Trinchera comparte la segunda parte de la entrevista con Rodrigo Granda, integrante del Consejo Político Nacional del Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. En esta oportunidad el ex líder guerrillero habla sobre la respuesta del gobierno ante los asesinatos a líderes, lideresas y ex guerrilleros, sobre la posición de EEUU sobre el conflicto colombiano con la llegada de la administración Trump, sobre el lawfare y el rol de los medios de comunicación, sobre el rol de Colombia en la estrategia de recolonización del continente de parte de los EEUU, y de cómo ven a Nuestra América en este contexto.

¿Hay alguna respuesta desde el gobierno colombiano, encabezado por Iván Duque, o siguen en una negación de toda la problemática y del fenómeno paramilitar?
Desde las altas esferas del poder se apoya esto que está ocurriendo en el país con la estigmatización. Son altos funcionarios. Queda muy mal que, donde ya hay cosa juzgada como es el caso de la salida de Jesús Santrich de la cárcel, el mismo señor presidente salga a decir que Santrich es un narcotraficante y que los narcotraficantes tienen que estar en la cárcel. O que el ministro del Posconflicto salga a decir en los medios de comunicación que si hay un ex-combatiente muerto (mejor dicho “ex-guerrillero” muerto) es porque estaba haciendo alguna picardía. En Colombia no existe la pena de muerte. O como el ministro de Defensa que, ante la muerte de Dimar Torres, sale apresuradamente a decirle al país que eso se debió a un forcejeo y que Dimar había tratado de desarmar a un militar. En estas condiciones, eso se reproduce a través de toda la amplia sociedad.
Con esa estigmatización, hoy o mañana, cualquiera le pega uno o dos tiros a Santrich y piensa que está haciendo algo bueno, porque está matando a un narcotraficante y no atentando contra la vida de uno de sus conciudadanos. Eso es una cosa absolutamente asombrosa e irresponsable desde el punto de vista del manejo de las posiciones de gobierno y más allá del gobierno, del Estado.

¿Cómo analizan el juego de la administración Trump, después del comunicado de la Embajada de EEUU (en Colombia) rechazando la resolución de la JEP que ordenaba liberar a Jesús Santrich?
Ustedes saben que siempre hubo inconvenientes con los gobiernos de los Estados Unidos de Norte América. Primero porque ellos iniciaron, financiaron, colocaron aviones y dinero para la agresión a Marquetalia en nombre del ataque al comunismo en nuestro país, y evitar el triunfo de una revolución como la cubana.
Todas las agencias del gobierno norteamericano están presentes en Colombia. Trataron por todos los medios de hacerse a la central de comunicación, al asesoramiento militar y técnico del ejército, a manejarlo como ellos quieren y a hacer la guerra contrainsurgente. Después inventan la lucha contra el narcotráfico y esa guerra contra el narcotráfico la convierten en una guerra contrainsurgente. Luego hablan del narcoterrorismo y con ese “San Benito” se da la persecución contra el movimiento obrero y popular, contra el movimiento campesino y desde luego contra el movimiento insurgente fundamentalmente de la FARC.
Ellos organizan, dividen, planifican y financian el Plan Colombia que le costó a los EEUU más de 10 mil millones de dólares para el ataque concentrado para tratar de exterminar física y políticamente a la guerrilla colombiana. Logros que no pudieron tener. Eso ha sido siempre una permanente injerencia. Ahora se creen los dueños del país y que pueden sacar a cualquier colombiano cuando a ellos les dé la gana y llevárselo para las cárceles de los EEUU. No se quedaron contentos con haberle levantado a Simón Trinidad, un hombre que es un guerrillero destacado y un revolucionario transparente, falsos cargos en EEUU y tenerlo allá. Quieren llevar a toda la antigua comandancia de las FARC a las cárceles de los EEUU, con cualquier pretexto. No pueden tolerar que un movimiento armado, como lo fueron las FARC, se haya alzado en armas contra un Estado como el colombiano: patrocinado por ellos; y que ese movimiento no hubiera podido ser vencido en el campo de batalla. Entonces quieren nuestras cabezas para escarmentar no solamente al resto de colombianos y del continente, sino del mundo, diciendo “miren lo que les espera si se rebelan contra la institucionalidad vigente en cualquier país de América Latina”.

Rafael Correa y Cristina Fernández de Kirchner hablan de Lawfare o Guerra Jurídica. Otros analistas hablan de Guerra de 4ta o 5ta Generación, de Guerra Psicológica o Contrainsurgente ¿Ustedes qué lugar creen que tienen los medios tradicionales de comunicación? ¿Qué rol cumplen los medios alternativos o más pequeños? ¿Y qué rol están jugando las redes sociales?
En Colombia, al igual que en casi todos nuestros países, los medios masivos de comunicación son unos monopolios que abarcan todo y que además están sincronizados a través de la radio, de la televisión, de los periódicos, de las revistas y que tratan, incluso, de influir en las redes.
Muchos periodistas están en las nóminas de los grandes capitalistas. No todos, porque ahí hay también gente honesta e incorrompible, aunque las amenazas y toda la situación contra los periodistas es terrible. En el campo de asesinato de periodistas, sólo nos lleva la delantera México. Acá es muy complicado que los comunicadores puedan desarrollar su actividad sin miedo a ser asesinados.
Las redes sociales han cambiado y revolucionado todo esto. Lo de Dimar (Torres) no hubiera sido posible sin las redes. Los asesinatos que están ocurriendo se conocen en el mismo momento y el país los conoce casi en tiempo real. Esto no ocurría en los años 80 cuando pasó lo de la Unión Patriótica. Con esto se ha formado un torrente de opinión que le dificulta a la gran prensa esconder cuestiones tan evidentes.
Desde La Habana le dimos una gran importancia a los medios alternativos. Primero en el sentido de que se deben respetar y ampliar, incluyendo las emisoras comunitarias. También peleamos por acceso y la creación a 20 estaciones de radio, porque vemos que es una obligación del Estado permitir el acceso a los pobladores a estos medios de comunicación. Hay algunos acuerdos con canal 13 de televisión, surgidos también de La Habana, donde se tiene una franja de opinión que hace referencia a la implementación del Acuerdo de Paz. Este es otro frente.
Nuestra lucha es en la cuestión política, en la ideológica, en la financiera. Estamos implementando la economía solidaria y cooperativa, la cuestión del agrupamiento, mientras el Estado trata de diluirnos y desaparecer cualquier forma organizativa. Como partido político FARC tenemos una dinámica propia y tenemos que participar en los espacios donde nos encontramos e irradiar nuestra acción política organizativa de masas, de trabajo conjunto, con las comunidades que allí existen para poder desplegar planes en todos los órdenes, incluyendo el comunicacional.

http://www.cubadebate.cu/noticias/2016/05/11/bases-militares-de-eeuu-en-colombia-apuntan-a-venezuela/
Thierry Meyssan señala que los planes del imperio son los de caotizar la región. Algo de eso se observó cuando se movilizaron paramilitares a la frontera con Venezuela ¿Cómo ven estos movimientos y cual estaría siendo hoy el rol de Colombia en la recolonización de Nuestra América que pretende EEUU?
Colombia tiene 7 bases militares norteamericanas en su territorio, tiene una gran cantidad de asesores militares y es indudablemente (después de Israel y Egipto) el país que más ayuda recibe de los EEUU.
Tenían a Colombia como la plataforma de agresión contra Venezuela. Desde la época de la “Seguridad Democrática”, el señor Uribe logró mover huestes paramilitares a lo largo y ancho de la frontera. Ahora ellos vieron la oportunidad y pensaban que con el presidente títere podían inmediatamente hacer un levantamiento dentro de Venezuela (como 5ta columna) y luego desde territorio colombiano ayudar a la caída del presidente Maduro y de la revolución venezolana. No pudieron hacerlo.
Hoy la guerra le camina a un grupo muy reducido de personas. Se demuestra que la diplomacia latinoamericana, la diplomacia de los pueblos, sirve para luchar contra la acción del imperio y de sus lacayos.
Además, Venezuela no está sola. Han estado solidariamente y porque tienen intereses económicos grandes, los rusos, los chinos, los hindúes, los iraníes. Es decir, ahora el mundo es globalizado y estas situaciones han puesto a pensar al imperio.
Desde el comienzo hemos pregonado que Colombia debe hacerse a un lado y dejar que Venezuela resuelva entre ellos sus problemas. Tenemos una deuda de gratitud muy grande con el presidente Hugo Rafael Chávez Frías, que muy joven se nos fue de este planeta, e igualmente con el presidente Maduro y con este pueblo que prestó e hizo todo para que los colombianos pudiéramos conquistar la paz. Y que esa paz que conquistamos los colombianos fuera la paz del continente como lo dijo Mujica.
Sin embargo, a los venezolanos les pagamos con las monedas de Judas. Es decir, traicionamos y nos convertimos en el Caín de América, como lo hicimos en la época del nefasto (Julio César) Turbay Ayala, cuando la Guerra de las Malvinas. Fuimos los únicos latinoamericanos que dejamos solita a nuestra amada Argentina. Uno todavía se avergüenza de esta corrupción terrible y ese arrodillamiento de los mandatarios colombinos frente al imperio. No queremos que eso se repita y por eso hay fuerzas que se mueven para evitar esa guerra.

A partir de esto que describe y de la derechización de los gobiernos de la región luego del ciclo progresista que vivió Nuestra América, ¿cómo ven la región, en términos generales, y qué perspectiva puede tener a futuro?
Es indudable que la derecha envalentonada y agrupada desde el señor Trump, creció en nuestro continente. Pero ya empiezan a tener una especie de destorcida. Lo de López Obrador en México es un campanazo de alerta, una señal de que no todo está perdido y que se pueden abrir posibilidades de que estos gobernantes “progresistas” puedan volver a levantar cabeza.
Hubo una especie de autocrítica sobre qué pasó para tener este reversazo. Hubo confusión cuando se pensaba que se podía conectar con la derecha, con la burguesía; se rebajó la capacidad ideológica de las organizaciones sociales y de los partidos políticos de izquierda. Mucho manoseo hacia los dirigentes que tenemos la responsabilidad de manejar y trabajar cerca de los obreros, de los campesinos, de las capas medias de la sociedad.
Estos gobiernos de derecha no han resuelto ninguno de los problemas grandes que se presentan. Ustedes en Argentina han dado una reciente muestra con el Paro General. La situación es permanente en la lucha por adquirir nuevas bases de triunfos y victorias, y la reserva democrática del continente no están perdidas. La derecha y la ultraderecha no pueden abusar ni hacer lo que les da la gana en el continente, por más crecidos que se quieran presentar en estos momentos.