En esta conversación con Martín Pastor, periodista y analista internacional ecuatoriano, repasamos por qué ‘Es hora que Estados Unidos invada a Estados Unidos’; para luego meternos a analizar hacia el interior de Ecuador, donde el gobierno de Lenín Moreno reafirma su inserción en la ola neoliberal que azota nuevamente a Nuestra América, con la firma de un acuerdo de 4.200 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional de receta calcada.

–Haces una reflexión sobre la situación interna de Estados Unidos, en la que afirmás que es hora que se invadan así mismos. Te pido una descripción de ese análisis.
–En realidad, parte como una crítica a la posición que los Estados Unidos ha tomado hacia a América Latina y el resto del mundo. Especialmente, con el caso de Venezuela y esto de ampararse bajo la ayuda humanitaria. ¿Ellos pueden justificar ir a luchar por la democracia y ayudar a otros países si su país en sí, al interior, tiene problemas estructurales muy graves? ¿Qué está pasando en Estados Unidos en su interior? Todos tenemos ideas del sueño americano, pero ese sueño murió hace muchos años. Se ha convertido en una pesadilla para millones de estadounidenses y es lo que muestran las cifras. Tomo las del relator especial, Philip Alston, que es encargado de pobreza extrema y derechos humanos para las Naciones Unidas. Revela que en el 2018 aproximadamente 40 millones de personas viven en pobreza en EEUU, 18.5 millones en extrema pobreza y más de 5 millones viven en condiciones de pobreza absoluta. Estamos hablando que incluso se ha llegado a comparar con lo que llaman el Tercer Mundo, ya que no tienen el acceso a servicios básicos y no tienen estándares de vidas o bienestar como se podría entender.
–Juega mucho también este imaginario que se ha construido respecto del sueño americano, pero, también, quiénes son los dueños de los medios más influyentes y cómo este tipo de información se pone en la palestra de la información que circula a nivel mundial, sobre todo sabiendo que de las 5 agencias multinacionales de la información, hay 3 que son norteamericanas.
–Totalmente. Hay que entender que parte de la política exterior de los Estados Unidos es un manejo y manipulación mediática, no sólo con esas grandes corporaciones transnacionales de comunicación sino incluso la influencia que tienen en los sectores de comunicación al interior de otros países. Esta situación es totalmente silenciada o maquillada para que no se vea de esta forma. Entonces, lo que vemos ahí es el discurso de ese absolutismo estadounidense y si le preguntas a cualquier estadounidense cree que es el mejor país del mundo, el más fuerte, el más grande, el más poderoso, pero cuando se le empieza a revisar por partes y segregando estas categorías empezamos a ver que ya no es así. Está muy atrasado en muchas áreas y hay países que ya le comieron completamente otras.
–En estos días no fue sólo el caso venezolano, sino que fue, también, la injerencia o el planteo de Bolton y Pompeo respecto de las situaciones específicas de Cuba, Nicaragua, llamando a los tres país junto con Venezuela como la Troika. ¿Qué análisis haces partiendo del recrudecimiento sobre estas tres naciones en particular?
–Ellos abiertamente dijeron que no tienen miedo de aplicar el concepto de la doctrina Monroe. Para ellos sigue siendo ese su patio trasero. Pero vemos un cambio interesante. Es decir, los Estados Unidos están perdiendo influencia en el resto del mundo. El no haber logrado lo que quisieron en Siria como ellos lo querían, demuestra que hay nuevos poderes que pueden hacerle un peso, no al 100% en este momento pero ya le van haciendo un contra-balance. Lo único que les queda, por decirlo de alguna forma, es América Latina, que sigue siendo esa reserva que tienen, ese último bastión de influencia en los que tienen que interferir. Ahí entonces aparecen estos tres países que llaman la Troika de la tiranía. Bolton ha llamado de esta forma a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Entonces, vemos que todos los ataques van a ser dirigidos hacia ellos desde lo mediático y, si tomamos la palabra del gobierno venezolano, incluso ya ataques reales como pasó con el tema del apagón eléctrico que se dio hace 48 horas.
–Es interesante ver cuál ha sido la reacción de la mayoría de países de Nuestra América a raíz de la ofensiva contra Venezuela. ¿Qué valoraciones tenés respecto a la posición que ha tomado el Ecuador con la situación de Venezuela y con esta reconfiguración que se ha dado en el continente?
–En el caso de Ecuador, como lo estamos viendo desde hace más de un año, nos encontramos en un proceso de corporativización del Estado. Entonces, en este proceso en el cual el sector empresarial y las élites económicas han asumido el control de ministerios y zonas estratégicas del país, el discurso que en algún momento se manejó desde la UNASUR respecto a la unión latinoamericana en contra de este tipo de injerencias es hoy totalmente nulo. Ya que desde las élites económicas y el sector empresarial el discurso es: ‘los Estados Unidos es nuestro mayor inversionista y nosotros no tenemos que cuestionar nada de lo que ellos dicen’. Lo que ha resultado de esta corporativización del Estado en Ecuador es el recrudecimiento de la situación para los ecuatorianos en la actualidad y en lo que se viene. Es decir, el FMI va a entrar al Ecuador. Lo hizo ya en Argentina. Nosotros estamos siguiendo la misma receta.
–Respecto a esto que mencionabas del FMI, si no recuerdo mal, una de las cosas que también había sido motivo de orgullo para los ecuatorianos era la no injerencia de organismos internacionales en la política interna pese a la dolarización de su economía. ¿Qué lectura haces, desde el sentir de la calle, con este nuevo pedido de ‘ayuda’ al FMI?
–Gracias a la ayuda de los medios de comunicación locales se ha instalado un nuevo sentido común sobre esa necesidad de inversión extranjera directa como la salvación para el país. Esta es la estrategia de las élites económicas y del sector empresarial. Esto es un retorno inconstitucional de elementos como los tratados bilaterales de inversión que nuevamente se van a aplicar en el país y, ahora, el retorno del FMI al Ecuador. Tomemos en cuenta que la situación económica y lo que sienten los ecuatorianos se ve en cifras. Es decir, recientemente, en febrero, CEDATOS, una encuestadora importante del país, publicó que el 70% está preocupado sobre la situación. Es una cifra que pasó del 40% en el 2017 cuando Lenin Moreno entró al poder. En términos de economía, hay que tomar en cuenta dos factores importantes en el análisis. Uno es la balanza comercial que nuevamente el año pasado cerró con un déficit. El otro factor es la deuda externa. Sólo en bonos soberanos, Moreno ha puesto en 20 meses casi 8 mil ochocientos millones de dólares, incluida la última emisión que fue en febrero de este año. Tomando en cuenta al período 2014-2017, Rafael Correa puso 7 mil seiscientos millones. Es decir, en estos veinte meses, casi dos años, Moreno llega a lo que se puso en tres años antes, y en épocas muy difíciles que nos tocó. Entonces, el retorno del FMI y esta nueva pérdida de soberanía en términos económicos y, también, políticos es parte de una estrategia no sólo en Ecuador sino a nivel regional.