Por Flor Luengo*, Franco Carignano** y Nicolás Sampedro***
El director del periódico Resumen Latinoamericano, Carlos Aznarez, analiza el contexto en el que se da la detención del fundador de WikiLeaks, Julian Assange; las motivaciones que puede haber tenido el gobierno de Lenín Moreno, el rol de los medios de comunicación y las posibles consecuencias.
Carlos, en qué marco se da la detención de Julian Assange ¿Cuál sería tu primer análisis?
Esto se da en el mismo marco en el que se está dando toda esta ofensiva general por parte del imperio norteamericano en el continente. Todo esto empieza cuando el señor Moreno, presidente de Ecuador, comienza a traicionar (desde el primer día) todo lo que -de alguna manera- significaba la Revolución Ciudadana en el Ecuador. Tuvo diferentes pasos, desde, primero, perseguir abiertamente al ex presidente Rafael Correa, acusarlo de corrupto y todo lo que ya se sabe que siempre se utiliza por estas tierras; y por otro lado, ya advertir que él se desligaba de la idea de seguir formando parte de la oleada progresista latinoamericana. Y en ese sentido, desde ese mismo momento, el destino o la suerte de Assange quedó realmente en suspenso.
Nadie se imaginaba -aparentemente- de que Moreno iba a soltarle la mano de esta manera. Digo de esta manera porque no solamente viola su propia soberanía como país, permitiendo el asalto a la embajada de Ecuador en Londres por parte de funcionarios de la policía inglesa, sino que también se somete, claramente, a la idea que tiene Trump para el continente, que es trabajar con absoluta impunidad cooptando presidente, economías y generando una persecución a todos los militantes populares.
Assange ha caído en esta volteada y es muy grave por varias razones. Primero por todo lo que significa Assange frente al imperio, que fue uno de los que abrió la puerta de todos los secretos de EEUU y las complicidades de EEUU con otros regímenes en el continente y en el mundo a través de WikiLeaks. Y por otro lado, por esta idea de que un presidente se arrodille de tal manera ante el imperio que permite esta violación abierta de lo que los ecuatorianos reclaman como su propia soberanía.
En relación con lo que venís relatando del contexto latinoamericano y global, y las relaciones que tiene con el avasallamiento de la derecha ¿Qué lugar te parece que tiene el periodismo en este contexto de lucha ideológica?
Bueno, depende de lo que entendamos por periodismo. Si hablamos de los medios hegemónicos, ocupan un lugar primordial, como una de las primeras espadas de esta ofensiva imperial. No sólo aquí en América Latina, sino en todo el mundo. Lo vimos en Medio Oriente, en la invasión de EEUU a Irak, el intento (de invasión) a Siria, la invasión a Libia. El periodismo hegemónico jugó como cómplice de esa invasión. Son los que calientan el terreno para que después entren las tropas norteamericanas o bombardeen los países que invaden.
Y en el caso latinoamericano lo vemos todos los días sobre la campaña ostensible de ataques feroces a la soberanía venezolana, a quien los venezolanos eligieron legítimamente como presidente que es Nicolás Maduro, y también en todo esto que comentábamos recién de crear el caldo de cultivo para que el imperio pueda hacer cosas como las de Assange.
Hoy la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) y todos los que cacarean diciendo que defienden la libertad de expresión han hecho silencio; se callan la boca. De cada país donde hay llamados periodistas, que en realidad son plumíferos al servicio del imperio, hoy se callan la boca con lo de Assange. ¿Quiénes están reclamando por Assange? Las organizaciones populares, algunos países como Rusia, como China, Venezuela, Bolivia; pero está claro que la libertad de expresión en el precipicio y en caída libre.
Recién hacías referencia, además de la violación del territorio ecuatoriano en la embajada por funcionarios del imperio británico, también la amenaza de la extradición a EEUU con todo lo que ello implica y además, bien indicabas recién, la importancia de Assange y sobre todo la sed de revancha del imperio norteamericano para con quien ha divulgado información trascendental para conocer cómo funciona este imperio.
El peligro máximo para Assange es que lo lleven a EEUU. Indiscutiblemente puede correr todo tipo de suerte pero ninguna a su favor. Puede que sea condenado a numerosos años de prisión, y puede ser que también sufra algún atentado en la cárcel a la que lo lleven y se termina Assange para siempre. Algo que sería parte de un juego que EEUU ha hecho en su momento con el matrimonio Rosenberg al que acusó de espías; lo hace actualmente con Ana Belén Montes, ciudadana puertorriqueña que colaboró la causa de Cuba y de Puerto Rico, y a la que acusan, obviamente también de espía; y lo hizo con los cinco héroes cubanos que los tuvieron que soltar porque realmente el trabajo de militancia de Cuba, y también el canje con alguna gente de la CIA que tenían Cuba, logró la libertad de ellos.
La suerte de Assange, si entra a EEUU, está muy en baja. Primero por la revancha que mencionás, EEUU no permite que se divulguen sus secretos de la manera que lo ha hecho Assange, que además es muy lógico que lo haya hecho porque ahí se descubrieron todas las violaciones de DDHH, de libertad de expresión, de persecuciones que EEUU hace y viene haciendo y hará seguramente.
Espero que la presión internacional, incluso la presión desde algunos países, obliguen a Londres a no entregarlo a EEUU, pero la verdad que no soy muy optimista por el grado de relacionamiento imperial entre Londres y EEUU.
En este escenario que describís ¿Cómo podemos pensar un futuro desde un periodismo combativo en acompañamiento y con las organizaciones sociales?
Antes que nada, creo que quienes nos decimos comunicadores populares tenemos que estar muy pegados a las demandas, a las reivindicaciones y a las rebeldías de los luchadores populares de cada país. Estar a pié de calle, a pié de barricada, a pié de protesta.
Me parece que ya no valen los atajos ni refugiarse en la “objetividad” o en la “imparcialidad”. Un comunicador popular tiene que ser parte de la lucha de los pueblos como fueron Jorge Ricardo Masetti, Rodolfo Walsh, o como son tantos en el continente. En ese sentido, salir de la posición cómoda de cierta idea de que si soy periodista tengo cierto grado de inmunidad, “no me meto con esto”, “no me meto con el poder y me salvo”, sino estar en las antípodas de ese pensamiento y comprometerse. No encuentro otra forma de hacer periodismo hoy, que no sea ligada a la lucha de los pueblos.
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* Periodista especializada en cuestiones de género e historia, columnista del programa La Marea (Radio Futura FM 90.5), redactora de Revista Trinchera, del portal Luchelatinoamérica y colaboradora de Agencia Timón.
** Periodista especializado en temas nacionales, columnista del programa La Marea (FM 90.5 Radio Futura), redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.
*** Periodista especializado en temas internacionales, conductor del programa Marcha de Gigantes (AM 1390 Radio Universidad Nacional de La Plata), productor general del programa La Marea (FM 90.5 Radio Futura), redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.