
Por Nicolás Sampedro*
Tal como lo afirma el analista Manuel Díaz Aponte, “La movida del complejo fichero de la geopolítica internacional cada día es más indescifrable”. Si a esto se le suma el complejo entramado de noticias falsas y operaciones permanentes de los emporios infocomunicacionales, se vuelve fundamental la prudencia y el análisis cada vez más minucioso de los hechos.
El incremento de las tenciones en diferentes partes del planeta en la última semana, dan cuenta de una avanzada multidireccional y multidimensional de parte del imperio norteamericano que da la sensación de pretender seguir perdiendo terreno contra sus principales competidores globales: Rusia y China.
Si bien la retórica de Trump se base en agredir para luego negociar en unas supuestas mejores condiciones, la realidad es que durante la semana reabrieron varios frentes en simultáneo. Quizás de todos ellos uno de los más peligrosos es la nueva embestida en la guerra comercial con China. El mandatario gringo anunció que a partir de este 10 de mayo se incrementarían del 10 % al 25 % las tarifas para una serie de mercancías chinas que EE.UU. importa por un valor de 200 mil millones de dólares al año. “El pasado domingo, Trump también amenazó con imponer “en breve” aranceles del 25 % a otros productos chinos por 325.000 millones de dólares que, de momento, no están sujetos a impuestos”. Obviamente que el gigante asiático no se quedó de brazos cruzados y aseguró que este hecho tendría sus consecuencias, aunque sigue apostado a lograr un entendimiento.
En cuando al enfrentamiento con el gigante euroasiático que conduce Vladimir Putin, parece que las molestias del Trump y su séquito responden a que los rusos han tomado la iniciativa en la resolución de muchos de los conflictos abiertos por Washington: Siria, Irán, Ucrania, pero fundamentalmente Venezuela, ubicado en lo que para los gringos es su “patio trasero”; en realidad su reserva estratégica de materias primas y mano de obra barata.
En la semana, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, sostuvo que su país crearía una coalición de países para contrarrestar el accionar los ataques permanentes de la Casa Blanca contra suelo bolivariano. La semana pasada el máximo responsable de la diplomacia rusa y su par norteamericano, Mike Pompeo, coincidieron en que una intervención militar en Venezuela sería “tan injustificada como catastrófica”.
Lo cierto es que una cosa son las declaraciones y otra el accionar cotidiano. Permanentemente Trump y sus funcionarios salen a decir declaraciones a la prensa, o twittean sobre la opción militar, pero, como señala el analista mexicano Alfredo Jalife Rahme, “Rusia ha marcado nítidamente las líneas rojas; no va a permitir el modelo ucraniano, ni el modelo sirio en Venezuela. Y ahí está en juego toda la Doctrina Monroe”.
Como se sabe estos no son los únicos frentes abiertos por la administración Trump. No sólo están las presiones sobre la Unión Europea para que se pliegue a sus intereses, sino también la vía libre y el fomento de las estructuras noeonazis, fundamentalmente en Ucrania y los Balcanes; las presiones para hostigar -fundamentalmente- a Venezuela y a Irán.
En relación a éste último, la semana dejó una innumerable cantidad de noticias, twits y publicaciones en redes. No sólo por las nuevas sanciones aplicadas al país persa y a quienes comercien con éste, sino por el envío de buques militares y otros elementos bélicos a la región.
Párrafo aparte merecería el “vía libre” para que el estado terrorista de Israel haga y deshaga a sus anchas en el territorio palestino. La última información habla de un nuevo muerto en la jornada 58 de la Gran Marcha del Retorno, y que según la ONU hasta marzo de este año llevaba alrededor de 120 palestinos amputados por las agresiones sionistas.
La política propuesta por la administración Trump es el llamado “Acuerdo del Siglo”. Según el canciller palestino, Riad al-Maliki, “No podemos darnos el lujo de no involucrarnos en esfuerzos de paz, pero los esfuerzos de la Administración estadounidense no pueden ser descritos ni pueden calificar, lamentablemente, como esfuerzos de paz, sino condiciones para la rendición”.

En Nuestra América el caso más resonante es el venezolano. El intento fallido de golpe de estado del pasado 30 de abril, dio cuenta de lo desdibujada que está la oposición al chavismo, del pescado podrido que vendió a los yanquis y la extrema incapacidad de hacer nada, hasta trucos fotográficos tienen que hacer para intentar que no se note la pérdida de confianza hasta de los propios. Hoy la agresión está enteramente digitada desde fuera como sostenía la semana pasada la colega Stella Calloni.
Ahora lo que se vuelve realmente peligroso del escenario venezolano son los tristemente célebres “falsos positivos” colombianos, como la denuncia del ingreso de integrantes de las FANB en su territorio o el posible ingreso de mercenarios privados como se mencionaba la semana pasada. El país vecino tiene larga data en este tipo de maniobras y como sostiene el director ejecutivo del Instituto Ron Paul, Daniel McAdams, “Guaidó ahora vale más muerto que vivo para la CIA y para la oposición“.
El escenario de agresiones imperiales en la región se complementa con los permanentes ataques a Cuba y Nicaragua. Las dos naciones hermanas vienen siendo hostigadas por los gringos, que pretenden borrar del mapa del continente a toda expresión de gobierno popular, progresista o revolucionario. Motivo de ello también la política de vaciamiento de los bloques regionales que se construyeron durante las últimas décadas.
El imperio norteamericano se desmorona paulatinamente y como decía el gran compañero y analista, Jorge Beinstein, tienen una carrera a contrarreloj por lograr. Todo indicaría que su decadencia puede llevar a un desastre para toda la humanidad. La analogía del galardonado film de George Lucas que encabeza esta nota, encaja como pieza de rompecabeza. Hay que tener cuidado y estar alertas porque “El imperio contraataca”
* Periodista especializado en temas internacionales, conductor del programa Marcha de Gigantes (AM 1390 Radio Universidad Nacional de La Plata), productor general del programa La Marea (FM 90.5 Radio Futura), redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.