Por Ignacio Vernazza*

El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) presentaron la postulación del Equipo Argentino de Antropología Forense al premio Nobel de la Paz en su edición 2020. Desde el comunicado publicado por CLACSO, reconocieron esta postulación por “la tarea del EAAF en el ámbito de la ciencia aplicada a conocer la verdad y colaborar con la justicia”.
Sin duda el premio Nobel se ha instalado en el imaginario internacional como una condecoración al trabajo enfocado a la labor humanitaria, quizás una “cúspide” en este reconocimiento, y es por esto que ésta postulación ha tomado relevancia. Si bien el Nobel no ha estado exento de polémicas (como por ejemplo cuando le fue dado al ex-presidente de Estados Unidos, Barack Obama), el simple hecho de semejante convocatoria y de que el trabajo sobre la Memoria, la Verdad y la Justicia esté nuevamente en las primeras planas fue ampliamente celebrado en la comunidad académica y la militancia de los Derechos Humanos. En palabras de Juan Nobile, miembro del EAAF: “es una alegría, es una forma de reconocimiento. También lo positivo es que es una designación a un colectivo, […] que en este caso trabajó siempre por la memoria, la verdad y la justicia”.
El EAAF surge en el primer momento de reconstrucción de la democracia luego de la dictadura que oscureció la Argentina entre 1976 y 1983. Se constituye a partir de la necesidad de los organismos de DDHH para conocer qué había sucedido efectivamente con lxs detenidxs-desaparecidxs, donde estaban lxs hijxs y nietxs de esas madres y abuelas. Lo sucedido durante la dictadura en Argentina había cobrado relevancia mundial y tras una convocatoria internacional realizada por Abuelas y la CONADEP, la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia envió un grupo de expertos al país. Fue el Dr. Clyde Snow, antropólogo estadounidense que había acumulado experiencia en el desarrollo del campo de la antropología forense, principalmente relacionado a la resolución de crímenes y a la identificación de víctimas de accidentes y catástrofes, quien tomó la responsabilidad de la conformación del equipo.
Con Snow a la cabeza y la convocatoria a estudiantes de Antropología comenzó el trabajo de formar un grupo que permita, desde la aplicación de metodología científica, la identificación de detenidxs-desaparecidxs, ya que hasta ese momento las exhumaciones que se realizaban (por desidia o por ignorancia) no respetaban la rigurosidad necesaria para la identificación de los restos esqueletales. “El origen del equipo tiene que ver con los 30.000 desaparecidos de la República Argentina, tratando de buscar herramientas científicas y tecnológicas para ver si se podía dar una verdad a los familiares de personas desaparecidas. […] Como la antropología clásicamente está constituida en el estudio de restos esqueletales, toda esa aplicabilidad en la República Argentina empezó a generar resultados” mencionó Nobile con respecto a la particularidad del trabajo del EAAF.
Y es precisamente esta aplicación científica la que además genera una amplia relevancia en el ámbito académico ya que dentro de las ciencias antropológicas, especialmente de la Argentina, se han convertido en un ejemplo de referencia de cómo es posible llevar estas metodologías a una aplicación ligada a problemáticas sociales de gran relevancia. El EAAF es una referencia inmediata en el general de la sociedad sobre cuál es el posible trabajo de lxs antropólogxs (personalmente, no creo que haya mejor referencia). La aplicación de técnicas arqueológicas al momento de realizar las exhumaciones, el uso de metodologías de la antropología biológica para la identificación de restos esqueletales, la genética e incluso la informática, pero en general, el uso de una metodología científica, ha hecho que el EAAF tome relevancia nacional e internacional por la calidad de su trabajo y los resultados brindados.

Pero no solo la pericia científica ha destacado a este colectivo. El compromiso con la memoria, la verdad y la justicia es uno de los pilares centrales y el trabajo de acompañamiento con los familiares de las víctimas ha hecho que se tome al EAAF como referente internacional: “que el equipo sea una ONG, que no dependa de ningún tipo de gobierno de turno le dio al equipo determinado tipo de confiabilidad, por ejemplo, en trabajos que hemos realizado en México donde los familiares querían organizaciones independientes que evaluaran los trabajos que se hacían en distintas localidades y en las distintas instituciones del país. Combinar toda la formación científico-académica que tiene que ver con el desarrollo de la antropología y la aplicación de la misma, con el hecho de que se una ONG, da determinado tipo de independencia y confiabilidad entre los grupos de familiares”.
Como en el ejemplo mencionado cabe mencionar que la confiabilidad del EAAF ha llevado su trabajo a todo el mundo. “El eje de trabajo es ir a lugares donde parte de la población fue víctima de violencia política, institucional, de segregación étnica o religiosa”. Desde Argentina a México y en lugares que suenan llamativos al oído como Timor Oriental, Zimbawe, Kosovo o Kurdistán Iraquí, el equipo ha desarrollado su trabajo en más de 30 países en América, África, Europa y Asia. Además, es desde todo el mundo que anualmente reciben a profesionales en la Escuela Latinoamericana de Ciencias Forenses para formar a científicxs en el trabajo de identificación de víctimas.
En este sentido de compromiso y reconocimiento, el EAAF comenzó a ampliar su campo de trabajo en nuestro país: “Seguimos trabajando en la misma línea de hace 35 años y por la cual se creó el equipo. Pero a su vez se abrieron otros campos de trabajo que tienen que ver con masacres a pueblos originarios: el año pasado, concretamente, comenzamos a trabajar lo que fue la Masacre de Napalpí y la Masacre de Rincón Bomba, matanzas a pueblos originarios en el nordeste. Ese es un espacio que se está abriendo porque los tribunales también los están considerando como delitos de lesa humanidad. También la búsqueda de desaparecidos en democracia, un campo que se está ampliando y en el que se está formando gente con las técnicas que requieren ese tipo de búsqueda” mencionó Juan Nobile con respecto a la actualidad de trabajo del EAAF.
El año pasado, el equipo también tomó relevancia mediática pero por una situación desfavorable: emitieron un comunicado en el cual anunciaban que el gobierno nacional no estaba girando los fondos pertinentes: “al ser una ONG sus recursos económicos provienen de donaciones, también de transferencias que hace el Ministerio de Justicia o las unidades para las cuales nosotros trabajamos permanentemente. También de la Cámara de Senadores y Diputados y otras organizaciones internacionales que proveen de recursos al equipo. Lo que pasó el año pasado es que la Secretaría de Derechos Humanos y el Ministerio de Justicia de la anterior gestión nacional no transfirieron los recursos que anualmente se transfieren al equipo y eso generó una preocupación muy grande y prácticamente nos dejaron en imposibilidad de funcionamiento”. Este gesto no quedó aislado en la visión general que tuvo el macrismo para con la memoria con respecto a la última dictadura en particular y para con los Derechos Humanos en general. “Ya a partir de esta nueva gestión hubo reuniones con el Secretario de DDHH y van a garantizar que el equipo tenga los fondos necesarios para que pueda trabajar en lo que tradicionalmente trabajamos en la Argentina que son víctimas de terrorismo de estado y también casos de desapariciones recientes” refirió Nobile con respecto a las perspectivas de trabajo del EAAF.
Sin duda, el ejemplo del Equipo Argentino de Antropología Forense merece un análisis particular no solo en torno a la idea de que las ciencias (especialmente las “sociales”, muchas veces bastardeadas por su inaplicabilidad) pueden tener una desarrollo concreto, sino también de que este desarrollo tiene que estar anclado en convicciones claras en la defensa de los Derechos Humanos. La nominación a un Nobel no hace más que refrendar la legitimidad y el respeto con que ya cuenta el Equipo Argentino de Antropología Forense en nuestro país para reconstruir la memoria, conocer la verdad y hacer justicia.
* Estudiante de Antropología (FCNyM) y Consejero Superior de la UNLP por el claustro estudiantil