Por Maia Cubric*

¿Puede el deporte legitimar personajes en la sociedad? ¿Puede ser visto como una herramienta de ascenso al poder? Carlos “Lole” Reutemann es un claro ejemplo del respaldo de la construcción política basada en el triunfo deportivo. Y a 17 años de la mayor inundación en la historia de Santa Fe, que lo tuvo como principal responsable -ya que era Gobernador-, su impunidad se apoya en sus trofeos.
Históricamente la política y el deporte han sido presentados como asuntos separados. El legado discursivo en una sociedad que vivió grandes atrocidades, el impacto del deporte en la vida social de la Argentina o la construcción de sentido con connotaciones negativas en torno a ella llevan a preguntarse ¿Por qué ensuciar al deporte junto a la política? Preguntan reiterativa en los medios masivos de comunicación. ¿Por qué mezclar espacios que, a simple vista, no tienen nada que ver? La respuesta radica en la disputa de poder que se da en estos ámbitos. Disputa que pretende ser invisibilizada por conveniencia e intereses particulares de sectores de poder. Para ejemplifica lo oculto de la idea que describe al deporte como una isla alejada de toda realidad política, Carlos Reutemann, sirve perfectamente de ejemplo.
Trayectoria deportiva
El ex-piloto es un ícono del automovilismo nacional. Entre sus grandes logros: compitió para Brabham, para Ferrari y otras marcas de prestigio y renombre internacional. Entre sus conquistas, cabe destacar que consiguió más de doce victorias en la Fórmula 1 y llegó a estar 45 veces en el podio. Además, fue el único piloto en la historia que obtuvo los podios mundiales de Sport Prototipos de WEC, de Fórmula 1 y de Rally.
Estas insignias, con su peso y repercusión, llegaron a gran parte del pueblo, creando sobre su figura un sentido de admiración. Pero ese no es el problema, sino para lo que Carlos Reutemann las utilizó a posteriori.
Implicancia política
A sus 49 años, y en paralelo a su crecimiento como productor agropecuario, el “Lole” Reutemann inició su carrera política. No es menor destacar su punto de partida: una posición de poder basada en la acumulación de tierras y el crecimiento en la esfera empresarial ligada a “el campo”.
De igual manera cabe recordar que desde sus inicios, una constante fueron sus comparaciones constantes entre la política y el automovilismo: “Hay mucha similitud entre lo que hice, automovilismo, y la política, ¿no cierto?, porque los dos son muy competitivos y la lucha entre los sectores es muy importante”.
En 1991, fue electo gobernador por la provincia de Santa Fe, acompañando a nivel nacional al proyecto neoliberal de Carlos Menem. Acorde con este proyecto y con sus medidas económicas y anti Derechos Humanos, en 1992 Reutemann intentó destruir todos los archivos de la administración pública de la provincia, sobre la última dictadura cívico-eclesiástica-militar.
En el decreto 1596/87, sostenía que las mansardas Este y Oeste de la Casa de Gobierno provincial estaban en pésimas condiciones y que la documentación que allí se encontraba (casualmente archivos de la dictadura) estaba en “grado de destrucción parcial o total en algunos casos”. Según Reutemann esta situación estaba “causando un daño considerable a la estructura del edificio”. De tal manera que en el decreto, estableció el retiro de la documentación y se la exceptuó de las pautas de conservación en el ámbito de la Administración Pública Central. Afortunadamente los distintos organismos de Derechos Humanos de Rosario impidieron que se destruyan.
En 1995 fue elegido Senador de la Nación. En el ´97, junto al gobernador santafecino Jorge Obeid y al intendente Horacio Rosatti, participó de la inauguración de las obras de la defensa oeste de la ciudad, que tenía como objetivo impedir el desborde del Río Salado. En 1999 renuncia a su senaduría tras haber sido electo -nuevamente- como Gobernador en la provincia de Santa Fe. Cargo que ostentaría hasta el 11 de diciembre de 2003.
Inundación en Santa Fe
Entre el 29 de abril y el 3 de mayo de 2003, Santa Fe sufrió la peor inundación en su historia. La acumulación de agua durante esos días fue superior a los 1400 milímetros de agua y literalmente el Río Salado se tragó un tercio de la ciudad.
En aquellas fatídicas jornadas, oficialmente, se reconoció la muerte de 23 personas, pero les vecines y ciudadanes sostuvieron que fueron más de cien. La responsabilidad política fue, entre otros, de Carlos Reutemann, dado que fueron muchas las alertas que se realizaron advirtiendo que esa situación podía darse. Con decisión política y medidas concretas la tragedia se podría haber evitado. Sin tapujos en ese momento, el Lole declaró que: “Santa Fe está muy complicado, diríamos que al afectar zonas muy populosas el número de evacuados que va a haber en Santa Fe, en la zona del Oeste, va a ser altísimo”.
No existió un pronóstico en tiempo real de la catástrofe, pero en marzo de 2003 el Sistema de Alerta Hidrológico de la Cuenca del Plata -dependiente del Instituto Nacional del Agua-, había enviado una alerta que advertía sobre posibles situaciones de riesgo sobre la cuenca del Salado. A todo esto, las obras de la defensa oeste de la ciudad, que Reutemann había inaugurado, estaba inconclusa. Las obras a medio hacer y la Av. de Circunvalación “Mar Argentino” terminaron funcionando como barreras, concentrando el agua en la zona urbana. De haberse terminado el Tramo 2 (proyecto del 2001 del gobernador Reutemann) la historia sería distinta. De igual manera, analistas sostienen que la ampliación del puente de Rosario, también hubiese disminuido el caudal de los desbordes y la inundación.
Por otro lado, la falta de medidas no estructurales también fue otra ausencia importante dado que no existía un sistema de alerta hidrológico, ni una regulación de áreas inundables, ni un plan de acción preventivo. Cabe mencionar que la historia de Santa Fe respecto a las lluvias y los desbordes ya era de conocimiento público, del mismo modo que el peligro que ello podría implicar para la ciudad. A diferencia de las declaraciones liberales que le echan siempre la culpa a las catástrofes naturales, hay una cuota de intervención humana que es innegable.
En 2004, luego de dejar la gobernación santafesina, Reutemann fue denunciado penalmente por su accionar en el gobierno al momento de las inundaciones. La acusación mencionaba delitos de homicidio por medio catastrófico y desvío de fondos públicos.
Pero el automovilista no se declaró culpable, tampoco inocente. Directamente no hizo alusión al hecho y sigue paseándose por los medios reviviendo sus anécdotas tras el volante. Hace analogías constantes de la política y el Ferrari, y sigue usando el prestigio de su carrera deportiva como el piso de su impunidad.
Posicionamiento concreto
En 2003, el Carlos Reutemann, fue electo nuevamente como senador de la Nación. En 2008 fue parte de quienes votaron en contra de las retenciones impositivas impuestas a las exportaciones de soja, trigo y maíz, siendo fiel a sus intereses como empresario rural. En ese momento declaró en una entrevista que “hay un mensaje desde el gobierno para poner en contra al campo”. Nunca mencionó, más bien ocultó a sabiendas, que ese pequeño sector de la sociedad es el que acapara más propiedades y que constantemente juega con la economía y la calidad de vida del resto del pueblo.
En 2009 fue reelecto senador de la Nación. En 2015 comenzó a caminar junto a Mauricio Macri y declaró: “me sumo a un proyecto de alguien que tiene ganas“. En la actualidad, y hasta 2021, representa a Juntos Por el Cambio en una banca en el Congreso de la Nación.
El deporte como medio
Lejos de condenar las diferentes disciplinas o su poder de llegada; lejos de pretender separar al deporte del mundo capitalista y mercantil en torno del cual gira; el ejemplo de Carlos Reutemann es uno de los tantos que da cuenta del uso del deporte más allá de sus prácticas. Una figura que interpela nuestros sentidos de pertenencia, nuestra pasión: un arma de doble filo. Un mecanismo que como se ve, también se utiliza para escalar en lugares de poder. No hay que olvidar a Macri y su pasado en Boca, al igual que sucede con varios de los candidatos de la derecha en la región, los cuales tuvieron como inicio de sus carreras un club de fútbol, como Jair Bolsonaro o Sebastián Piñera.
Como contracara están les que creen que el deporte tiene que ser inclusivo, que tiene que ser una herramienta de contención, de trabajo colectivo y no un espacio en el cual refugien sus impunidades los grandes empresarios y quienes buscan sólo hacer negocios.
La pasión, no debería distorsionar la verdad: Reutemann es uno de los responsables políticos de las inundaciones de Santa Fe y tiene que ser juzgado por ello. Porque hasta que no suceda el pueblo santafesino seguirá en la calle pidiendo justicia por las víctimas de la desidia y el negocio neoliberal.
El deporte no se mancha.
* Periodista, conductora del programa La Marea (Radio Futura - FM 90.5), columnista del programa No Se Mancha (Radio Estación Sur – FM 91.7), colaboradora de Revista Trinchera y de Agencia Timón.