
Dialogamos con la co-guionista y productora del documental “Lawfare in the Backyard – La Guerra Judicial en Latinoamérica”, Ana Valentino, quien nos contó las experiencias vividas durante el rodaje y sus apreciaciones sobre esta forma de guerra que está invadiendo la política de toda la región.
¿Qué concepción de “Guerra Jurídica” tienen y desde donde se posicionan para hablar y desarrollar este concepto a lo largo del documental?
En el documental separamos la información en capítulos. El primer capítulo nos dedicamos a desarrollar el concepto de “Guerra Judicial” o “Lawfare”, a nivel global. Y lo que planteamos es que depende quién lo dice y desde qué mirada. Tiene que ver más con una cuestión geopolítica la pregunta ¿Qué es el Lawfare?.
La definición o la visión de lo que es, es bastante distinta, desde los países dominantes que desde los nuestros. Por ejemplo para Estados Unidos, hoy el Lawfare, es una cuestión de “seguridad interior”. Lo ven en el marco de una guerra jurídica que les ahorra problemas de política internacional, de derecho internacional, además de ahorrarles costos materiales, físicos o que les prepara el camino para después desarrollar una guerra sin tener costos a nivel de política o de derecho internacional.
Para Israel los palestinos les hacen Lawfare poniendo niños al frente y después denunciándolos en cortes internacionales de Derechos Humanos. A eso le llaman Lawfare.

Nosotros en América Latina tenemos una visión muy distinta. Por lo menos, en nuestro caso, estuvimos recogiendo testimonios de la definición de académicos, de juristas y de periodistas del continente, y lo vemos más en el marco de lo que sería una estrategia para llevarnos a planteos o a programas de gobierno en términos de pos soberanía.
En América Latina tiene más que ver con impedir que surjan gobiernos populares o gobiernos que no estén alineados con Estados Unidos como cabeza del continente, y poder imponer planes de gobierno neoliberales que a ellos les permita la extracción de nuestros recursos naturales y una serie de cuestiones que tienen que ver más con lo económico; llegar a una hegemonía del poder financiero transnacional.
Hacías referencia a un esquema genera o un esquema imperial y el Lawfare como una operatoria propia del imperio que tiene algunas características particulares según el lugar en el cual se aplica ¿encontrás algunos puntos en común en cuanto, por ejemplo, a la persecución de los distintos poderes judiciales, alguna identidad común en clave de formación ideológica de esa persecución? ¿Este poder judicial que opera en la Argentina procesando a algunos referentes concretos de la oposición se vincula con el caso de Ecuador? ¿Hay alguna identidad en términos técnicos e/o ideológicos? ¿Hay sectores de formación desde el imperio para esta planificación?
No te quepa ninguna duda. Ya podríamos tacharlo de Escuela Jurídica desde el punto de partida que se dan charlas y seminarios en las universidades de Estados Unidos a las que invitan a nuestros jueces y fiscales. Esto quiere decir que le pagan todos los gastos, el viaje, los viáticos; y se llevan nuestros jueces allá para “prepararse”.
Aún aquí, en Buenos Aires, en Argentina, en las universidades privadas de la derecha, también preparan ideológicamente a nuestros futuros abogados en este sentido, y tratan de justificar como una cosa legal. Porque en realidad (el Lawfare) es un uso de la ley. Es contradictorio, pero es un uso ilegítimo de la ley…
Jueces y fiscales funcionan bajo la vulneración del Estado de Derecho…
El otro día había un abogado que me decía que era un “abuso del derecho”.
Además ahora a nosotros se nos prende la lamparita por la situación en la que estamos en este momento pero en verdad hace muchos años –creo que desde que existimos, que existe la academia- nuestros profesionales, todos, hacen sus posgrados, como una tradición, en Estados Unidos o en universidades extranjeras, donde todo el conocimiento que acumulan va en un sentido ideológico que no tiene que ver con nuestros intereses nacionales y nuestra idiosincrasia. Y es un problema muy serio que tenemos.
Nos pasa en todos los rubros. Lo que pasa es que en el rubro judicial se vuelve central en este momento, porque ya está enfocado a imponernos sistemas, planes y programas de gobierno. Entonces directamente nos quedamos sin soberanía, con democracias de muy baja intensidad y muy desvirtuado todo lo que es el sistema institucional, y eso es realmente grave.

En el marco de que presentaron el documental en el Festival de Cine Político ¿Qué es el cine político? ¿Por qué es importante conocerlo? Acto seguido: ¿Existe la posibilidad de un cine que no sea político?
El ser humano no puede estar separado de la política, porque hasta cuando decís “yo no hago política” estás haciendo política. Creo que no hay un cine no-político. Entonces ¿A qué le llamamos cine político? Cuando es explícito, cuando desde el vamos está la intención de que sepa que lo estás haciendo desde una determinada óptica desde un determinado enfoque ideológico, subjetivo y propio.
La era del hielo no es cine político. Ahora, vos podés mirarlo y decir “mirá como desde acá le enseñan a los nenes quiénes son los buenos y quiénes son los malos”. Y es cine político ¿no?
¿Cómo fue el clima en el que trabajaron durante el documental? Y específicamente la caravana de Sao Borja?
Eso despertó curiosidad en la prensa porque en algún momento conté una pequeña anécdota. Nosotros tuvimos un pre-estreno en el Congreso de la Nación, cuando todavía no estaba terminado, y nos lo declararon de interés.
Cuando se nos ocurrió la idea de trabajar este tema (hace más de un año), en el marco del Comité de solidaridad argentino con Lula. Como parte del comité empezamos a cubrir los actos y los hechos políticos del comité. En ese marco se nos ocurrió que había que hacer un documental sobre este tema de la “Guerra jurídica”.
Cuando Lula (Da Silva) todavía estaba libre y estaba haciendo las famosas caravanas de campaña, iba a pasar por el sur, por Sao Borja, que queda en el límite con Corrientes (o sea que nos quedaba bastante posible llegarnos hasta allá (somos una cooperativa que hacemos esto a pulmón y con mucho esfuerzo), dijimos “esta es una oportunidad de ver de cerca lo que está pasando” y nos fuimos hasta allá a sumarnos a esa caravana y a tratar de registrarla.
Cuando estábamos en el micro viajando, a la noche, nos llega un mensaje de Wahts App de los compañeros del PT y de la CUT de Sao Pablo, avisándonos que habían baleado la caravana. Ya estábamos en el micro embarcados en esa y no daba para echarse atrás. Cuando llegamos allá nos encontramos con que mucha de la gente que iba a ir desde Argentina no fue y había un clima absolutamente tenso.
La caravana tenía que llegar al medio día y no llegaba. Y con el paso de los minutos nos fuimos enterando que no llagaba porque la gente de la derecha de Brasil los perseguía y tuvieron que ir campo traviesa, guiados por la gente del Movimiento Sin Tierra (que son los que conocen los caminos alternativos porque están acostumbrados a la persecución) y así llego la caravana, mientras en Sao Borja se había juntado un montón de gente que estaba esperando a Lula para darle la bienvenida y otro montón de gente que lo estaba esperando para todo lo contrario (incluso tenían un muñeco de Lula vestido como presidiario y colgado en una grúa); y la policía montada que se interponía, iban y venían con los caballos y se interponían entre los dos grupos porque estábamos casi cara a cara. Todo eso lo tenemos registrado.
Y hubo dos o tres momentos donde, por ejemplo, hubo gente que saltó la valla y entonces hubo unas escaramuzas, golpes y empujones, gritos. Realmente no sabíamos dónde iba a terminar la cosa.
Entre nosotros, ahora, a veces, nos acordamos y nos reímos porque en un momento era tal nuestro entusiasmo por registrar todo que Leandro (Carvalho) no se dio cuenta, se subió al techo de un auto para filmar desde arriba y no se dio cuenta que era un patrullero y tuvo que salir corriendo.
Así que para nosotros fue toda una aventura pero al mismo tiempo fue bueno porque nos permitió palpar que es una cosa que se pelea cuerpo a cuerpo, que tiene muchos aspectos y facetas, pero lo que nos impactó –y es la pata más importante del Lawfare- es lo mediático.
El poder judicial puede salirse del molde y hacer lo que hace porque el poder mediático le allana el camino, convence a la población. Lincha mediáticamente a la persona que es blanco, que es objeto del Lawfare (en este caso a Lula), y la gente queda convencida de que es un delincuente y que todo el que defiende a Lula es porque es chorro. Esto que nos pasa acá de “choriplaneros”, “grasa militante”, entonces la gente se pone violenta. Llega un punto que se pone violenta de verdad. Y la violencia social es parte también de esto.