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Por Miranda Cerdá Campano*

En una nota publicada en Infobae, Diego Guelar, ex embajador argentino ante la Unión Europea y en Brasil durante los mandatos de Carlos Menem, en Estados Unidos durante el gobierno de Eduardo Duhalde y en China durante los cuatro años de macrismo, afirma que la “salida del Mercosur es la peor abdicación de política exterior”.

En los renglones siguientes, Guelar asegura que Argentina “volvió a los paradigmas ideológicos vigentes entre 2003 y 2015” y otra sarta de estupideces infundadas como que el primer paso en falso que dio el organismo fue “incorporar a Venezuela”.

En primera instancia estaría bien contarle que Argentina no se retiró del Mercado Común del Sur y en segunda instancia, comentarle que cuidar la industria nacional, aún más en este contexto de pandemia, no es ni la peor abdicación de política exterior ni un paradigma ideológico: es una decisión soberana.

Hace algunos días, Argentina se retiró de las negociaciones que venían llevando adelante los países del Mercosur para acordar un tratado de libre comercio con Corea del Sur, Singapur, Canadá, India y el Líbano.

El presidente Alberto Fernández y el ministro de Relaciones Exteriores Felipe Solá concluyeron que las negociaciones que se estaban realizando eran perjudiciales para el país, porque se trataba de acuerdos de libre comercio con países que producen bienes que compiten directamente con la industria local. La conclusión fue que, en este escenario aún más complejo por la pandemia del coronavirus, esto podría resultar letal para la producción nacional.

Foto tomada de http://www.tradenews.com.ar

Rápidamente, los medios hegemónicos de comunicación salieron a plantear que Argentina había abandonado el Mercosur y que la decisión era ilegal. Como no podía ser de otra manera, porque hasta en este contexto tienen que boicotear todo con sus trolls, la mesa directiva de Juntos por el Cambio difundió un comunicado rechazando la medida.

“La irresponsabilidad de los que nos critican hoy ya quedó demostrada. Hablamos con los países hermanos de la Argentina real, no de la que solo estuvo en las cabezas de los CEO que nos endeudaron para que se fugara la plata”, dijo Solá, y en esta oportunidad -porque cabe señalar que para hablar sobre Venezuela no fue muy responsable- estuvo acertado.

Parece necesario volver a señalar que los que piden tratados de libre comercio del Mercosur con otros países no pueden destacar un solo beneficio para el trabajo argentino y ya quedó demostrado en las primeras negociaciones del acuerdo Mercosur – Unión Europea, que comenzó a tratarse durante el año pasado.

En un contexto extremadamente complejo como el que nos atraviesa por la pandemia del coronavirus, nuestra industria, nuestros servicios y también nuestros empleos afrontan una gran incertidumbre. “¿Es el momento para aceptar una aceleración de los acuerdos de libre comercio? ¿Con qué consecuencias?”, se preguntó Solá.

Y la respuesta parece un tanto obvia para quienes todos los días imaginan un mundo más justo, pero quizás no para el Canciller. Está claro que este no es el momento de aceptar acuerdos de libre comercio, pero también está claro que nunca lo será para los países del Tercer Mundo mientras exista el sistema capitalista. Mientras seamos parte de un orden económico y político global por siempre desigual, la negociación económica entre desiguales proporcionará desigualdades en la capacidad de negociación en favor de las economías más fuertes.

Esto no se basa en una especulación: hay casos de otros países que firmaron Tratados de Libre Comercio con Corea del Sur hace pocos años, como Colombia, Perú y Chile. Las organizaciones sociales y sindicales colombianas denunciaron que este tratado profundizaría el déficit comercial y pondría a Colombia en el lugar de proveedor de productos primarios contra la importación de productos manufacturados con alta tecnología incorporada.

La industria de electrodomésticos colombiana denunció que tras iniciarse el TLC, la importación de productos con cero aranceles desde Corea del Sur estaba afectando fuertemente al sector, especialmente a empresas medianas y pequeñas y con ello, al empleo. Algo similar pasó con Perú y Chile. Cuando entraron en vigencia sus TLC con Corea, las exportaciones subieron, pero las importaciones crecieron el doble.

Ya lo dijo el Che Guevara en un discurso pronunciado el 24 de febrero de 1965 en el Segundo Seminario de Solidaridad Afroasiática, realizado en Argel: “¿Cómo puede significar beneficio mutuo vender a precios de mercado mundial las materias primas que cuestan sudor y sufrimiento sin límites a los países atrasados y comprar a precio de mercado mundial las máquinas producidas en las grandes fábricas automatizadas del presente?”

El acuerdo con la Unión Europea sigue vigente

Pese a abandonar las negociaciones con Corea del Sur, Singapur, Canadá, India y El Líbano, Argentina también confirmó que no habrá cambios en las que están próximas a cerrarse o que ya se anunciaron, como el acuerdo de asociación con la Unión Europea (UE) y con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA).

Aun en este contexto de intervención de los Estados en las economías, sigue habiendo una enorme cantidad de negociaciones de Tratados de Libre Comercio que no son puestos en cuestión y muchas veces estas negociaciones siguen por videoconferencia con la participación de parlamentarios y representantes comerciales, sin información ni debate público porque el contexto ayuda para que todo se haga rápido y tras bambalinas.

Foto tomada de http://www.conclusión.com.ar

El acuerdo Mercosur-UE también tiene que suscitar la atención del Gobierno argentino porque puede tener un fuerte impacto en la seguridad sanitaria del país. No nos olvidemos que el acuerdo con la UE cuenta con un capítulo de apertura de compras públicas en el cual se obliga al Estado a generar licitaciones públicas abiertas y poner en el mismo nivel a los laboratorios nacionales con las mega-corporaciones farmacéuticas europeas.

En este sentido, y de acuerdo con un reporte[1] escrito por los investigadores Luciana Ghiotto y Javier Echaide, lo que ya está probado en otros países es que la liberalización de compras públicas lo que ha hecho es concentrar el poder en estas farmacéuticas y encarecer el precio de los medicamentos.

La profundización del principal modelo extractivo ya se puede observar como consecuencia de acuerdos comerciales firmados por la UE con países latinoamericanos. La diversificación económica prometida que vendría con estos acuerdos nunca sucedió, pero sí la explotación de nuestros bienes comunes y la dependencia de la exportación de materias primas y productos agrícolas. El Mercosur podría sufrir una mayor desindustrialización y la exacerbación de las consecuencias ambientales y sociales negativas que derivarían de la profundización de un modelo productivo basado en monocultivos y la explotación de minerales.

Este tipo de acuerdos comerciales no solo favorecen la diversificación de las exportaciones, sino que también impulsan la concentración de capital en pocas manos -a menudo extranjeras- en el sector exportador. Después de la entrada en vigor del acuerdo comercial entre Chile y la UE en 2005, las exportaciones aumentaron un 23%, impulsadas por el cobre, pero las industrias nacionales solo vieron un crecimiento de las exportaciones del 2% en ese período[2].

En resumen, se muestra que los acuerdos comerciales firmados por la UE con los países de Nuestra América han profundizado la tendencia a la especialización en la producción de materias primas y la explotación de bienes comunes, sacrificando grandes partes de bosques y ecosistemas diversos, esenciales para crear un ambiente saludable y mitigar el cambio climático.

El Mercosur y la UE tienen innegables asimetrías económicas. Una vez que entre en vigor este acuerdo, se mantendrán y profundizarán las asimetrías existentes. Los sectores que se beneficiarán en ambos bloques son los que ya son más competitivos: en la UE, la industria y el sector exportador de capital, y en el Mercosur, los agronegocios.

Argentina debe salir de este acuerdo también, si no, cualquier intento por proteger el sistema productivo nacional estaría lejos de alcanzarse. No pueden tomarse decisiones sobre una negociación que se lleva adelante este año, pero no sostener una postura pública clara sobre los acuerdos que cerró el Gobierno de Mauricio Macri.

Los ganadores de siempre – Capítulo 5168435187

La mesa directiva de Juntos por el Cambio no fue la única en manifestar preocupación por la finalización de las negociaciones en varios Tratados de Libre Comercio. El Campo y la Cámara Argentina de Comercio (CAC) también se mostraron un tanto indignados por la decisión: los ganadores de siempre, como en la historia, ilustrando con discursos vagos por qué deberían respetarse sus intereses, digo los TLC.

La mesa directiva de la CAC está compuesta por empresarios de renombre como Eduardo Eurnekián, dueño de la Corporación América, y Alfredo Coto, de la cadena de supermercados COTO. Estos dos agradables sujetos integran la lista de los argentinos más ricos, a quienes se les cobraría el impuesto a la riqueza que se está discutiendo a nivel nacional.

Para que entendamos mejor el porqué del rechazo de la CAC a la decisión de cesar las negociaciones, parece necesario señalar que en varios de los TLC a firmarse, las compañías del Mercosur y los países firmantes podrían participar en licitaciones para la construcción de carreteras, aeropuertos, puentes y líneas ferroviarias en cualquiera de los países que integren el acuerdo.

Eduardo Eurnekián – Foto: Tiempo Argentino

Adivinen… La Corporación América es el mayor operador de aeropuertos en todo el mundo, y los tratados le permitirían expandir sus fronteras. Corporación América participa en al menos tres sectores económicos: aeropuertos, agronegocios y servicios en Argentina, Uruguay, Ecuador, Brasil, Italia, Armenia y Perú. Un dato no menor es que su principal asociado es Corporación América, una compañía offshore con el mismo nombre, que se basa en Panamá y aparece en los Panamá Papers. Con razón el señor Eurnekián quiere continuar con las negociaciones.

De acuerdo con un estudio del London School of Economics[3], los otros grandes beneficiados en los Tratados de Libre Comercio son los sectores ganadero, agrícola y azucarero, mientras que productores de lácteos, maquinarias y autopartes sufrirán la peor parte.

La ganadora de siempre, la por siempre beneficiada por este sistema económico desigual es la oligarquía terrateniente, aquella que cuando no es auspiciada por el gobierno de turno sale a pedir encarecidamente que el pueblo levante un cartelito que diga “todos somos el campo”, intentando imponer que los grandes propietarios de tierras en nuestro país son esforzados trabajadores que se desloman para hacer honor al lema de la Sociedad Rural: “Cultivar el suelo, es servir a la Patria”.

Cultivar el suelo sería servir a la patria si al menos se preocuparan por la pobreza que azota al 50% de les niñes argentines, en lugar de desear que la gente no coma en su país para llenarse los bolsillos con las exportaciones. Dejar el agronegocio librado a la situación del mercado no sólo es suicida, condena a millones de niñes a morir de hambre.

Sólo la solidaridad

El 5 de noviembre de 2005, en Mar del Plata y en uno de los días más lindos de nuestra historia, tuvo lugar el entierro al Área de Libre Comercio de las Américas, un acuerdo que la pintaba muy linda para nuestra región, pero que constituía un esquema para la dominación continental por parte de los Estados Unidos y el saqueo sistemático de nuestros bienes comunes, y una determinada concepción sobre las funciones de los estados nacionales, la soberanía y el desarrollo socioeconómico -que no contemplaba las desigualdades entre los países firmantes-.

Tanto en aquel entonces como hoy, el silencio sobre la deuda externa en los TLC deja demostrado que ninguna de las negociaciones se lleva adelante en pos de enfrentar los verdaderos retos para los países del Tercer Mundo, como la inequidad social y la pobreza, que son parte de la eterna deuda que azota a América Latina, por dar un ejemplo.

Es imposible que puedan integrarse economías que viven sumidas en permanentes negociaciones de deuda y que antes de emprender acciones de integración regional, deben cumplir con un ajuste fiscal sistemático que no ajusta, sino que desajusta del todo la posibilidad de avanzar en políticas y proyectos comunes.

Otro mundo es posible sólo si se avanza en una verdadera integración latinoamericana y caribeña como la que quiso Chávez con su Petrocaribe, con su Alianza Bolivariana para las Américas y sus “misiles de solidaridad”.

Foto tomada de Página 12

Por un comercio nuestroamericano que se constituya como instrumento para alcanzar un desarrollo justo y sustentable, por un trato especial que tenga en cuenta el nivel de desarrollo de los diversos países y la dimensión de sus economías, por una cooperación y una complementariedad económica que promuevan una especialización productiva eficiente.

Es la hora de pensar en un mundo en el que la solidaridad sea el núcleo básico y no el lucro. La derrota definitiva de los Tratados de Libre Comercio como los conocemos y del proyecto imperialista de dominación, será una realidad cuando la integración de nuestros pueblos sea irreversible.


*Periodista, columnista sobre Sudamérica del programa Marcha de Gigantes (Radio UNLP - AM 1390), redactora de Revista Trinchera y colaboradora de Agencia Timón

[1] https://www.academia.edu/41691482/Study_on_the_EU_Mercosur_agreement_09.01

[2] https://ciperchile.cl/2019/01/16/el-tpp-11-y-el-desarrollo-en-chile-aliados-o-adversarios/

[3] https://trade.ec.europa.eu/doclib/docs/2018/march/tradoc_156631.pdf

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