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El pasado 6 de septiembre el candidato presidencial ultraderechista, Jair Bolsonaro, fue apuñalado en un acto de campaña. Héctor Bernardo, analista político y periodista del Diario Contexto, nos hace una lectura de lo que está sucediendo en Brasil y los paralelismos que se tejen con el papel del poder mediático y judicial acá en Argentina.

*Entrevista realizada en el programa radial La Marea de Radio Futura FM 90.5

¿Qué  análisis haces de este evento, de la puñalada que recibe un candidato de ultra derecha, Jair Bolsonaro, en un acto de campaña? Algo bastante fuerte, inusual.

– Si, hay varios puntos para señalar. El primero es que, si bien es un hecho inusual como vos decías, lamentablemente es un hecho más que se suma a la ausencia de democracia y de estado de derecho en Brasil. Ya lo que pasa en Brasil, respecto de la política, no nos sorprende en ningún sentido. Si bien muchas veces son cuestiones novedosas y poco previsibles no son sorpresivas, en el sentido de que Brasil vive hace dos años un estado parlamentario con un presidente que no solo traicionó a la presidenta electa siendo él el vicepresidente, sino que además dio un giro de 180º con el programa que la gente había votado para que se aplique. La gente votó que siga adelante el programa llevado por el PT y Temer dio un giro de 180º con ese programa. No solo eso: se asesinó a una concejal, Marielle Franco, que denunciaba la intervención militar de Rio. Recordemos que Rio de Janeiro está intervenida militarmente, otro hecho que afecta a la democracia de Brasil.

Además de eso el candidato con mayor intención de voto es condenado sin pruebas, se le prohíbe hacer campaña a pesar de no tener condena firme. La ley indica que solo se le puede prohibir ser candidato y hacer campaña en caso de tener condena firme. La ONU dice que le tiene que reconocer sus derechos como candidato para que pueda ejercer, para que pueda participar de los debates, hacer campaña y dar entrevistas. El  Estado Brasileño y la justicia o el poder judicial en realidad, le niegan ese derecho, le impiden dar entrevistas, le cercenan la voz. Ayer mismo se supo de una nueva medida, tomada especialmente por el grupo de acciones monopólico Radio Globo, pero en general para todas las encuestadoras/compañías, no se va a poder poner más cuanta intensión de voto tiene Lula a pesar de que hasta el martes todavía tiene posibilidades de ser candidato. El martes en la última instancia deben definir si Lula ya no es más candidato y pasa a ser candidato a presidente por el PT, Fernando Haddad.

En este contexto en el que quien va segundo en las encuestas, Jair Bolsonaro, es un reivindicador de la dictadura, un hombre que cuando voto en el impeachment a favor de destituir a Dilma Rousseff, dedico su voto al torturador de Dilma mientras estuvo secuestrada. Ese hombre que dice que si gana va eliminar el Ministerio de Cultura, que ha tenido innumerables comentarios racistas, xenófobos y misóginos, ese hombre que propone que va a sacar una ley que todos los brasileros puedan andar armados, y que de esa manera dice el que se va a solucionar el tema de la inseguridad, con que cualquier brasileño pueda andar con un arma en la mano. Ese hombre que le dijo a una diputada del PT que lo acusaba por ser un defensor de la dictadura diciéndole que a muchas compañeros los habían asesinado, a otros torturado y mujeres  las habían violado, Bolsonaro le responde “yo a usted no la violaría porque usted es fea”. Ese hombre va segundo en las encuestas con cerca de un 20% de intención de voto y es quien ayer aparentemente ha recibido esta puñalada, este ataque confuso que es una afrenta más a la democracia brasileña y a toda la región.

Se nos hace muy difícil no emplear un paralelismo con nuestro país cuando nombras por ejemplo las relaciones del poder judicial, de los grupos mediáticos, la sobredeterminación de las elecciones como lo que sucedió ayer. Nos parece un escenario para sobredeterminar las elecciones en Brasil. Además de plantear si lo ves de la misma manera esta relación tan similar con la Argentina, incluso también la situación acá de también la principal candidata opositora del macrismo como es Cristina Fernández de Kirchner y un proceso de persecución por parte de un sector del poder judicial.

Si, ese proceso que lo vemos en Brasil, que lo vemos en Argentina, que lo estamos viendo también en Ecuador y en parte con sus matices en Paraguay contra Fernando Lugo, en Ecuador Rafael Correa, en Argentina contra Cristina Fernández de Kirchner, en Brasil contra Lula, es un calco, una matriz que evidentemente ni siquiera fue pensada en la región pero que si ha comenzado a aplicarse firmemente. Un proceso que muchos autores denominan como lawfare, que es esta guerra judicial o a través de la justicia contra los líderes populares. Prefiero, y lo he contado en varios artículos que he escrito al respecto, denominarlo como el brazo mediático y judicial de la derecha que se extiende para atacar hoy a los procesos populares. Sabemos que el poder de la derecha, el poder económico concentrado, es como un pulpo que tiene innumerable cantidad de tentáculos. En este caso ha desenvuelto, no solo el de la justicia, como dicen muchos autores que dicen que se utiliza la justicia para perseguir a los líderes populares.

Primero, antes que la justicia está la condena mediática, que es la que ha construido en la Argentina el grupo Clarín generando un sentido común respecto del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, un gobierno que recuperó innumerables derechos para los trabajadores y que generó una mejor condición de vida que hoy por hoy es avasallada por el gobierno de Macri. Sobre ese gobierno se construyó una imagen de que era un gobierno corrupto, de que toda la estructura estaba hecha para llevar adelante esta organización de corrupción y que obviamente la líder de ese grupo de corruptos era Cristina. Se machacó con eso, con todos los cañones mediáticos que tiene el grupo Clarín, con todos los mercenarios al servicio del grupo Clarín. Como un emblema de eso es Jorge Lanata con esos informes infames que hizo que después fueron desmentidos uno tras otro, pero en medios que no tienen la repercusión que tiene un domingo a la noche la pantalla central del Grupo Clarín como es Canal 13, que después se replica en cada uno de sus noticieros y sus diarios.

“Han construido un sentido común donde primero está la condena mediática, que se construye y se transforma en condena social.”

Han construido un sentido común donde primero está la condena mediática, que se construye y se transforma en condena social. Seguramente muchos de ustedes se cruzaran por la calle gente que está convencida, a pesar de no haber visto nunca una prueba, que Cristina es una persona deshonesta y corrupta, y sobre esa construcción mediática y social viene el avance del poder judicial, que responde obviamente a estos mismos intereses como es el caso en Argentina del juez Bonadío, y el caso en Brasil del juez Sergio Moro. También se planta sobre la construcción de sentido común que ha hecho la red O Globo sobre el PT y obviamente, al igual que en Argentina, sobre el líder del PT que es Luis Ignacio Lula Da Silva. Una vez que la red O Globo hizo la autopista, el carro del poder judicial puede circular con rapidez avanzando sobre los derechos de los líderes populares y encarcelarlos, como en el caso de Lula, sin una sola prueba. El fallo del juez Moro es un fallo vergonzoso en el que señala que no tienen pruebas, lo dice claramente: “no tengo la pruebas pero tengo la convicción de que Lula cometió el delito del que se le acusa”. Todos sabemos, es parte del acervo hoy cultural que tenemos, que a nadie lo pueden condenar porque alguien que tiene la convicción de que se cometió un delito, sino que tienen que comprobar que ese delito fue cometido. Sin embargo Lula está preso por la convicción de un juez, por la complicidad de gran parte del poder judicial, por la decisión de los poderes fácticos de Brasil, por la decisión del departamento de Estado norteamericano.

“Recordemos que tanto el juez Sergio Moro como el juez Claudio Bonadío, tienen un vínculo estrecho con el departamento de Estado norteamericano y con las respectivas embajadas de Estados Unidos en la Argentina y en Brasil.”

Recordemos que tanto el juez Sergio Moro como el juez Claudio Bonadío, tienen un vínculo estrecho con el departamento de Estado norteamericano y con las respectivas embajadas de Estados Unidos en la Argentina y en Brasil. Es una estructura que se ha hecho para tratar de evitar que los líderes populares puedan recomponer y el poder popular valga la redundancia, ponerse al frente de los movimientos sociales, de los sectores descontentos con las políticas de Macri, con las políticas de Temer, con las políticas que ahora está implementando Lenin Moreno en Ecuador. Quieren impedir que se vuelvan a transformar estos países en países con gobiernos populares que reivindiquen su soberanía y que no estén al servicio del imperialismo.

No tengamos duda que los pueblos se están levantando, se están organizando. Lamentablemente están persiguiendo a nuestros grandes referentes como son Cristina y Lula en Brasil, pero los pueblos se materializan en un símbolo que muchas veces se representa con una persona, pero si ese símbolo es arrestado, no se quedan de brazos cruzados y siguen construyendo el camino para la liberación.

Escuchá la entrevista acá:

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