Por Ignacio Vernazza*

En los primeros días de este año el gobierno nacional relanzó uno de los programas de más amplia difusión durante el kirchnerismo y que genera más expectativa en cuanto a la reactivación económica interna de la Argentina: el programa Precios Cuidados. En palabras del Ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, “el programa busca generar una referencia en el mercado al acceso de un conjunto de producto que entendemos centrales en la mesa de las argentinas y argentinos. Este es el objetivo central del programa, no una determinación de todos los precios, que en el último tiempo tuvieron un gran desorden”.
De los 70 productos que quedaron del macrismo, se incorporaron otros 240 con hasta un 30% de descuento incluyendo primeras y segundas marcas. Otras de las novedades es el lanzamiento de una aplicación gratuita que permite la consulta de productos y la denuncia de incumplimiento, promoviendo el control por parte de lxs propixs consumidores, aspecto destacado por la Defensoría del Pueblo.
Pero, obviando lo destacable de los aspectos antes mencionados, dos fueron los aspectos ampliamente levantados por varios medios como “polémicos” y amplificados por las redes sociales con un claro comportamiento acrítico. El primero de ellos -al que podríamos considerar como duda válida- tiene que ver con el alcance de esta política con respecto a qué comercios pueden incorporarse, a lo que -por ejemplo- la cámara que nuclea a los supermercados chinos ya ha manifestado las negociaciones para su incorporación al programa.
El segundo aspecto tiene que ver con los productos que están presentes en la lista, principalmente las bebidas alcohólicas, algunos postres y gaseosas. Uno de los puntos esgrimidos fue el aspecto nutricional -que no es el foco de interés en esta nota por lo que me tomaré el atrevimiento manifestar la sorpresa por este argumento de parte de quienes invisiblizaron políticas de hambreamiento del macrismo- y el otro tiene que ver con el consumo: que productos son válidos o no.

¿Por qué compran…?
No se pretende hacer un análisis de mercado o viabilidad económica de este programa sino complejizar el aspecto social al cual está enfocado: el consumo.
Y el consumo es complejo, es una parte íntegra en todo proceso económico, además de la producción y la circulación.
Vale aclarar ante posibles análisis desde algún marxismo muy superficial: no sólo la apropiación desigual de los medios de producción implica una diferencia de clases sociales, el consumo desigual también lo hace[1]. Y estos también vale para la implicancia inmediatamente negativa de la palabra “consumo”, vinculado a “consumismo”. Sin duda el actual modelo mercantilista está basado en el hiperconsumo, generando necesidades para validar una producción, circulación y consumo acrítico, de explotación.
Pero, ¿podemos decir cuál producto es “necesario” y cuál no? ¿Qué se debería garantizar? ¿Se puede o debe limitar ese consumo?
Y a partir de aquí vamos a tomar un ejemplo de los de más relevancia: “¿Y para que ponen Coca Cola en los Precios Cuidados?”
Y que no se mal entienda en que vamos a realizar una defensa a una de las multinacionales más grandes -podría decirse casi icono del capitalismo-, pero si vamos a cuestionar el porqué sólo algunxs la pueden consumir. La expresión antes mencionada se suman a otras ya sedimentadas en el discurso cotidiano: “no tienen para… y se compran un celular o zapatillas o Directv”.
¿Y qué quiere decir esto? Que no todxs quieren que todxs consuman lo mismo. Hay un sector al que -por sus condiciones económicas- le es natural el consumo de estos productos y esto genera una distinción. Y cuando otro sector, socialmente inferiorizado y estigmatizado, rompe esta distinción porque accede a esos productos, incomoda: ¿Cómo ese otrx, que no se lo merece, va a comprar lo mismo que yo?
Y aquí es donde se ve la desigualdad, depende de dónde vengo o cuáles son mis condiciones voy a poder comprar una cosa o la otra. Las clases medias y altas puede consumir Coca Cola, pero las clases bajas se deben conformar con segundas marcas, porque “no se lo merecen”.

Democratizar -y responsabilizar- el consumo
Sin duda hay que generar políticas que responsabilicen el consumo de productos alimenticios como una problemática de salud pública, nadie pretende maximizar la compra de comidas y bebidas que no son saludables.
Pero que esto no esconda un discurso clasista. Es importante transformar los hábitos nsalubres, pero en la sociedad argentina actual donde ciertos bienes están profundamente internalizados en la cotidianeidad, que algunxs lo consuman y otrxs no es desigual.
A lo que se apunta con esto es que, si no se entiende el problema de fondo, no importa si lo que discutamos es un producto de primera necesidad o un “gustito”, algo nocivo o un producto saludable, porque si no es democrático ese acceso sólo quienes tengan las condiciones podrán tenerlos.
El programa Precios Cuidados puede ser el comienzo de un camino en el sentido de la democratización, de seguro imperfecto, con cosas a mejorar y con una visión de responsabilizar un consumo saludable, que incluya a la economía popular y las formas de producción agroecológica, pero por esto comenzamos: quienes van todos los días al super van a tener una regulación de igualdad en precios de cosas que compran todos los días, de igual forma para todxs.
* Estudiante de Antropología (FCNyM) y Consejero Superior de la UNLP por el claustro estudiantil
[1] Para ahondar en este tema se pueden consultar los trabajos de Néstor García Canclini y en sus conferencias publicadas