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Por Nicolás De La Iglesia*

Independientemente del nuevo gobierno en México y la liberación del ex presidente brasilero Lula Da Silva, Nuestra América se encuentra atravesando uno de los períodos de mayor inestabilidad política en décadas. Los procesos políticos progresistas vienen en franco retroceso. En esa retirada forzada, las derechas regionales y las oligarquías alcanzan posiciones de poder en cada país. El panorama es por demás complejo en la mayoría de los países de la región. Esta no será una cuestión menor para el próximo gobierno ¿Qué rol tendrá el Argentina en este contexto?

El presidente electo Alberto Fernández ya mostró un atisbo de lo que será su posición en las relaciones internacionales de la Argentina que viene. Su protagonismo en la gestión del salvoconducto de Evo Morales hacia México no es algo que pueda pasarse por alto. El futuro mandatario gestionó personalmente con el gobierno brasilero la posibilidad de que el avión pasara por el espacio aéreo del país que gobierna Bolsonaro. Esto permitió que ante la negativa de Perú y Ecuador el avión pueda llegar, después de horas de incertidumbre, a destino.

Su rol en el grupo de Puebla es fundamental ya que no sólo participó en la gesta del mismo, sino que también parece “picar en punta” como nueva cabeza de la organización. Este grupo concentra más de 30 políticos de distintos países del mundo, entre ellos se encuentran figuras como el ex presidente de Colombia y la UNASUR  Ernesto Samper, el ex Pte. paraguayo Fernando Lugo, la presidenta brasileña Dilma Roussef, el ex Pte. panameño Martín Torrijos, los recientemente incorporados Lula Da Silva y Evo Morales, entre otros.

La organización se propone no llevar banderas políticas y  por sobre todo una política de no confrontación (es una cuestión a resaltar que no hay miembros ni venezolanos ni cubanos). El tono de las declaraciones se puede ver en la exposición conjunta que hicieron hace seis días respecto a la República Bolivariana de Venezuela. El documento rechaza la militarización de las fronteras; aboga por una salida pacífica al conflicto y rechazan la invocación del TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) al que plantean como “instrumento arcaico para las intervenciones militares en países de América Latina durante la Guerra Fría”. Al mismo tiempo remarcan su “compromiso con la democracia, defendiendo la salida diplomática, el diálogo y la negociación como únicas vías para la solución al conflicto”.

En un principio la idea de Marco Enríquez Ominami, ex diputado y candidato presidencial chileno, Alberto Fernández y Aloizio Mercadante, ex senador en la presidencia de Dilma y uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores (PT); era que Manuel López Obrador se pusiera al frente de este nuevo grupo progresista. Sin embargo, el mandatario mexicano evade la cuestión (no en vano se dice que el líder de AMLO “no tiene pasaporte”) ya que quieren mantener su posición de autonomía respecto a los distintos bloques de poder (Rusia y China). Quedó entonces en manos de Alberto comenzar a empujar a esta organización. Y no perdió el tiempo.

El próximo gobierno no sólo deberá enfrentarse a un clima interno que se encuentra al borde del colapso, sino que también deberá contar con la cintura política suficiente como para insertarse en una región convulsionada.

Repasemos:

  • En chile van más de 20 muertos en un mes de protestas constantes del pueblo trasandino en contra de 30 años de políticas de hambre.
  • En Bolivia nos encontramos con un gobierno de facto que lo primero que hizo fue retirar al país del ALBA, expulsar a médicos cubanos y a diplomáticos venezolanos y que lleva 14 personas muertas en seis días.
  • En Uruguay el próximo domingo 24 el Frente Amplio se enfrenta con pocas chances ante el candidato de derecha Luis Lacalle Pou.
  • Jair Mesias Bolsonaro dijo, cuando ganó las elecciones generales Fernández, que los argentinos habíamos elegido mal. Después de eso amenazó con salirse del Mercosur y comenzó a importar trigo de EEUU. No es una cuestión menor la relación con Brasil ya que representa el 40% de las exportaciones del país. Y ambos países tienen sus economías entrelazadas.

Alberto ya hizo la promesa de relanzar la UNASUR y ahora se hace con las riendas de un grupo que promete organizar al progresismo de Nuestra América. Claramente son tiempos en donde recuperar la unidad alcanzada e incluso superarla es una cuestión de supervivencia. Estados Unidos volvió los ojos a su zona de influencia, no solo viene a expulsar a China y a Rusia del continente sino que también vienen por el Litio (el petróleo de la nueva revolución energética), el agua y nuestra soberanía.

La victoria del Frente de Todxs en Octubre demuestra la importancia de la unidad cuando la derecha revanchista pone a los pies del imperialismo el país. Argentina deberá entonces ser el faro de unidad en la región, ser la líder en un nuevo proceso en emancipación Nuestro Americano. En Bolivia está la primera batalla y es necesario ganarla.


*Periodista, columnista sobre Europa del programa Marcha de Gigantes (Radio UNLP - AM 1390) responsable de la sección de Política Nacional en Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.

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