uno tenga que pararse a mirar la realidad que se viene, va a tener que mirar que necesita una línea aérea de bandera que siga haciendo fomento y que vaya a los lugares donde nadie quiere ir porque no se gana plata y que podamos llevar la mercadería y las necesidades más urgentes a lugares a donde nadie quiere ir porque esas rutas no son rentables.

Por supuesto sentimos un orgullo enorme de ser parte de ese colectivo de trabajadores que está demostrando cómo se hace patria en momentos de crisis. Compañeros que están poniendo el cuerpo en la primera línea, porque los primeros tiempos de esta pandemia nuestros compañeros recibían a aquellos que venían y que, concretamente, traían el virus. No sólo los trabajadores nuestros, también los compañeros en la Aduana, en Migraciones o los compañeros de los puestos sanitarios. Una aerolínea de bandera es una herramienta fundamental para poder empezar a transitar esta crisis y controlarla de la manera que se la pudo controlar.

Desde el punto de vista del trabajo, todos sabemos cómo la estamos pasando, todos sabemos cómo se está viviendo este momento y los aeronáuticos no somos la excepción. El mundo del trabajo está en esta situación y nosotros estamos viviendo una situación particular porque en realidad, más allá de toda esta actividad sanitaria o de repatriación, vamos a vivir una etapa en donde la aviación va a tardar bastante tiempo en volver a reacomodarse, y no sin pocos cambios.

Evidentemente viene otra etapa, viene otra época, vienen otras condiciones en la que los trabajadores vamos a tener que adaptarnos al nuevo modelo de trabajo. No vamos a salir sin medidas de seguridad que van a tener que cambiar; quizás vamos a tener que revisar todos los protocolos de salubridad de los trabajadores, la propia estructura de trabajo con la cuestión de la cercanía, de la protección, y junto con eso nuevas tecnologías que vienen a cambiarnos, como el teletrabajo, un tema que venía discutiéndose hace mucho tiempo, pero que la pandemia lo aceleró y que vino para quedarse.

Los trabajadores vamos a tener que intervenir para que las patronales no quieran aprovecharse de esa situación y quieran generar excesos en la relación laboral de los compañeros en sus domicilios: tenerlo desvinculado de la relación entre los trabajadores, de estar alejados de sus representantes, cosas que marcan una necesidad imperiosa de que el congreso apruebe alguna de las muchas presentaciones que hay para regular este tipo de trabajo.

Nosotros estamos muy atentos con nuestro Comité de Seguridad Laboral. Compañeros que vienen trabajando junto con la Central hace mucho tiempo y creando conciencia en los trabajadores de la necesidad de tener medidas de seguridad y de salubridad bien concretas, que hoy obviamente se precipitaron y nos obligaron a salir a mirar con mayor detalle la prestación que se necesita.

Aerolíneas, Intercargo, FADEA, la fábrica de aviones de Córdoba, y en general Aeropuertos Argentina 2000, en todas las compañías donde hay gente que nosotros representamos, tuvieron la predisposición para adoptar las medidas necesarias, tener los elementos necesarios de protección. No nos costó tanto trabajo como el que creíamos que iba a haber. Hubo una conciencia general y eso ayudó. De cualquier manera tenemos excepciones y son las que se ven públicamente en estos días con el amague de LATAM de salir del mercado argentino.

Cuando Aerolíneas todavía no era Argentina, LATAM cumplía el rol de conectividad, pero luego intentó romper los límites que tenía y apropiarse de más rutas o dejar las rutas que no les convenía. Siempre hubo una cierta tensión y hoy se llega a esta situación ¿Cómo analizás esa relación entre el Estado argentino y LATAM, y lo que se está viviendo ahora?

Si nos remontamos al ingreso de LATAM (más o menos 15 años atrás), veníamos de una crisis aeronáutica muy fuerte en donde por hacer un intento por tener una competencia salvaje en el mercado se crearon un montón de compañías que de a poquito fueron quebrando, como por ejemplo LAPA con el desastre que generó. Todo eso obligó a que se fueran tomando determinaciones de concentrar en algunos sectores a los trabajadores. Nos costó mucho sostener los ingresos y que no se perdieran las fuentes de trabajo.

Con la llegada de Néstor (Kirchner) se creó una empresa estatal llamada “Federales” (que nunca despegó, por supuesto) porque era más la intención de poder cubrir esa necesidad de mantener a los compañeros con trabajo y cobrando su sueldo. Había que buscar una salida y LAN fue una opción y entró al mercado argentino. Pero desde que entró siempre tuvo la actitud de no querer encuadrarse dentro de las normas legales argentinas, tuvimos muchas dificultades y peleas por el tipo de manejo empresarial que ellos querían aplicar, violando convenios colectivos; una serie de cosas que siempre nos tuvieron en tensión, hasta que finalmente empezaron a entender que estaban en un país donde los trabajadores tenían derechos, había un ministerio que (con idas y vueltas) regulaba e intervenía; al final fueron adecuando su estructura y su cabeza a la realidad de un país como la Argentina, en donde los derechos de los trabajadores fueron conquistados y no estamos en disposición de regalarlos o cederlos. Ellos creen en el Estado solo si son ellos los que lo necesitan.

Llegamos a esta etapa con una compañía que supuestamente tuvo pérdidas en sus balances en los últimos dos años. Cosa extraña esta. Si bien uno no es experto en estas cosas, la última negociación salarial estuvo por arriba del 45%. Raro que acepten esos niveles salariales si después tienen los déficits que dicen tener.

En esta etapa, fueron los primeros que cuando se decretó la cuarentena y sin mediar análisis alguno, vinieron a plantear que los trabajadores teníamos que entregar el 50% de nuestro salario. Como sabían cuál era la respuesta del sindicato, fueron más allá e intentaron negociar individualmente con cada trabajador. Por supuesto no les fue tan bien porque la conciencia de los trabajadores en Argentina ayudan a que esas cosas no pasen.

Esto sumado a que en LATAM, al igual que en otras empresas del sector, siempre estuvo la discusión del sindicato por empresa, cosa con la que en la actividad aeronáutica muchas privadas quisieron avanzar.

Si, ellos en un principio no tuvieron opción y tuvieron que negociar con los sindicatos reconocidos, con personería. Ahí no hubo tanto problema. Estos últimos tiempos con la lógica de la “revolución de los aviones” del ex ministro de transporte de Mauricio Macri, quisieron entrar en la variante de las Low Cost, hacer sindicatos amarillos, por empresa, pero propiciados y promovidos por las empresas, no por los trabajadores. Con lo cual queda claro cuál es su visión de la relación con los trabajadores más allá de la que haya mantenido por una necesidad o por obligación. De hecho crearon un sindicato de pilotos, un sindicato de tripulantes (que después se le terminó saliendo de las manos), le crearon un sindicato a los técnicos y faltará poco (no sé cómo terminará esta historia) para que nos quieran crear un sindicato a nosotros para discutir nuestros espacios.

Lo que sí está claro es que la voracidad de estos grupos empresarios no tiene límites y no usan la razón a la hora de aplicarla: no importa la pandemia, no importa que el mundo se haya caído como se cayó, no importan los miles y miles de muertos. Despidieron gente en Colombia, en Ecuador, en Perú, achicaron el salario en un 50% de la gente que quedó, despidieron todo el personal de tierra de Paraguay sin ningún tipo de negociación. Y quisieron venir a imponer algo parecido acá. Se encontraron, nuevamente, con un país que en materia laboral tiene otras regulaciones y estructuras que las defienden.

Lo que sorprende es que cada vez se vaya más a fondo en cuestiones que evidentemente no terminaron de entender cómo funcionan: salieron a los medios a decir que se iban del país, no se lo comunicaron a sus trabajadores, tampoco a los sindicatos; pero es peor porque no se lo comunicaron al gobierno, y eso sí es una práctica muy complicada, porque a los sindicatos pueden no quererlos, pueden ser una empresa antisindical, ahora, estás operando en un país que tienen normas, leyes; no se puede actuar tan impunemente y decirle al que me dejó entrar que mañana me voy y que le dejo 1700 tipos en la calle.

La otra cuestión es utilizar un mecanismo de la justicia laboral, que hoy si lo tuviésemos que poner en balance, el 90% de las industrias tendrían la posibilidad de utilizar ese tipo de mecanismos para justificar su condición económica actual, y por lógica no lo ha hecho nadie porque la gente sabe dónde está y qué está viviendo. Se muestra una vez más la soberbia, la prepotencia y la forma de manejarse de estos tipos.

Ellos están diciendo que se van a ir del mercado interno. En realidad lo que están diciendo es que van a dejar de operar, que son dos cosas distintas. Porque pretenden quedarse con las herramientas, que son las rutas que el Estado les ha otorgado.

Dejan muy claro que lo que van a hacer es cabotaje. Hacen una presentación en el Ministerio en donde dicen “dejo de operar en el mercado interno, pero dejo todos los acuerdos bilaterales que conseguí en estos cuatro años”, que son los vuelos que salen de las provincias, hechos por LAN Chile, por LAN Perú o por LAN Ecuador: armaron el negocio para las subsidiarias del holding y ahora el mercado interno les preocupa poco; y utilizan un momento de crisis como el que provocó esta pandemia, porque no pagan costos con dejar de decir que van a dejar de volar: no tienen pasajes vendidos (aunque si hubiera sido por ellos los habrían vendido, pero el Estado los frenó a tiempo), no hay gente en los aeropuertos que les vaya a reclamar.

Como gremio ¿qué le están planteando al gobierno?

El jueves pasado desde la FAPA, que es el grupo de sindicatos que funcionamos juntos, tuvimos una reunión virtual con el ministro de Transporte (Mario) Meoni. En realidad el proceso presentado por LATAM está en mesa de entrada, así que todavía no hay ningún movimiento, pero le pedimos al gobierno que intervenga y que lo haga muy duro, muy fuerte porque nosotros no queremos permitir que pase nada con esta gente que no esté justificado.

No puede ser que presenten un procedimiento de crisis, mostrando balances con pérdida, cuando hace exactamente un mes, repartieron ganancias entre los accionistas por 57 millones de dólares. Es una tomada de pelo para los trabajadores, para las organizaciones que los representan y fundamentalmente para el Estado que es el que les dio las posibilidades de estar operando en Argentina.

En concreto estamos pidiendo que se intervenga muy fuerte, impidiendo que esta gente haga lo que se le venga en ganas. Quedamos en tener otra vuelta de reuniones esta semana, esperando que nos convoque el ministerio de trabajo para ir a intervenir en esta presentación. Como le decíamos al Ministro, vamos a dar todas las peleas que tengamos que dar, vamos a realizar todas las acciones que tengamos que hacer porque no queremos que LAN se vaya de la Argentina porque nadie lo está provocando: ni los sindicatos, ni los trabajadores, ni el gobierno, ni Aerolíneas Argentinas, ni toda la sarta de pelotudeces que están diciendo por todos lados para querer justificar una postura empresaria. Vamos a hacer todo lo que sea necesario para que se respete a los trabajadores y a las leyes que los rigen.

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