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por Miranda Cerdá Campano*

La injerencia de Washington en América Latina no es ninguna novedad; aún menos lo es desde la avanzada de la derecha en la región a partir de 2015. Todos los gobiernos que desde principios de siglo le habían dado un tinte popular y soberano a sus Estados, vieron caer sus poderes en manos de las famosas guerras híbridas, una mezcla de acusaciones mediáticas, procesamientos judiciales y financiamiento de liderazgos opositores.

En este escenario y como desde el comienzo, la luz al final del camino siempre la sostuvo la resistencia del pueblo venezolano. Una resistencia que evidentemente sigue sorprendiendo a Estados Unidos, que desde el intento de golpe de Estado a Hugo Chávez en 2002 no ha cesado sus arremetidas contra el proceso bolivariano.

Este año, los ataques al sistema eléctrico se han vuelto la moneda corriente para seguir asentando la crisis económica y promoviendo una crisis política en pos de posibilitar una intervención en Venezuela. Mientras parecían afianzarse las negociaciones en Barbados entre el gobierno constitucional del Presidente Nicolás Maduro y un sector de la oposición golpista, comandada por Estados Unidos y titereteada por Juan Guaidó, continúa vigente la guerra vestida de apagones.

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Luego del fracaso de las intentonas golpistas más recientes en Cúcuta y Caracas, el acoso no ha cesado, y en varias oportunidades durante este año, el imperialismo yanqui acudió a los ataques contra el Sistema Energético Nacional. El 7 de marzo pasado, cortaron el suministro de la energía por vía cibernética en el cerebro del embalse El Guri y una vez restablecido, lanzaron un nuevo ataque electromagnético que tumbó la distribución y transmisión de energía.

Apenas unas semanas después, el 25 de marzo, Caracas y al menos 16 estados del país quedaron nuevamente sin electricidad; esta vez, por la quema de estaciones y subestaciones eléctricas del patio B del embalse del Guri. El 10 de abril se registró un nuevo ataque contra el SEN, que dejó sin electricidad varias zonas de Caracas y los estados Aragua, Carabobo, Falcón, Guárico, Mérida, Miranda, Nueva Esparta, Portuguesa y Táchira.

Este lunes 22 de julio, la falta de energía volvió a afectar a varios estados del país y el gobierno anunció un posible “ataque electromagnético que buscó afectar el sistema de generación hidroeléctrica en Guayana, principal proveedor de electricidad”.

La implicancia de Estados Unidos en ciberataques a lo largo y ancho del globo tiene larga data. En 2010 se realizó el mayor ciberataque conocido hasta entonces: el gobierno de Israel, con evidente apoyo yanqui, infiltró sistemas de control industrial en instalaciones del gobierno iraní a través de un gusano informático llamado Stuxnet, destruyendo así sus centrífugas nucleares.

Para 2015, Washington y sus aliados ya habían incorporado de lleno la ciberguerra a su doctrina militar. En julio de ese año, oficiales de alto rango de los Estados Unidos y el Reino Unido realizaron un simulacro de tres semanas en Suffolk, Virginia. No era la primera vez que se hacía; sin embargo, para ese simulacro se contó con la presencia de nuevos actores: representantes de las industrias bancarias y de energía eléctrica. Ahí se practicaron ejercicios de ataque a sistemas de control industrial de plantas de tratamiento de aguas, interrupción de tuberías de petróleo y gas, congelamiento de retiro de dinero en efectivo y desconexión de redes de energía eléctrica.

El sabotaje cibernético debe entenderse como una guerra camuflada para barrer con el gobierno constitucional y, especialmente, con las conquistas populares alcanzadas por el proceso bolivariano. La mesa de diálogo en Barbados, que avanzaba favorablemente en una resolución democrática de los diversos conflictos que aquejan al pueblo venezolano, parece más un acto de simulacro utilizado para disimular la profundización de los ataques golpistas al Estado soberano de Venezuela, que un espacio para la prevalencia de la Constitución y de la paz.

En el ducentésimo trigésimo sexto aniversario del nacimiento de Simón Bolivar, Venezuela continúa recuperándose del apagón del lunes y resistiendo todas las arremetidas imperialistas.

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