El FMI, MACRI Y SU MEGALOMANÍA

El FMI, MACRI Y SU MEGALOMANÍA

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Por Pablo Jofré Leal*

El presidente argentino Mauricio Macri, en una desmedida e irreal comparación con la gesta libertaria de los héroes de la independencia de ese país, con una personalidad cada día más caricaturesca, comparó sus acuerdos con el FMI y los efectos sociales y políticos que han significado para Argentina, con los peligros y esfuerzos llevados a cabo por los padres de la patria al cruzar Los Andes en su lucha contra el dominio colonial español a inicios del siglo XIX.

Ante tamaño y megalómano paralelo histórico, elaspirante presidencial por el Frente de Todos, Alberto Fernández no tardó en responder señalando en un Twitter “presidente: nuestros héroes, con San Martín a la cabeza, lucharon por librar a nuestra Patria y a nuestro continente de una monarquía que nos sometía. Usted sólo supo entregar al país al FMI y a acreedores externos. Se podía hacer otra cosa. Nada heroico hizo usted”.

Mauricio Macri, tras la aplastante derrota sufrida en las Primarias Abiertas y Simultánea Obligatorias (PASO) del pasado 11 de agosto, a manos de la dupla conformada por el aspirante presidencial Alberto Fernández y su compañera de fórmula a la vicepresidencia, Cristina Fernández (que obtuvieron un 47,1% de los sufragios contra un 32,48% deLoficialista Juntos Por el Cambio)no ha escatimado promesas, discursos con cantos de sirena y ofertones para tener la oportunidad de volver a ocupar la presidencia.  Como también, asignar la culpa de todos los males que afectan a Argentina, no sólo al gobierno anterior presidido por la propia Cristina Fernández, sino que también una campaña del miedo ante la clara posibilidad, que en las elecciones presidenciales del 27 octubre próximo triunfe ampliamenteel binomio Fernández-Fernández.

Tal eventualidad aterroriza a “Juntos Por el Cambio”, la organización política que acoge a Macri y sus adherentes, no sólo porque echa por el suelo el sueño derechista de afianzarse en la conducción del país sino también porque pone en peligro, el seguir favoreciendo los intereses empresariales ligados al actual mandatario, su familia y amigos. Y, sobre todo, tener que responder políticamente, frente al millonario préstamo solicitado al Fondo Monetario internacional (FMI) por 57 mil millones de dólares, cuyo porcentaje mayoritario será gastado previo al fin del mandato presidencial pero, hipotecando al Estado argentino por varios años. Un empréstito destinado a suplir la enorme fuga de capitales o concretar millonarias licitaciones del Estado con ofertantes que se han adjudicado dichas licitaciones y que están vinculados a Macri y su círculo. El gobierno argentino ya recibió 44.000 millones de dólares del programa a tres años acordado en 2018, que seguramente será revisado en plazos y condiciones por el próximo gobierno, si los pronósticos se concretan respecto al Frente de Todos.

Recordemos que el financiamiento por parte del FMI,apoyado en el estrecho contacto que tenía Macri con la ex directora del Fondo Christine Lagarde se concretó cuando al gobierno argentino se le cerraron gran parte de las otras fuentes de financiamiento, donde pesaba la pésima evaluación sobre el manejo económico del país. La propia Lagarde, defendiendo el mega préstamo aseguró que “Argentina tocó a nuestra puerta. ¿Qué hubiera pasado si no hubiéramos estado ahí? ¿Si no hubiéramos hecho nada? Creo que hubiera sido mucho peor. Para mí no hay dudas al respecto. Nadie estaba preparado para dar financiamiento a ese país. yo fui por ahí, toqué a muchas puertas de muchos países, muchas palabras amables y apoyos gentiles, pero ninguna financiación “, sostuvo Lagarde, dando a entender que las dificultades, en el país sudamericano, serían aún peor de la que son hoy con una economía a la baja, tarifazos en los servicios básicos y transporte, subida generalizada en productos de primera necesidad. Despidos tanto en el sector público como privado, con cierre de miles de empresas, profundización de la recesión, cierre de ministerios y oficinas fiscales, reducción del gasto social y en general, con los ajustes estructurales que el FMI exige a nuestros países. ¿Se puede estar peor?

Los mandatos del FMI se han convertido en una receta crónica y perversa, conocida y experimentada por nuestros países latinoamericanos cuando se surte de dinero a gobiernos que suelen malgastar dichos préstamos usureros, que no benefician en modo alguno a la población y que suelen volver a las mismas arcas de donde salen en un ciclo retorcido y con efectos desastrosos para nuestras sociedades. En general, la carga del pago, las compensaciones asociadas son sufragadas por la población, la ciudadanía más vulnerable, la clase media, jubilados, los sectores jóvenes que suelen tener altos promedios de desempleo.Incluyendo recortes a sectores primordiales para el país como la salud, ciencia, cultura y educación. En ese marco,son los sectores más acomodados los menos afectados, quienes suelen blindarse frente los ajustes, ya sea depositando su dinero fuera del país o resguardándose gracias a medidas, surgidas desde los propios entes financieros gubernamentales, que suelen no dañarlos.

No se puede confiar en este tipo de organismos financieros,controlados precisamente por aquellos que son los dueños de los grandes capitales, que tienen a su cargo enormes sumas provenientes de fondos previsionales de gran parte de los países, que suelen aplicar recetas económicas que agravan la situación de nuestros países y que generan mayores grados de dependencia. Me refiero al Banco Mundial cuya sede está en Nueva York con cinco grandes accionistas (Francia, Alemania, Japón, Reino Unido y Estados Unidos) y el Fondo Monetario Internacional cuya sede radica en Washington. Entidades destinadas a intensificar el dominio del mundo por laseconomías hiperindustrializadas, que suelen ser las mayores acreedoras. Entidades que además suelen apoyar en forma enceguecida a gobiernos, que tienen el sello de la irresponsabilidad en el manejo de sus países.

No es casual que la propia Christine Lagarde, cuando aún ocupaba el cargo de directora del FMI y negociaba el acuerdo prestatario con Argentina señaló, en una entrevista en junio del 2019, tras un año desde el inicio del salvataje al gobiernode Macri que  “La economía argentina mostró una situación increíblemente complicada, donde varios actores, entre los que me incluyo, subestimamos la situación cuando se comenzó a negociar el programa de financiamiento para el país. Fuimos demasiado optimistas sobre los pronósticos de contener el alza de precios. La inflación era mucho más resistente de lo que pensábamos y que controlarla tomará mucho más tiempo de lo que anticipábamos”

El Premio Nobel de Economía y acérrimo crítico del FMI, Joseph Stiglitz sostiene que “la política económica del gobierno Macrista ha sido una apuesta fallida respaldada por una comunidad internacional cegada por modelos caducos. La situación se ha deteriorado tan rápido, que es muy difícil en este momento emitir un juicio. Creo que la Argentina, no debería haber contraído esos enormes préstamos del FMI como respuesta a sus problemas” Le esperan momentos duros a la Argentina, afirma Stiglitz “Debo decir una vez más que es a los banqueros a quienes habría que criticar, incluyendo, en este caso particular, al FMI al suministrar erradamente este préstamo, unido a los errores de Macri, como cuando empezó a eliminar los impuestos a la exportación para después comenzar de nuevo. Luego los errores del Banco Central con la forma en que se llevó a cabo la política monetaria y la estabilización. El FMI debió hacer sonar el silbato y no lo hizo, pensó que la política económica estaba bien y que por ello iban a aportar 50 mil millones de dólares. Un pensamiento mágico, un juicio enturbiado por la ideología. El FMI no estaba ayudando a la Argentina, sino violando la política de no intervención o intentando modelar la política argentina.

Según un informe entregado a fines del mes de septiembre por el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda, en el último año, Argentina perdió 155 000 empleos, lo que representa un puesto de trabajo menos cada un minuto y medio, “La desocupación alcanzó los dos dígitos en el segundo semestre del 2019 trepando al 10,6 por ciento. Creció 4,7 puntos porcentuales con relación al año 2015 y 1 punto porcentual con relación al 2018. Se estima en 2,2 millones de desocupados en la Argentina”, detalla el documento. En un dato escalofriante desde el punto de vista económico, el citado documento consigna, como ejemplo de la catastrófica administración del derechista Mauricio Macri, desde Argentina se han fugado 2,4 millones de dólares por hora, 57 millones de dólares por día y 20 mil quinientos millones de dólares por año. La misma cantidad de dinero prestada por el FMI.

El año 2019 no terminará bien para Argentina y para una enorme mayoría de su población, que tras cuatro años de gobierno de Macri ha transitado por un camino de crisis económica, como no se veía desde el año 2001. Con un déficit que podría llegar a los 600 mil millones de pesos argentinos, sobre todo intensificado por la decisión de Macri – con manotazos de alguien a punto de ahogarse – de acometer con los gastos destinados a incrementar en un 50% el servicio de la deuda con respecto al año 2018 y así cumplir las exigencias del FMI. Tiene razón el candidato presidencial Alberto Fernández y su candidata a la vicepresidencia al sostener que “se viene una etapa difícil y compleja para el país tras las elecciones presidenciales”.Palabras ciertas pero que no pueden servir para hacer un relato político similar (si triunfan en las presidenciales) al de un Macri, que en cuatro años, no dejó de asignar la responsabilidad de su mal gobierno a la administración anterior presidida por Cristina Fernández.

Lo que viene según el Frente de Todos, reafirmado en el comunicado que difundió después del encuentro con la misión del Fondo que el candidato Alberto Fernández  tuvo en agosto del 2019, es que el futuro gobierno deberá renegociar el acuerdo de Macri con el FMI. Sobre todo porque este organismo y el propio gobierno fracasaron estrepitosamente en los objetivos planteados: recuperar el crecimiento económico; generar empleo para combatir la pobreza (que ya supera el 32%), reducir la inflación (que se disparó al 53,9%) y bajar la deuda pública (que subió 29 puntos porcentuales del PBI). El Frente de Todos ha señalado reiteradamente que el “el programa económico que impulsa el Gobierno de Macri no refleja ninguna de las prioridades establecidas en la plataforma del Frente de Todos. Tampoco existen coincidencias con las recomendaciones de política impulsadas por el FMI cuyos créditos otorgados han sido utilizados, en gran parte, para financiar la salida de capitales”.

Macri, a pesar de cifras que permiten catalogar a su gobierno como uno de los peores en Argentina en los últimos 30 años, con un manejo económico deficiente, catastrófico. Una administración donde se ha favorecido descaradamente a su entorno de amigos y familiares. Donde las mayores licitaciones del Estado, han sido adjudicadas a sus cercanos, no ceja en considerarse un fuera de serie en materia política y económica. No tiene noción de realidad, sus delirios de grandeza no le permiten observar el daño causado, su ceguera le asigna responsabilidad al gobierno anterior y al que venga. Un megalómano que le ha costado a Argentina sus posibilidades de desarrollo y que le costará además, sangre, sudor y lágrimas, para salir del marasmo en que la ha sumido. Una Argentina con un futuro difícil y que sí o sí deberá asignar responsabilidades frente a un manejo político y económico escaso de luces, en un país cuya sociedad no merece seguir sometido a gobiernos mediocres.


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de página WEB de análisis internacional ANÁLISIS GLOCAL www.analisisglocal.cl
Estela Díaz: “Las mujeres somos artífices de esta unidad”

Estela Díaz: “Las mujeres somos artífices de esta unidad”

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Dialogamos con Estela Díaz (Sec. de Género de la CTA de los Trabajadores) con quien analizamos el rol de las compañeras sindicalizadas en el proceso de unidad de la CGT y la CTA, el encuentro de secretarios generales del pasado 3 de octubre y de lo que se vendrá en el próximo encuentro de mujeres que se realizará en La Plata.


¿Cuál es tu opinión sobre lo que sucedió en el congreso de delegados de la CTA, tanto bancar la fórmula Fernández-Fernández como avanzar a la unificación en la CGT? Sobre todo teniendo en cuenta que las compañeras sindicalistas feministas, vienen trabajando en unidad desde mucho antes de que las cúpulas se hagan cargo.

La verdad es que nosotras estamos muy contentas. Fue muy emocionante el plenario y todas las personas que estuvieron así lo señalaban. Somos artífices de esa unidad. Ese plenario que puede ser un paso más en el camino de la unidad es un proceso largo de construcción y articulaciones intersindicales amplias, diversas y plurales donde las mujeres y de distintas formas fuimos totalmente protagonistas.

En nuestra región claramente porque aquí tenemos una intersindical de mujeres que ya viene desde muy larga data (unos cuantos años), pero también a nivel nacional y cuando una recorre todo el país -por mi responsabilidad en la CTA tengo esa posibilidad- me encontré con esto todo el tiempo. En las provincias, no sólo en las peleas que dimos en la resistencia contra el neoliberalismo o en defensa de los derechos conquistados, sino en discusiones para adelante: las peleas que dimos las mujeres para la ampliación de derechos, porque además como trabajadores y trabajadoras hemos tenido la intersindical de salud, la articulación de la juventudes sindicales de todas las centrales; y la lucha y la resistencia. Si hubo posibilidades de la construcción de unidad política mucho tiene que ver con la resistencia que hicimos los movimientos sociales y las mujeres.

Así que cómo no estar muy feliz de avanzar en una propuesta de unidad orgánica que además va a poner en debate el acuerdo social que hay que construir en Argentina.

Además de que parece que es más fácil para nosotras que para los compañeros tejer redes, más allá de a qué central sindical pertenezcamos

La verdad es que tenemos esa enorme posibilidad. Nosotras ya veníamos encontrándonos por algunos ejes temáticos, pero el llamado al paro internacional de las mujeres los 8 de marzo, también nos interpelaron mucho y dijimos “discutámoslo nosotras” porque somos las protagonistas de ese debate, y eso pone en debate el trabajo de las mujeres no sólo del que hacemos remunerado sino del que hacemos invisible, no remunerado. Enfrentamos leyes e iniciativas muy fuertes y lo hicimos en nuestra soledad.

El proyecto machista para supuestamente equilibrar las brechas salariales era un proyecto flexibilizador que se metía con injerencia en los sindicatos. Se generaron audiencias en la cámara de diputados y logramos que se retrocediera, igual que con la moratoria previsional. Ellos ya empezaban a implementar la eliminación de la moratoria y las mujeres nos movilizamos, lo denunciamos en el país, marchamos al Anses y logramos una prórroga de la moratoria previsional. Esto es ese camino. La recuperación entre las PASO y la elección definitiva logró que a último momento el ingreso de un concejal más que fue Cristian Vander (concejal del movimiento obrero). Ahí pusimos nuestra cuotita.

Ahora las trabajadoras estamos coordinando y ofreciendo que la agenda del trabajo del cuidad y la reducción de las brechas por suerte en esta transversalidad, también con el movimiento feminista, hoy son agendas políticas de primer orden para cualquier discusión de un proyecto de difusión en la argentina.

Si hubo posibilidades de la construcción de unidad política mucho tiene que ver con la resistencia que hicimos los movimientos sociales y las mujeres.

Estela Díaz

¿Cuál crees que tiene que ser las principales consignas que lleven las compañeras sindicalistas y feministas a la discusión de la unificación de la CTA-CGT?

Cuando nosotras pensamos cual es la agenda, nos identificamos desde una perspectiva de un sindicalismo feminista, que es un sindicalismo popular, que es nacional, que se mira en una integración regional y que el eje del trabajo es un eje pensable si el trabajo es digno y de calidad. La agenda de las brechas laborales y la agenda de los temas de los cuidados es un tema crucial para impulsarlo desde el movimiento obrero para el proyecto nacional. Entonces cuando pensamos producción y trabajo esta agenda la atraviesa.

Veo que las propuestas que ya está diciendo nuestro candidato a presidente Alberto Fernández, la agenda de los cuidados está muy presente y podrían agendar la representación y la paridad, este tema de que nuestras voces cuenten, que sean escuchadas y que sean cada vez más disímiles. Me parece que es el camino que venimos transitando en el movimiento sindical donde todavía nos falta un poco más de visibilidad de los liderazgos de las mujeres, pero me parece que vamos caminando, hay mucho en el protagonismo de la militancia y creemos que ese protagonismo público también va a crecer.

Con respecto al Encuentro de Mujeres y lo que ha sido la organización, más allá de los miles de talleres que hay ¿Cuáles pensás que deberían ser los ejes en cuestiones reivindicativas del movimiento de mujeres, de esta discusión respecto de lo plurinacional y sobre todo en la parte del feminismo sindical?

Todos los temas importan. Son más de 100 talleres que van a convocar y las compañeras se van a agrupar según sus intereses. Obviamente el tema del trabajo, del sindicalismo, de la educación, la salud, la violencia, el derecho al aborto, las identidades.

Me parece que sobre todo este año a poquitos días de las elecciones del 27 de octubre, nada menos que en una provincia donde la gobernadora es Vidal, que es mujer pero ha llevado políticas tan antipopulares y tan antifeministas. Va a estar muy presente el desafío electoral que tenemos por delante donde se consolida y profundiza incluso los resultados que se dieron en las PASO y cómo nos alentamos para que la organización popular sea el motor del nuevo gobierno. Esos van a ser debates ineludibles en el encuentro.

De este lado, siempre habrá un pueblo organizado

De este lado, siempre habrá un pueblo organizado

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Por Miranda Cerdá Campano*

Hace dos años, Lenín Moreno llegaba a la Presidencia de Ecuador con la promesa de darle continuidad al proyecto político impulsado por Rafael Correa. Ese proyecto se vio traicionado por una serie de políticas que lo hicieron situarse en el grupo de los gobiernos conservadores de América Latina, aliados al imperio yanqui y sus políticas, tomando medidas que niegan una construcción sostenida por años.

A principios de este mes, Lenín Moreno anunció un paquete de medidas económicas consecuentes con el acuerdo que firmó en marzo con el Fondo Monetario Internacional. Por cadena nacional, el mandatario ecuatoriano anunció que se eliminaría el subsidio a las gasolinas y delineó reformas laborales y tributarias que benefician a los grandes grupos económicos en desmedro de los sectores trabajadores.

Bienvenido sea el Imperio

A mediados de 2018, con las visitas de altos funcionarios estadounidenses como Keith Mines, de la Oficina de Asuntos Andinos del Departamento de Estado, y del ex secretario de Estado, Thomas Shannon (en el marco de sus giras en contra de Venezuela), se aceleró la reedición de relaciones de buenos amigos entre los Gobiernos de Moreno y Trump, y Ecuador aceptó las líneas de cooperación económica y estratégica basadas en la “lucha contra el narcotráfico y la corrupción” y la “inversión extranjera”.

Ambas administraciones firmaron un memorándum de entendimiento y un convenio de cooperación que permitía a la Administración para el Control de Drogas yanqui (conocida con las siglas DEA) y al Departamento de Inmigración a actuar en territorio ecuatoriano. El acuerdo se produjo a pocos días de que en la frontera norte del país sean secuestrados y posteriormente asesinados a manos de un grupo delincuencial colombiano, los periodistas ecuatorianos Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra. Las presiones internas por ese hecho y la ofensiva diplomática estadounidense, iniciada unos meses antes, logró el retorno de las operaciones militares de la DEA, el FBI y otras agencias extranjeras a territorio ecuatoriano, bajo la excusa de la lucha contra las drogas en un país donde no existen cultivos, ni tampoco una profunda vinculación en el circuito económico del tráfico.

Si había algo seguía obstaculizando las relaciones con el imperio, era el asilo político otorgado a Julian Assange durante el gobierno de Rafael Correa. El fundador de Wikileaks no sólo era un hombre “peligroso” para Estados Unidos, también incomodaba a Lenín Moreno con algunos cables de cuando este era vicepresidente, que el portal publicó.

Los documentos daban cuenta de una preocupación excesiva de los EE.UU. por los problemas de salud de Moreno, que por entonces parecían impedirle su candidatura a la presidencia en 2013, como reemplazante de Correa. Esos cables confidenciales también muestran que la embajada estadounidense en Quito tenía como informantes a personas muy cercanas al actual presidente: eran los encargados de informar sobre la evolución de sus decisiones en relación a su posible candidatura presidencial.

¿Fueron dichos cables la razón del abandono de Assange por parte de Lenín Moreno? ¿O fue la renovada amistad entre Ecuador y EE.UU.? Quizás sea una mezcla de ambas cosas. Lo cierto es que esta decisión, junto al cambio de política respecto de Venezuela, le facilitó a Ecuador el acceso al préstamo de 4.200 millones de dólares del FMI.

Se agotó el discurso del odio

Como sucede en Argentina, durante todos estos meses Moreno agitó las banderas de que “todo es culpa del Gobierno anterior” y que “el pasado no va más”. Creyó que el respaldo de los medios de comunicación, la banca y las oligarquías de Quito y Guayaquil le permitirían sostenerse en la Presidencia. Pero lo que vive Ecuador es una crisis democrática de representación: la sociedad no siente que el Gobierno esté actuando en beneficio de las mayorías y agotado el discurso de odio que se venía imponiendo, el Presidente no tiene nada más para ofrecer.

El empleo se ha deteriorado, los servicios públicos escasean y no hay una construcción en defensa de la soberanía económica y política, como supo haberla en tiempos de Rafael Correa. Cabe recordar, que Lenín Moreno no ganó las elecciones planteando la salida de la Unasur, ni la adhesión al Cartel de Lima y mucho menos pactando con la vieja podredumbre política; ganó prometiendo continuar el proyecto de su antecesor y traicionó la propuesta desde el minuto uno.

Su imagen fue deteriorándose entre la población a medida que se alejaba del camino iniciado por la Revolución Ciudadana y que se comprendía que no era él quien gobernaba: tan sólo era la cara visible de un Poder Ejecutivo repartido entre los grandes grupos económicos, los medios de comunicación y, por supuesto, el imperio yanqui.

Un presidente que no tiene la capacidad de gestionar un Estado acaba siendo rehén de los intereses que lo sostienen en la medida que se los satisfaga. A su vez, la falta de autoridad terminó acarreando el deterioro de las instituciones que sistemáticamente intenta taparse con el discurso de la “pesada herencia”.

Ecuador es un ejemplo más de la incapacidad del neoliberalismo para brindar estabilidad económica, política y social, al mismo tiempo que deja entrever que acudir al gran prestamista mundial implica, para un país que previamente fue transformado bajo principios de soberanía, un retroceso inmenso.

Un pueblo con memoria

La fuerza del pueblo ha quedado manifiesta con la gran movilización indígena que ocupó Quito y otros puntos urbanos. El repudio al “paquetazo” neoliberal condujo al traidor a trasladar la sede de Gobierno a Guayaquil para alejarse de la creciente protesta social y cobijarse con la derecha social cristiana. La conciencia popular otorgó al pueblo ecuatoriano la posibilidad de pasar a la ofensiva y dejar solamente de resistir. Ahora, el rechazo al neoliberalismo salvaje se convierte en la posibilidad de reestructurar el orden político, económico y social.

La respuesta del gobierno ha sido la misma de siempre: la criminalización de la protesta, el establecimiento de un cerco informativo que oculte la realidad de los acontecimientos, el incremento de la represión y el establecimiento del toque de queda que se suma al ya establecido estado de excepción. Como es evidente, para el traidor de Moreno, la única forma de mantener el poder es a través de la fuerza. Y no sorprende: estas decisiones son condiciones impuestas por el FMI y los sectores empresariales de mayor poder. La injusticia de las decisiones gubernamentales se apoya en la reducción de derechos.

En la contundente respuesta social se anudan fuerzas y condiciones que pasan a definir una nueva coyuntura. Resalta el retorno de un movimiento indígena que, como en los años ‘90, retoma orientaciones y agenda empujado por las bases, y se observa una base correista que persiste a pesar de la descalificación y la estigmatización con que se les ha atacado desde diversos frentes. A diferencia de otros momentos de mandatos neoliberales, la movilización expresa la pérdida de los derechos conquistados durante el gobierno de Correa (bajo una fórmula que priorizó el trabajo por sobre el capital) y la resistencia al exterminio de las posibilidades de transformación que supieron abrirse.

Moreno se olvidó del pueblo y hoy todo el país se lo recuerda en las calles. La fuerza de los ecuatorianos recuerda que sí es posible resistir y organizar una contraofensiva a favor de los pueblos oprimidos del mundo.


*Periodista, columnista sobre Sudamérica del programa Marcha de Gigantes (Radio UNLP - AM 1390), redactora de Revista Trinchera y colaboradora de Agencia Timón.
Hugo Yasky: “La unidad es a partir del retroceso sindical en todo el continente”

Hugo Yasky: “La unidad es a partir del retroceso sindical en todo el continente”

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Hugo Yasky en el Plenario Nacional de Secretarixs Generales de la CTA del 3 de octubre pasado

Dialogamos con el Secretario General de la CTA de los Trabajadores y Diputado Nacional por Unidad Ciudadana, Hugo Yasky, con quien analizamos el plenario de Secretarios Generales de la CTA realizado el 3 de octubre pasado y los desafíos que se abren ante la posibilidad de un nuevo gobierno.


¿Cuáles son las primeras observaciones sobre lo que dejó este encuentro, que sin dudas tiene visos históricos?

Para nosotros fue un momento de mucha emotividad porque después de 30 años, por unanimidad y después de discutirlo, por lo menos, a lo largo del último año y medio, llegamos a un congreso en el que expresamos una voluntad absolutamente unánime de volver a tener un movimiento sindical que esté unido y para eso la votación fue aportar desde la CTA, para converger en la CGT y tratar de consolidar ese proceso de unidad en el menor tiempo posible.

La CTA en un principio se conforma como corriente hacia el interior de la CGT y después termina separándose y generando una central nueva. La aparición de un gobierno popular generó debates transversales que influyeron en el interior de las dos centrales, generando dos grandes bloques en relación a cómo se posicionaban respecto a ese gobierno ¿Es esta situación la que los hizo confluir y empezar a encontrar puntos de acuerdo?

En realidad el elemento de la fractura nos demostró que esa supuesta homogeneidad que teóricamente podía exhibir la CTA en contraposición con la CGT, que solía tener en su interior sectores con posiciones diametralmente opuestas tampoco era tal.

Nos bajó a la tierra y nos mostró que en un momento de crisis política como en la del 2008/9, no habíamos tenido la capacidad de poder resolver esa situación sin que en el devenir de esa controversia interna terminara quebrándose la central. Incluso con un trámite bastante bochornoso.

Ese elemento influyó, pero fundamentalmente lo que fue determinante es la convicción de que en este Siglo XXI, y sobre todo después del año 2014 donde se produce un vuelco y el péndulo se corre a la derecha en América Latina y aparecen gobiernos de cuño neoliberal, de derecha, duros, como el de Bolsonaro, como el proceso de Ecuador que ahora justamente está en crisis, como sucedió en Argentina con Mauricio Macri; esos procesos entrañan el riesgo del debilitamiento del movimiento sindical.

Por ejemplo, una gran central como la CUT de Colombia, hoy convertida en la sombra de lo que fue. Lo mismo podríamos decir en el caso de Perú o en el caso de Honduras. El movimiento sindical en retroceso, centrales sindicales debilitadas que comienzan a fracturarse, que entran como en un cono de sombras producto de su propia debilidad. Y en Argentina, todavía, el movimiento sindical mostró fortaleza. Uruguay sería la otra mosca blanca del continente, que tiene una sola central y muy fuerte.

La tendencia es al debilitamiento, a la fragmentación, al retroceso -incluso- en las tasas de sindicalización, que salvo en los casos de Argentina y Uruguay, en el resto de América Latina han bajado abruptamente. Ante esto dijimos “hay que fortalecer la unidad” porque vivimos cuatro años de un gobierno que si hubiese tenido la posibilidad de un segundo mandato, sin lugar a dudas, hubiese embestido muy fuerte contra nuestros derechos laborales y contra nuestras organizaciones gremiales. Por eso la decisión tiene que ver más con esto último que con cualquier otra cosa que tenga que ver con la historia reciente nuestra o de la CGT.

Sin dudas el modelo sindical que nos dejó el peronismo ha sido uno de los grandes diques de contención al avance del liberalismo. En algún momento la CTA se planteó como una central alternativa ¿Qué es lo que nos deja esa experiencia? Y ¿qué podemos esperar de este proceso que pretenden encarar?

Más que lo que podemos esperar del movimiento hacia la unidad, te puedo decir qué es lo que queremos que suceda, que es: fortalecer. Nuestra central sindical, la CGT, es tener una voz para ser interlocutor de un gobierno que va a tener que dar vuelta la página del hambre, de la desigualdad, del desempleo, de la pobreza que quedan en la Argentina cuando en diciembre asuma Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

Para una eventual convocatoria a una alianza estratégica entre los sectores de la producción (industriales, las PyMEs y el Movimiento Obrero) hace falta una central fuerte, capaz de conducir y capaz de pararse con un gobierno que va a tener un mandato popular muy claro y fuerte, pero que también va a tener en frente a un poder fáctico, a los poderes concentrados (finanzas, energéticas, especulación financiera) que van a quedar intactos y van a ser hostiles a cualquier política que quiera avanzar en un esquema de mejor distribución de la renta. Por eso necesitamos un movimiento sindical más fuerte aún que el que tenemos, más consistente, más convincente y por eso entendemos que el norte es la CGT: aportar esos 500 mil afiliados que representamos para darle más fuerza, más consistencia y más coherencia a la expresión sindical de los trabajadores.

¿Por qué consideras que desde los “gordos” e “independientes” se ha dejado entrever que hay cierta resistencia a este proceso de unidad, siendo que es tan necesario?

Porque en ese colectivo hay algunos que todavía les cuesta despegarse de su papel oficialista durante estos cuatro años. Les queda la marca. Y porque otros están haciendo una cuenta muy mezquina: están contando esos 500 mil afiliados como la posibilidad de torcer los platillos de la balanza para el lado contrario al que ellos pretenden. Me imagino que el recelo vendrá por ahí, sino no entiendo.

¿Y qué diferencia hay entre hoy y los 90 cuando surge la CTA si muchos actores son los mismos?

Lo diferente es el mundo. Es un mundo mucho más hostil hacia los trabajadores. Un continente donde tenés una reforma laboral brutal que se impuso en Brasil, que es el paraíso de la precarización de la flexibilización laboral y eso lo tenemos a metros nuestros. Ante ese escenario no nos podemos permitir estar con las defensas bajas ni bajar la guardia. Y para eso hace falta unidad.

Hace falta unidad, también, porque hemos aprendido en estos cuatro años, que si el movimiento social no hubiese resistido, hoy seguramente tendríamos Mauricio Macri para cuatro años más, y eso sería letal para el movimiento sindical y para los trabajadores.

Con muchos gremios de la CGT fuimos peleando juntos prácticamente desde hace tres años. De estos cuatro años, tres los pasamos juntos en la calle en distintos episodios de lucha. Con muchos gremios importantes que conforman la Corriente Sindical Federal o el Frente Sindical para el Modelo Nacional; pero también con muchas regionales de la CGT de todo el país. Tres años de lucha juntos en la calle peleando a brazo partido. Esto es lo que también cambió respecto del pasado.

¿Qué puede esperar el Movimiento Obrero Organizado de un futuro gobierno de Alberto Fernández y cuáles serían las tareas que debería llevar?

Creo que el otro día en su intervención en Lanús en nuestro congreso fue muy claro y muy directo. Habló de tener como prioridad mejorar la condición de los jubilados, de los maestros, generar empleo; salir de la crisis en la que nos metieron y terminar con la idea de que no vamos a ser capaces de volver a una Argentina con empleo y con oportunidades para los jóvenes, para los que hoy están con las manos vacías. Creo que esa es la apuesta.

Si el gobierno que cambia absolutamente las prioridades. Del gobierno de los ricos para los ricos, pasar a un gobierno para el pueblo y para los trabajadores; y es un desafío enorme. Lo decía el otro día y lo dijo en Agronomía, la prioridad es gobernar para los que más lo necesitan y creo que eso está claro que son los que sufren hambre, los que están desempleados y los que teniendo empleo todavía están por debajo de la línea de la pobreza.

Mauricio Macri y el misterio de cómo pasamos de poner satélites en órbita a quedar desorbitados

Mauricio Macri y el misterio de cómo pasamos de poner satélites en órbita a quedar desorbitados

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Por Jonatan Pérez*

Como si del peor villano de las historias ficticias se tratara, Cambiemos arrasó con todo a su paso. La ciencia y la tecnología no sólo no quedaron afuera de esto, sino que pasamos de estar en el Top-Ten de países en materia espacial a tener que alquilar satélites obsoletos para no perder posiciones orbitales.


Argentina y el espacio: un breve repaso histórico

La historia de Argentina en el espacio es muy amplia y con grandes éxitos. Nuestro país supo estar ubicado en la élite de la industria espacial logrando la creación de los cohetes Rigel, Castor y Tauro en las década del 60, 70 y 80. Lamentablemente fueron desechados por el gobierno neoliberal de Carlos Menem, con la privatización y desmantelamiento de NAHUELSAT, la empresa argentina creada para poner en órbita los satélites geoestacionarios de comunicaciones, luego de que nuestro país obtuviera la reserva de dos órbitas geoestacionarias ante la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el 28 de febrero de 1985.

Las malas decisiones tomadas por el gobierno menemista y la crisis económica llevaron a que NAHUELSAT se declarara en bancarrota en el año 2004. Al no contar ya con NAHUELSAT, Argentina no tendría una empresa a cargo de las órbitas geoestacionarias y perdería el dominio de las mismas, las cuales eran pretendidas por el Reino Unido ya que con la tecnología existente en ese momento abarcaba desde los EEUU hasta las Islas Malvinas.

La década ganada

El gobierno de Néstor Kirchner recuperaría la soberanía espacial: el espacio radioeléctrico había sido privatizado y las órbitas estaban a punto de perderse a manos de la empresa privada Thales no quería renovar el satélite. Tras la bancarrota de NAHUELSAT, Kirchner solicitó una prorroga a la UIT para no perder las órbitas geoestacionarias. En 2006 se funda la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales Sociedad Anónima (ARSAT), que sería la empresa de telecomunicaciones del Estado encargada de brindar servicios de transmisión de datos, telefonía y televisión por medio de infraestructura terrestre, aérea y espacial; y estaría acompañada por el Programa Espacial Argentino, que tenía como objetivo la exploración espacial y la creación de satélites fabricados en el país.

Esta política estaría acompañada por un proyecto de lanzamiento de 3 satélites geoestacionarios de telecomunicaciones argentinos: el ARSAT-1, el ARSAT-2 y el ARSAT-3. Cada uno de estos tenía un objetivo particular:

  • El ARSAT-1 sería el primer satélite geoestacionario y permitiría dejar de alquilar viejos satélites para no perder las órbitas geoestacionarias. Este prestaría el servicio de televisión digital, internet y telefonía, y tendría una vida útil de 15 años.
  • El ARSAT-2 sería el complemento del ARSAT-1 y permitiría que las empresas nacionales e internacionales puedan exportar servicios de comunicación a toda la región, prestando servicios de televisión digital, internet y la transmisión de datos por toda Sudamérica y parte de Norteamérica.
  • El ARSAT-3 ayudaría no sólo abarcar a todo el continente americano, sino que también a maximizar y desarrollar toda la fibra óptica a lo largo y ancho de nuestro país.

Pese a las críticas de parte de algunos medios opositores, el 16 de octubre del año 2014 se convertiría en uno de los días más importantes no sólo para nuestro país, sino que para toda Latinoamérica. Argentina se transformaba en el primer país latinoamericano en tener en órbita un satélite geoestacional de construcción propia: el ARSAT-1.

Puesto en la posición orbital 72° oeste y en un trabajo conjunto entre ARSAT e INVAP, la empresa argentina de alta tecnología dedicada, entre otras cosas, al diseño de tecnología espacial. Esta última no sólo es una de las más prestigiosas a nivel continental en materia tecnológica sino que es la única empresa latinoamericana reconocida por la NASA como apta para realizar satélites completos, desde su diseño y construcción hasta su operación (excepto su lanzamiento).

Poco menos de un año más tarde, exactamente el 30 de septiembre de 2015, se lanzaría al espacio el ARSAT-2 y se ubicaría en la posición orbital 81° oeste.

Con ambos satélites en el espacio, Argentina no sólo aseguró su soberanía espacial sino que también logró conservar las órbitas geoestacionarias con satélites propios, ahorrando aproximadamente U$S 25 millones anuales en pagos a empresas de telecomunicaciones extranjeras.

Esto vendría acompañado de la Ley 27.208 de Desarrollo Satelital aprobada el día 3 de Noviembre del año 2015. Dicha ley aprueba el Plan Geoestacionario Argentino 2015-2035 que, entre muchos de sus proyectos, cuenta con la producción de ocho nuevos satélites en los próximos 20 años, entre ellos los reemplazos de ARSAT-1 y ARSAT-2.

Cambiando futuro por pasado

El ARSAT-3 era el primer satélite a construir según el Plan Geoestacionario Argentino y tenía que entrar en órbita en 2019, cosa que no ocurrió.

Con la victoria de Cambiemos y la asunción de Mauricio Macri a finales de 2015, Argentina dio un giro de 180 grados en su política espacial, lo que implicó un gran retroceso en estos casi cuatro años. El desfinanciamiento a ARSAT, los recortes en ciencia y tecnología acompañado de los tarifazos llevaron a muchas de las PyMES que participaban del proyecto a su cierre.

En una clara violación a la Ley 27.208, el gobierno de Mauricio Macri suspendió la construcción del ARSAT-3 al poco tiempo de asumir bajo distintos pretextos. Si bien la INVAP suspendió la construcción del satélite, siguió trabajando en otros proyectos del Estado.

Uno de los grandes cambios fue que a mediados del año 2016, el ARSAT-2 comenzó a operar utilizado por una compañía de televisión por cable, la empresa mexicana de telecomunicaciones, America Movil. Poco después se sumaron a esta el Grupo Clarin y la señal de TyC Sports.

A mediados de 2018 y tras varios recortes en el presupuesto de ciencia y tecnología, el presidente declaró que “los contratos que tenía la Nación previstos con INVAP eran de la época de la magia y la plata no está”. Esto traería fuertes críticas de la comunidad científica nacional, y grandes consecuencias para la empresa estatal, que a finales de ese año sacó un informe en el que explicaba al detalle las deudas que tenía el Estado para con la empresa: casi $700 Millones.

En dicho informe la INVAP aclaraba que el Estado estaba retrasado en el pago de los avances de los distintos proyectos que llevaba adelante. Esto llevó a que la empresa deba tomar deuda para afrontar sus obligaciones. Los préstamos bancarios aumentaron de $391 millones en marzo de 2017 a $947 en marzo del siguiente año.

Este año, y tras la cancelación del ARSAT-3, nuestro país debió volver a alquilar un satélite para no perder una posición orbital, un retroceso total en materia espacial. En este acuerdo, ARSAT deberá pagar a lo largo del año la suma de €7 millones a la empresa SES por el alquiler del ASTRA-1H, un satélite que ya no tiene vida útil pero que será utilizado para informar a la UIT que la posición orbital 81° Oeste en Banda Ka está ocupada y así no perder la órbita geoestacionaria que permite brindar el servicio de internet de banda ancha.

El 26 de septiembre pasado se anunció en el boletín oficial la autorización a dos empresas a proveer facilidades satelitales ¿Qué significa esto? A grandes rasgos, que la Secretaría de Gobierno de Modernización de Argentina autorizó dos nuevos satélites a operar sobre el territorio argentino: el Eutelsat-65 West A, perteneciente a Satélites Mexicanos S.A. de Capital Variable, y el SES-10, de la empresa New Skies Satellites Argentina. Para ello, la Secretaría General de la Comunidad Andina debió otorgar el Registro en la Lista Andina Satelital de los satélites ARSAT-1 y ARSAT-2, para que el operador de las redes de satélite notificadas por la Administración Argentina ante la UIT correspondientes a dichos satélites, pueda ofrecer capacidad satelital de los mismos en los países miembros de la Comunidad Andina.

Recuperar la soberanía espacial

Tras el desmantelamiento de una política espacial soberana y ante los incumplimientos a la Ley 27.208 por parte de Cambiemos, el próximo gobierno deberá recuperar aquello que Macri y compañía destruyeron. Si bien los presupuestos no serán los mismos tras el vaciamiento de la gestión de MM, la fórmula Fernández-Fernández tiene la responsabilidad y el deber histórico de recuperar el terreno perdido y retomar la construcción del ARSAT-3, el cual no sólo evitará alquilar satélites que no funcionan, sino que será redituable en un futuro, a nivel económico y comunicacional como precursor en América Latina.

Una política espacial soberana que apunte a repatriar a los científicos que se fueron del país tras el desmantelamiento de los distintos programas del sector; que retome e impulse la creación de equipamiento nacional; que ayude a recuperar las PyMES que fueron parte de acontecimientos históricos en esta materia en nuestro país; y que apunte a que la TDA y el servicio de comunicaciones satelitales sea por y para todos.


* Periodista, columnista en "No Se Mancha" y "Columna Vertebral" (ambos en Radio Estación Sur - FM 91,7), responsable de la sección Ciencia y Tecnología de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.

Bibliografía:
http://latamsatelital.com/se-publico-libro-la-ley-desarrollo-la-industria-satelital-argentina/
http://latamsatelital.com/hoy-se-tratara-en-comisiones-el-proyecto-de-ley-de-desarrollo-de-la-industria-satelital/
https://www.lanacion.com.ar/sociedad/expectativa-por-el-lanzamiento-del-satelite-argentino-arsat-1-nid1735732
http://latamsatelital.com/invap-preocupacion-reaccion-tras-las-declaraciones-macri/
http://latamsatelital.com/informe-invap-contratos-estado-nacional/
https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/210069/20190626
https://www.pagina12.com.ar/174238-el-costo-de-haber-abandonado-el-arsat-3
https://eldestapeweb.com/nota/primera-privatizacion-de-la-era-macri-arsat-pasa-a-manos-privadas-2017-7-16-21-45-0

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