Los enredos de la pseudo-democracia actual

Los enredos de la pseudo-democracia actual

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

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Por Nicolás Sampedro

La periodista, investigadora y militante, Stella Calloni, reflexionaba en una reciente entrevista publicada en el portal Misión Verdad, acerca de las nuevas formas de intromisión de los EEUU en la política de los países de Nuestra América, y la imperiosa necesidad de sentarse a pensar cómo adelantarse a tales políticas para lograr salir del lugar de sumisión a los designios imperiales.

Calloni habla de las “Democracias de Seguridad Nacional” en clara alusión a la Doctrina de Seguridad Nacional implementada por los EEUU durante los años 70 mediante las diferentes dictaduras militares del Cono Sur, el Plan Colombia y el Plan Mérida, entre otras políticas de intervención.

Hoy la formación no es a militares en la Escuela de las Américas, sino que “se crearon escuelas de justicias y La Academia Internacional Para el Cumplimiento de la Ley en El Salvador con el mismo criterio de captación y formación de funcionarios judiciales y policiales”.

Éste es uno de los pilares para comprender los procesos de desestabilización judicial o “Lawfare” de los que son víctimas les ex presidentes Lula Da Silva, Cristina Fernández de Kirchner, Rafael Correa y Gustavo Petro, como reflexiona el sociólogo y científico político brasileño, coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estatal de Rio de Janeiro, Emir Sader. Algo similar que lo sucedió (y con éxito comprobable) con Mel Zelaya, Fernando Lugo y Dilma Rousseff, anteriormente.

Incluso si se presta atención en las recientes elecciones de Brasil, el juez de primera instancia Sergio Moro, manda a encarcelar a Lula sin tener una sola prueba en su contra, pero “con la firme convicción” de que era responsable de lo que se lo acusaba, fundamentalmente en la prensa, porque jurídicamente no había nada.

La victoria de Bolsonaro, al igual que la de Donald Trump en los EEUU, representa el segundo gran pilar de este enredo: el manejo de las redes sociales digitales. Tanto Facebook, como Twitter, Instagram y en este caso también WhatsApp (propiedad de Facebook), sirvieron para realizar una campaña de desprestigio -sin precedentes- contra el candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad.

No es casual que el discurso reaccionario de Bolsonaro haya prendido en grandes sectores de la población brasileña. Según Sally Burch, periodista británica-ecuatoriana y directora ejecutiva de la Agencia Latinoamericana de Información: “las emociones negativas conllevan a tendencias de acción en línea más fuertes que las emociones positivas; por lo tanto, ciertos algoritmos terminan priorizando aquellos contenidos que provocan reacciones de ira u odio en el usuario. También, cuando un usuario muestra interés en contenidos con posiciones político-sociales extremistas, el algoritmo le ofrece nuevos contenidos aún más extremos.  Con ello, estos sistemas contribuyen a radicalizar posturas y a agudizar antagonismos existentes en la sociedad, al punto que, en contextos de fuerte conflictividad, han llegado a catalizar acciones colectivas (offline) de violencia física e incluso casos de linchamiento. Como consecuencia, se estrecha el espacio para el debate político y la confrontación de ideas, programas, tesis y la búsqueda de consensos mínimos entre puntos de visto divergentes que son fundamentales para la convivencia democrática”.

De este dato/afirmación se puede extraer que: las redes no sólo son un arma de desinformación, que van segmentando a los distintos grupos por intereses, sino que refuerzan las contradicciones y la división social. La descomposición social, el no diálogo y consenso mínimo, la deslegitimación de la política como instrumento de transformación, y del estado como ente regulador de la sociedad, entre otras.

En Argentina esto mismo se puede ver con los equipos de trolls de Peña Brown bombardeando con Fake News las redes, estigmatizando a quienes enfrentan las decisiones del gobierno de Cambiemos, con la clara complicidad mediática que desde hace años que viene estigmatizando a los sectores populares, a los sindicatos, a les colectives feministas y a la expresión política realmente opositora al macrismo, que es el kirchnerismo.

El colega Mariano Molina afirma en un artículo recientemente publicado en Agencia Paco Urondo que “es tiempo, entonces, de volver a aclarar -una vez más- que la identidad y la representación política no la otorga la autodefinición individual o colectiva, sino la percepción de la sociedad y la consideración que tenga el enemigo. De este modo, no sirve de nada definirse de tal o cual ideología si el conjunto de la sociedad y el enemigo no te valoran como tal. Hay quienes piensan que los gobiernos populares de las últimas décadas son puro cotillón, pero esa consideración pierde valor frente a los enemigos que tienen y han tenido esas experiencias. Cuando las grandes corporaciones económicas y los intereses del Departamento de Estado estiman al PT, el kirchnerismo, el chavismo, el Frente Amplio uruguayo, el MAS boliviano o el correismo sus enemigos reales, toda otra discusión es pura chapucería”.

Como tercer eslabón de esta cadena de herramientas del impero para controlar los procesos políticos en la región, se puede ubicar a dos fenómenos disímiles pero que cumplen el mismo objetivo: Las iglesias evangélicas o pentecostales y las Organizaciones No Gubernamentales.

Ambas expresiones tienen por tarea la imposibilidad de que las organizaciones populares crezcan, se reproduzcan y acumulen poder territorial. Las iglesias ligadas teledirigidas a acaparar fuerza en los sectores populares de menores recursos, vendiendo la falsa ilusión de que dios todo lo puede y que sólo evangelizando al pueblo se podrá salir de las garras del demonio (pónganle el nombre de cualquiera de les ex presidentes antes mencionades). No es casual que tanto Heidi Vidal como Mameluco Olmedo (entre otros) hayan salido a su búsqueda, dada la gran efectividad que mostró en Brasil.

Lo preocupante de este escenario es que las iglesias evangélicas en argentina, no sólo se reprodujeron con una velocidad atroz, cooptaron a gran parte de la población carcelaria (no sólo a quienes están privados de su libertad, sino también a una importante cantidad de efectivos del sistema penitenciario) y que ya cuentan con ejércitos propios. Recientemente se pudo observar en las redes un video donde se vanaglorian de tal hazaña.

En éste marco, las declaraciones de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, cobran aún más relevancia y se vuelven más peligrosas. “El que quiera estar armado, que ande armado; el que no quiera estar armado, que no ande armado. La Argentina es un país libre”. No sólo es irresponsable porque según nuestra legislación no cualquiera puede portar armas, sino porque está estadísticamente comprobado que el aumento de armas en las calles incrementa los niveles de asesinatos, muertes por accidentes o las masacres como sucede en los EEUU.

Las ONG´s, por otro lado, apuntan a sectores medios que van a hacer ayuda social (voluntarismo) y terminan lavando sus culpas sin involucrarse en un proceso de organización que busque la real transformación del status quo y de las realidades de nuestros pueblos. Aparecerán Caritas, Un techo para mi país u otras; al tiempo que también florecerán expresiones como Poder Ciudadano (de donde salió Laurita Alonso, hoy a cargo de la Agencia Anticorrupción), desde donde se denunciaran casos de corrupción direccionados a sólo efecto de que las corporaciones mediáticas y judiciales tengan elementos para operar sobre la realidad política del país.

En tal sentido, Stella Calloni historizaba y reflexionaba al respecto afirmando que las ONG´s “invadieron silenciosamente América Latina en los años 80 y ya para el 2000 se reproducían por miles, preparando el terreno para el proyecto geoestrátegico de Estados Unidos de recolonización de la región”.

Como se podrá observar, el panorama que se avecina no sólo es complejo de analizar, sino también de abordar. Como sostiene Calloni, los pueblos de Nuestra América nos debemos una reflexión profunda para actuar contra estos mecanismos ya instalados en nuestras sociedades, que necesariamente deberán partir de algunas de las apreciaciones que realizaba recientemente el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera.

Linera enumera 5 consideraciones de las derrotas que vienen sufriendo los procesos populares en la región:

1- Se puede hacer cualquier concesión, se puede dialogar con quien sea que permita ayudar al crecimiento económico, pero siempre garantizando el poder político en manos de los trabajadores y los revolucionarios. Y no se puede adoptar medidas que afecten al bloque revolucionario, potenciando al bloque conservador.

2- Si la ampliación de capacidad de consumo, de ampliación de la capacidad de justicia social no viene acompañada con politización social, no estamos ganando el sentido común. Hemos creado una nueva clase media, con capacidad de consumo, con capacidad de satisfacción, pero portadora del viejo sentido común conservador.

3- Una débil reforma moral. La corrupción característica del capitalismo y los neoliberales, termina siendo su bandera contra nuestros gobiernos.

4- La imposibilidad de la continuidad de los liderazgos producto de los cepos demo-liberales.

5- La débil articulación e integración real comercial, económica y productiva.

Concluye este artículo citando nuevamente al colega Mariano Molina: “Las horas que vivimos son trágicas y de una gravedad que todavía no logramos dimensionar. A ese enemigo (o esos poderosos enemigos) deben apuntar los cañones de las fuerzas populares, de izquierda y progresista. Todo lo demás es fuerza desperdiciada o cómplice del fascismo que azota en una versión modernizante. Está en juego la vida y cierta forma de la libertad y la participación política, como bien lo sabemos (y sufrimos) en nuestro país desde el 10 de diciembre de 2015. No son épocas de debate abstractos, porque se juegan formas de sobrevivir para poder volver a generar opciones políticas que nos permitan una vida mejor”.

Bibliografía

”Internet, derivaciones y paradojas”, por Osvaldo León (01/11/2018)

”Redes sociales digitales: un gran negocio”, por Sally Burch (31/10/2018)

”Stella Calloni: ‘La democracia de seguridad nacional es la nueva forma de intervención estadounidense”’, por Bruno Sgarzini (29/07/2018)

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